El Atlético alcanza el primer puesto de su grupo tras batir al Benfica
Un gol de Sául y otro de Vietto dan la victoria a los de Simeone en Lisboa ante un rival que recortó distancias en la segunda parte
De repente, como hace año y medio, el Atlético se vio encajonado en el mismo campo y la misma área en la que vivió el drama de la final. El tanto de Mitroglou, cuando parecía que tenía embolsada la victoria le hizo pasar ese mal trago y la evocación de ese amargo recuerdo. Tuvo que aguantar durante 15 minutos el peso de la historia del Benfica y la corriente eléctrica que se generó en las gradas del estadio Da Luz. Aguantó bien y alcanzó ese primer puesto que, de momento le pueden cruzar con la Juve, PSG o PSV. En cambio, ha evitado al Bayern, al City y al Wolfsburgo.
BENFICA, 1; ATLÉTICO, 2
Benfica: Julio César; André, Jardel, Lisandro López, Eliseu; Fejsa, Renato; Pizzi, Gaitán (Carceda, m. 76), Guedes, (Mitroglou m. 46); y Jonás (Raúl Jiménez, m. 60). No utilizados: Ederson; Lindelof, Silvio, Samaris y Talisca.
Atlético: Oblak; Juanfran, Savic, Godín, Filipe Luis; Gabi; Griezmann, Saúl, Koke, Carrasco (Óliver, m. 72); y Vietto (Torres, m. 62). No utilizados: Moyá; Gámez, Siqueira y Thomas.
Árbitro: Hategan (Rumania). Amonestó a Godín, Saúl, Fejsa y Óliver.
Goles: 0-1. M. 33. Saúl. 0-2. M. 54. Vietto. 1-2. M. 74. Mitroglou.
65.000 espectadores en el estadio Da Luz.
Hasta verse acosado en esos últimos 15 minutos, el Atlético había hecho suyo el partido. Necesitado de la victoria para liderar el grupo, respondió a cada episodio con entereza, siempre dando la sensación de que podía admitir y digerir cualquier tipo de juego. Primero se lanzó a por los tres puntos al toque de corneta de esa presión adelantada que tanta autoridad y control le da sobre todo lo sucede en el campo. Luego, en los minutos de tanteo, cuando tuvo que replegar para contener la batería de pases que distribuía el prometedor Renato y las escaramuzas de los habilidosos con los que cuenta el Benfica, fue una roca afilada. En especial con Gaitán, al que agobió y marcó con un par de tackles contundentes.
El colofón a ese gobierno imperial sobre casi la totalidad del partido fueron los goles. Dos jugadas de toque y rupturas, verticales y punzantes para satisfacer la verticalidad del libreto de su entrenador. La primera fue una delicia. Griezmann deslizó con el exterior la pelota al espacio que atacó Vietto. El argentino, de primeras, cedió atrás para la llegada de Saúl, que también estuvo exquisito en la definición con un toque raso y ajustado al palo. Minutos antes, Saúl ya había confirmado que estaba más para lo que sucede por delante de él que por detrás con un disparo que exigió a Julio César. Por lo visto anoche, parece que va a ser Gabi el que haga de Tiago. El capitán se manejó bien en todos los conceptos básicos de la posición: el equilibrio y la salida fácil de pelota. Ahora mismo las características de Saúl están más para llegar desde segunda línea y empujar en la presión que para sostener tácticamente a un equipo que necesita un cinco de precisión cuando va a buscar la salida del contrario arriba. El gol de Saúl fue la fusión perfecta entre posición y virtudes.
Para entonces, Simeone ya había rectificado las posiciones de Griezmann y de Carrasco. El belga había empezado por la derecha y el francés por la izquierda. Por lo que se ve, Carrasco se arma de razones cuando demanda partir a pierna cambiada. Mientras que en el flanco derecho se aturulla, en el izquierdo se libera y parece otro futbolista.
El fútbol se traba en la medida que más jugadores juegan fuera de posición. No deja de ser curioso que el segundo tanto llegara por el costado izquierdo. Koke lanzó a la carrera a Carrasco y este sacó un centro raso al primer palo. Allí apareció la chispa de Vietto para adelantarse y meter la puntera. Son ese tipo de acciones que mezclan la velocidad de reacción y la intuición las que generaron su fichaje y las expectativas creadas en torno a su figura. En espacios cortos, con la velocidad que tiene, puede ser un futbolista letal.
Ese segundo gol marcaba las diferencias justas entre un equipo y otro. Hasta que Mitroglou, tras una gran maniobra de Raúl Jiménez, despertó la memoria negra.
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