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El Madrid de Laso, de la excelencia al precipicio

Solventes en la Liga Endesa, la ausencia de pretemporada, el agujero en defensa y la inadaptación de los fichajes colocan a los blancos al filo de la eliminación en la Euroliga

Faustino Sáez
Laso habla con Hernangómez y Taylor.
Laso habla con Hernangómez y Taylor.MATHIEU CUGNOT

Hace tan solo 63 días, en el Gimnasio Ibirapuera de São Paulo, el Real Madrid de baloncesto se coronaba campeón del mundo tras derrotar en un enfrentamiento a doble partido al Bauru brasileño para completar un repóker inédito en la historia del club blanco. El colofón a la temporada perfecta coincidía, sin descanso, con el inicio de un nuevo curso que el conjunto de Laso afrontaba bajo un hándicap: la imposibilidad de mejorar la perfección. Sin embargo, en un santiamén, la excelencia no solo no se ha mantenido sino que ha quedado contra las cuerdas en el escenario continental tras la peor secuencia competitiva de los madridistas en el último lustro. Con nueve derrotas en los 19 partidos disputados desde el 26 de septiembre (el año pasado tardaron siete meses en sumar esa cifra), los campeones de todo están al borde del precipicio en la Euroliga después de un periplo ciclotímico de éxtasis, descompresión, exceso de confianza y angustia sobrevenida.

D. Bilbao, 92 - Real Madrid, 99

Dominion Bilbao Basket (23+23+19+27): Hannah (5), Bertans (21), Mumbrú (16), Alex Suárez (9) y Bogris (7) -cinco inicial-; Raúl López (8), Ruoff (12), James (10), Borg (4), Mendia y Dejan Todorovic. Entrenador: Sito Alonso.

Real Madrid (17+31+17+34): Sergio Rodríguez (10), Llull (12), Maciulis (3), Reyes (8) y Ayón (13) -equipo inicial-; Carroll (19), Doncic (15), Taylor (12), Nocioni (5) y Hernangómez (2). Entrenador: Pablo Laso.

Arbitros: Pérez Pizarro, Araña y Mas Cagide. Eliminados por faltas los locales Bogris (m.35), Hannah (m.37) y los visitantes Taylor (m.39).

Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de la Liga Endesa, disputado en el Bilbao Arena de Miribilla ante 10.004 espectadores

Tras perder el pasado viernes en el Pionir de Belgrado ante el Estrella Roja y sumar su quinta derrota en siete partidos europeos, el Madrid está obligado a vencer los tres partidos restantes del grupo (Fenerbahçe, Bayern y Estrasburgo) para no quedar fuera del top 16; un batacazo histórico que le convertiría en el primer campeón que cae eliminado en la primera fase de la competición en su defensa del título. Incluso ganando los tres encuentros, existen dos combinaciones que descabalgarían a los blancos de la pelea: si empatan en la cuarta plaza sólo con el Estrasburgo y pierden la diferencia de puntos con los franceses, que defenderán un +7 en Madrid; y en caso de cuádruple empate a cinco victorias con Estrasburgo, Estrella Roja y Khimki (en todos los triples empates se contabilizaría la suma de victorias-derrotas entre los implicados y el Madrid quedarían también fuera). “Estamos en una situación límite”, reconoce sin remilgos Laso. “En la Liga estamos bien y hemos ganado los seis últimos partidos de forma consecutiva, pero en la Euroliga no estamos compitiendo como nos gustaría. Sabíamos que estábamos en un grupo duro y complicado y ahora nos quedan tres partidos sin margen de error para alcanzar el pase al top 16”, explica el entrenador de los pentacampeones.

En la Liga Endesa, el Madrid comparte el segundo escalón clasificatorio junto a Barça y Baskonia tras ganar al Bilbao Basket (92-99) y se maneja con solvencia liderando las estadísticas de puntos a favor (91,5 de media), rebotes (38,5), asistencias (19,3) y valoración (109,5). Sin embargo, en la Euroliga, se ha quedado sin defensa ni argumentos. Los blancos son el tercer mejor ataque del torneo (con 84,4 puntos de media por partido); pero encajan más puntos que nadie en la competición (86,1). La peor marca de los 24 participantes, muy lejos de los 66,4 del Lokomotiv, los 68,7 de Olympiacos o los 69,14 del Barça. Los sucesivos problemas físicos de Rudy, Taylor, Llull y Thompkins; el desenfoque de Maciulis y Nocioni, encargados de la cuota de carácter; la ausencia de un pívot especialista en el rol defensivo; y las estrecheces de una rotación reducida a 10 piezas por la aportación testimonial de Doncic (clave en Miribilla con 15 puntos, 6 rebotes y 22 de valoración), Radoncic y Hernangómez dan forma a las tribulaciones del Madrid. El juego coral deviene a menudo en individualismo, abuso del lanzamiento desde el triple y confusión entre el vértigo y las prisas. Apenas Felipe y Ayón se acercan a sus mejores prestaciones.

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“La evolución va a depender de la adaptación de los nuevos”, explicaba Nocioni hace dos semanas. “Los que ya estábamos tenemos el deber de mostrarles el camino, el lugar en el que están y cómo hay que hacer las cosas. Hay que dar al proyecto la energía y la contundencia que tuvimos el año pasado. En el baloncesto todo suma”. Pero la suma no cuadra por el momento. La plantilla ha sufrido cinco modificaciones con respecto a la temporada pasada, alguna de ellas involuntaria. Taylor llegó para suplir la baja de KC Rivers, que no pudo resolver el problema de su pasaporte; Doncic, la joya de la cantera que se pasó el verano machacándose en California a las órdenes del especialista en tiro Mike Penberthy, se hizo con la plaza de Campazzo, cedido al Murcia de Katsikaris; Thompkins y Hernángomez llegaron para aportar musculatura, rebote y puntos para mejorar la decadente producción de Bourousis y Mejri; pero nadie cubrió la vacante dejada por el intenso y carismático Marcus Slaughter, que aceptó en verano la mareante oferta del Darüşşafaka turco y dejó al equipo sin el especialista que apretaba las tuercas en defensa en los momentos críticos.

“Toca bajar el culo atrás para volver a ser lo que fuimos”, proclamó Llull tras caer ante el Khimki. Él fue uno de los cinco internacionales españoles –junto a Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Felipe Reyes y Willy Hernángomez-, que, con el lituano Jonas Maciulis disputaron la final del Eurobasket y, sin descanso, se subieron hace dos meses a un vuelo transatlántico de 11 horas rumbo a Brasil, donde el Madrid preparó la final del Mundialito en apenas cuatro entrenamientos. La falta de descanso y la ausencia de pretemporada lastra desde entonces a los pentacampeones que ahora apelan al espíritu de la selección española en el Eurobasket para rearmarse en el funámbulo. "Que confíen en nosotros. Vamos a empezar a hacer cosas nuevas para disfrutar como en años anteriores", anunció Carroll tras ganar en Miribilla.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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