El ajedrez educativo habla español
Expertos de habla hispana forman gran parte de la vanguardia mundial del ajedrez como herramienta educativa, social y terapéutica. Lo sé desde hace años y lo acabo de reconfirmar en el congreso de Londres. En España, desde el apoyo unánime del 11 de febrero en el Parlamento, la demanda ha subido mucho, y urge la buena formación de profesores y monitores.
“Lo que habéis logrado en España es impresionante. Sois una referencia esencial”. Escuché esas palabras u otras muy similares varias veces en Londres durante cuatro días. Entre los asistentes había gente de los cinco continentes; por ejemplo, de Islandia, Suráfrica, Australia o EE UU, por citar cuatro extremos.
Muchos querían saber cómo se logró persuadir a todos los partidos españoles para que votasen a favor de la proposición del PSOE; y antes a los eurodiputados (el Parlamento Europeo tomó una decisión similar en 2012). En realidad, la respuesta es bastante sencilla y sirve para cualquier país del mundo: los argumentos para convencer de las enormes ventajas pedagógicas del ajedrez abundan y son muy contundentes, y además tienen suficiente base científica.
Por otro lado, tuvieron gran impacto los 20 minutos que dediqué durante la sesión plenaria inaugural a resumir las diversas aplicaciones sociales y terapéuticas del ajedrez desarrolladas en Extremadura por el club Mágic en los últimos ocho años con resultados excelentes y varios premios o distinciones. En síntesis: retraso del envejecimiento cerebral y Alzheimer; niños con cáncer, hiperactivos (TDAH), o con autismo; desempleados; indigentes; trastorno mental grave (sobre todo, esquizofrenia); cárceles y reformatorios; rehabilitación de drogadictos; y parálisis cerebral. Un dato significativo es que todo eso empezó cuando el PSOE gobernaba en Extremadura, y se mantuvo, a pesar de la crisis económica, cuando el PP tomó el poder regional.
He podido comprobar personalmente en varias visitas que los resultados son magníficos. Por ejemplo, en las cárceles de Badajoz y Cáceres, en el reformatorio Marcelo Nessi o en el centro de rehabilitación de drogadictos de La Garrovilla. Hay una sola objeción: ninguna de esas experiencias de enorme interés ha sido acompañada por un estudio científico paralelo que permita publicarlas en revistas de prestigio internacional. Pero es posible que ese fallo esté en vías de corrección: durante el congreso de Londres, una neurocientífica de Manheim (Alemania) se mostró interesada en acometer un proyecto conjunto con Extremadura, que podría ser financiado con fondos de la Unión Europea. Además, el club Mágic ofrece ya varios cursos específicos por Internet para monitores y docentes.
Otro gran éxito es el del madrileño Luis Blasco, quien ganó el concurso que premiaba al mejor proyecto presentado durante el congreso. El suyo, dirigido a niños con TDAH, y otros dos menos concretos de Suráfrica y Canadá pasaron primero una severa criba del jurado y se sometieron a la votación final de los asistentes. Blasco fue el encargado de realizar, en Villalba (Madrid) el trabajo de campo imprescindible para el estudio publicado este año por el psiquiatra Hilario Blasco (no son parientes) cuyas conclusiones son muy llamativas: en casos leves y moderados de TDAH, el ajedrez puede suplir a los fármacos; y en los más graves puede reducir la dosis. Hilario Blasco receta ajedrez cada día en su consulta del hospital Puerta de Hierro. Luis Blasco forma parte además de un proyecto internacional de introducción del ajedrez educativo en las escuelas, financiado por la Unión Europea desde el año pasado.
En Londres se pusieron en común muchas experiencias de gran interés, y algunas muy innovadoras. Por ejemplo, la del psicólogo español Fernando Moreno, residente en Washington desde hace casi 30 años, que emplea el ajedrez (lenguaje universal que rompe las barreras de los idiomas) para facilitar y acelerar la adaptación de los refugiados. O la del traductor belga Philippe Vukojevic, quien lo aplica en la enseñanza del segundo idioma porque el ajedrez desarrolla y refuerza las funciones cerebrales más importantes en esa actividad.
España, Argentina y Uruguay son los tres países más avanzados de habla hispana en las aplicaciones pedagógicas y sociales del ajedrez (Cuba es una gran referencia en el ajedrez de alta competición, pero no en el educativo). El Ministerio de Educación argentino incluye un departamento específico para promoverlo como herramienta educativa. Y la Federación Uruguaya de Ajedrez es una de las poquísimas en todo el mundo –por desgracia, el ajedrez educativo y el deportivo rara vez caminan de la mano- que colabora estrechamente con el Ministerio de Educación.
La Fundación Kaspárov para Iberoamérica, dirigida por el promotor cultural mexicano Hiquíngari Carranza, cuyos ponentes dirijo junto al gran maestro español Miguel Illescas, ha formado ya a unos 7.000 docentes en ajedrez; casi todos ellos en México, y unos centenares en Panamá. Imparte seminarios intensos de 12 horas en dos días, seguidos de un curso por Internet de 230 horas. Hay planes para expandir esa actividad por otros países en los próximos años. Además de argentinos y españoles, en esa veintena de ponentes hay otros de Colombia, Venezuela, Panamá y México. Una de ellos, la colombiana Adriana Salazar, y el autor de estas líneas fueron invitados como conferenciantes al ICOT (el congreso más importante del mundo sobre educación innovadora y pensamiento) el pasado junio en Bilbao, y están ya invitados a la edición de 2017 (es bienal) en Miami. Los dirigentes del ICOT están convencidos de que una gran parte de los valores que desarrolla el ajedrez coinciden con los que, en su opinión, debe promover la educación del siglo XXI.
Sin embargo, no todo es de color rosa en este asunto. Hay diversos problemas y riesgos urgentes, que parten del mismo tronco: buena parte del mundo del ajedrez deportivo aún no ha entendido que su futuro depende del éxito del ajedrez educativo. Además, el trabajo de algunos ajedrecistas monitores mal formados (por supuesto, también hay otros magníficos) o ansiosos por resolver sus penurias económicas puede ser contraproducente.
Pero todo eso da mucho de sí, y será motivo de otros textos en este blog próximamente. De momento, termino con un mensaje positivo: contrariamente a lo que ocurre en otros muchos campos relacionados con la ciencia, el arte y la educación, el español es un idioma esencial en el ajedrez pedagógico.
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