Adán sostiene al Betis ante el Granada
El cuadro de Sanfoval no saca provecho a su intensidad y oportunidades, frenado por el portero verdiblanco y dos acciones polémicas; los goles llegan en sendos errores.
Lo difícil en el fútbol es conseguir el gol. Y este llega por la suma de aciertos propios o por errores ajenos. Nada más iniciarse el partido marcó el Granada que aprovechó un fallo de Westermann. Poca cosa lo del central alemán comparado con el sorprendente y párvulo desliz de Rubén Pérez que lanzó un intencionado manotazo al esférico dentro de su propia área. El regalo nazarí lo hizo bueno Rubén Castro convirtiendo el penalti que igualaba el partido para el Betis superado en un principio por el conjunto de Sandoval, hundido en la clasificación y al que le cuesta un mundo ganar. Un gol fantasma de Mainz y un fuera de juego al límite de Thievy también frenaron las intenciones granadinas.
La necesidad fue la principal virtud del Granada. Y no le resultó suficiente para vencer a un contenido Betis sostenido por Adán. En su partido 100 en Primera dirigiendo al Betis, Pepe Mel solo pudo celebrar un empate cuestionado hasta el final por el Granada con Success como principal argumento en ataque, cuya producción ofensiva no resulta del todo determinante.
GRANADA, 1; BETIS, 1
Granada: Andrés Fernández; Foulquier, Lombán, Mainz, Biraghi; Rubén Pérez (Nico López, m. 76), Krhin, Javi Márquez; Piti (Rochina, m. 54), El- Arabi y Success (Thievy, m. 81). No utilizados: Kelava; Babin, Salva Ruiz y Fran Rico.
Betis: Adán; Piccini, Westermann (Pezzela, m. 58), Bruno, Varela; Joaquín (Digard, m. 81), N’ Diaye, Petros, Portillo; Rennella (Ceballos, m. 54) y Rubén Castro. No utilizados: Dani Giménez; Molinero, Cejudo y Van Wolfswinkel.
Goles: 1-0. M. 2. Foulquier.
1-1. M. 39. Rubén Castro de penalti.
Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Javi Márquez, Rubén Pérez, Varela, Biraghi, Portillo, Digard
El exceso de confianza puede resultar letal. Lo fue para Westermann, el experimentado central alemán del Betis cuyo control sencillo tras cederle el balón Varela se le envenenó con un ligero bote, suficiente para que la presión avanzada y optimista de Foulquier, el lateral derecho del Granada, fuera de su zona de influencia, surtiera efecto. El jugador francés robó el esférico y definió con tranquilidad por debajo de las piernas de Adán.
La desafortunada acción desencajó el rostro de Pepe Mel, incrédulo ante la pifia del veterano defensor germano. En el minuto 2 el Granada encontró tranquilidad y aliento. La propuesta de la pizarra de Sandoval tenía su continuidad en el terreno de juego. Enchufado desde el pitido inicial, el conjunto nazarí, a partir de la intensidad, desenfocó a un Betis que tardó un cuarto de hora en acomodarse en el partido incapaz hasta el momento de encadenar tres pases seguidos.
El toque del Betis era superado por el ritmo del Granada, que encontraba en la velocidad de Success su mejor arma. El recurso del balón largo al nigeriano resultaba una solución válida. La potencia de Success en la carrera dificultaba el trabajo defensivo del Betis. En una de estas, el atacante granadino se adentró en el área tras superar en velocidad a Varela y disparó con potencia obligando a Adán a realizar una gran intervención. El rechazo lo amortiguó El-Arabi, que cedió para la llegada de Piti cuyo golpeo de zurda fue repelido también en otra soberbia parada por Adán.
Adán mantenía vivo a un Betis que fue creciendo en el partido en la medida que el Granada menguó su fuego a partir de la media hora. La tensión del Granada quedó reflejada en una acción infantil de Rubén Pérez, que instintivamente lanzó un manotazo de voleibol a la pelota para obstaculizar el remate de Rubén Castro. El propio delantero canario anotaba el penalti sencillo de decretar para Mateu Lahoz que escatimó unos segundos de la primera mitad que concluyó sin llegar a los 45 minutos. Cosas del árbitro valenciano.
Desaparecido en ataque, Rennella resultó decisivo en una acción defensiva, salvando un gol tras un remate de Mainz en una jugada polémica. Se intuyó que el esférico traspasó la línea de gol. En todo caso, una jugada de difícil decisión para los árbitros sin el apoyo tecnológico. Tampoco tuvo suerte el equipo de Sandoval al final con un fuera de juego decretado por el juez de banda a Thievy. Rebelado ante su infortunio y situación, el Granada, con más intención que formas, buscó con ánimo la victoria. Su esfuerzo resultó baldío.
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