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Fútbol techado en Astana

El rival del Atlético lucha contra la etiqueta de club artificial que se le ha colgado en su primera participación en la Champions

Ladislao J. Moñino
Juanfran, Saúl, Thomas, Óliver y Gabi, en el Astana Arena.
Juanfran, Saúl, Thomas, Óliver y Gabi, en el Astana Arena.I. K. (EFE)

El potente eco de las voces durante el entrenamiento, el nítido y retumbante sonido de los golpeos secos al balón y la rapidez con la que este circulaba por la hierba sintética del Arena Astana conforman una atmósfera de artificialidad creada por eso techado cerrado del recinto que es un prodigio arquitectónico. La sensación de un pabellón gigante para acoger un partido de fútbol indoor es inevitable. Una aberración para el purismo, una evolución lógica para los defensores del fútbol moderno, que prescinden de la épica que suele acompañar a los campos nevados para sacrificar la naturalidad del fútbol al supuesto espectáculo de un césped artificial e inmune a la climatología.

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“De pequeño jugábamos en la plaza, en los adoquines, en el barro, con la hierba alta. La hierba sintética es una circunstancia más, como el viento o como el sol. Como dice la propia frase hay que jugar a la pelota”, zanja Simeone. Según el Atlético, al haberse ya celebrado el entrenamiento con la visera cerrada, el partido ha de disputarse bajo esas mismas condiciones sintéticas.

Contra ese mismo aire de superficialidad con el que se le ha etiquetado trata de luchar el Astana Fútbol Club. El ser un equipo de reciente fundación (2009), cuyo poderoso mecenas es el petróleo y la minería del gobierno de Kazajistán, al igual que el equipo ciclista, le ha generado esa imagen. “Los que dicen que somos un club artificial son los seguidores de otros equipos. Cada vez tenemos más gente que viene al campo”, dice, tras soltar una sonrisa irónica, Marat, uno de los mánagers del club encargado de las relaciones con los medios de comunicación extranjeros. “El campo estará lleno seguro, pero la mayoría no son aficionados del Astana, apenas tiene afición porque es un equipo muy nuevo”, contradice Sito Riera, jugador del Kairat Almaty, club con el que el rival del Atlético se está jugando mano a mano la Liga kazaja.

“En el país existe el rumor de que reciben ayudas arbitrales por ser el equipo del gobierno, pero nosotros no hacemos caso. En mi club lo estamos haciendo bien y no hablamos de los árbitros”. Si el Astana vence en su próximo partido liguero renovará el título que le permitirá volver a intentar meterse en la próxima Liga de Campeones. “Para nosotros es muy importante disputar la Champions, pero no solo por el fútbol, también por lo que supone en cuestión de imagen para todo Kazajistán”, matiza Marat. “Poco a poco”, prosigue el directivo, “varios clubes estamos creciendo. Nuestra política es buscar jóvenes talentos en Europa como el serbio Maksimovic o en África. No es fácil convencerles de que vengan a jugar aquí por el clima y por la lejanía”. “Pueden pagar lo que quieran, por dinero no será”, advierte Riera, hermano del internacional Albert.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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