África descubre a Abraham Olano
El campeón guipuzcoano dirigirá el próximo año el desarrollo del ciclismo de Gabón
De Gabón, los muy locos por el ciclismo saben que es la tierra en la que cada enero o febrero se corre la Tropicale Amissa Bongo, la carrera más importante del calendario africano, y poco más. De Gabón, Abraham Olano sabía que era un país de África en el que hablaban francés, y no mucho más. Luego, mirando en un Atlas, descubrió que estaba en el golfo de Guinea, entre Guinea Ecuatorial, Camerún y el Congo, y, por películas en YouTube, que no era el país más subdesarrollado de la tierra, poblados de chozas en la selva, sino que tenía buenas ciudades.
De Olano, de 45 años, todos los aficionados, saben que fue campeón del mundo hace 20 años, el primer español que vistió de arcoíris, derrotando a Miguel Indurain en Colombia, que fue campeón del mundo contrarreloj en 1998 pocas semanas después de ganar la Vuelta a España. Esta semana, a partir del sábado, cuando el exciclista vuele a Libreville, la capital del país africano junto al Atlántico, ambos nombres propios formarán parte de la misma sentencia: Gabón, su ciclismo, ha descubierto a Olano, que se encargará durante un año al menos, del desarrollo técnico de su ciclismo, desde los chavales de escuela hasta su selección elite. "Ya he mantenido conversaciones con el presidente de la federación de Gabón y nos entendemos bien", dice.
“Después de la ruptura amarga con la Vuelta, para mí, la oferta de Gabón es un caramelo”, dice Olano, quien trabajaba como director técnico de la Vuelta a España diseñando sus recorridos hasta que hace dos años fue despedido al salir su nombre en una lista del Senado francés de presuntos dopados en el Tour de 1999. “Me llamaron de la Fundación de Alberto Contador diciéndome que Gabón les había pedido el nombre de un técnico y que enseguida habían pensado en mí. Lo hablé con Karmele, mi mujer, y no tardé en decir que sí”.
La familia, en casa
Después de dejar la Vuelta a su pesar, Olano, un apasionado del ciclismo que no quiere dejar de trabajar en el deporte que le hizo grande, se centró en su trabajo con las escuelas de ciclismo de Tolosa (Guipúzcoa). “Por eso me tira el proyecto de Gabón, porque, aunque de entrada me han pedido que prepare a su selección para que hagan un buen papel en la Tropicale, mi intención es trabajar desde la base”, dice Olano. “El ciclismo es una cadena que nace de niños. La ilusión que me guía es sentar las bases para que todos puedan crecer, cambiar de categoría, convertirse en buenos ciclistas. África puede ser el futuro del ciclismo”.
Olano dejará a la familia en Tolosa, a Karmele y a sus tres hijos, dos biológicos y una niña adoptada en Ucrania afectada por la radiación de Chernóbil. “Les echaré de menos, seguro, pero no pueden venir conmigo”, dice. “Además, también trabajaré bastante en España con los ciclistas gaboneses. Allí, las carreteras asfaltadas son pocas y tienen mucho tráfico. Son peligrosas para entrenarse, así que vendremos bastante a casa”. La Fundación Contador, que contará con un piso en Pinto para alojar ciclistas, le ayudará en esa tarea.
Llega al país africano avalado por la Fundación de Contador, que proveerá de material a sus proyectos, y confiado porque de todos es sabido allí que el ciclismo es el gran amor de Alí Bongo Ondimba, presidente gabonés desde 2009, cuando heredó el cargo de su padre, presidente desde 1967. La Tropicale, creada en 2005 y bajó la égida de ASO, el organizador del Tour de Francia, desde hace unos años, lleva el nombre de Amissa Bongo, la hermana menor del presidente, fallecida en 2004. “Sé que el presidente quiere usar el deporte como escaparate internacional de su país, igual que hace potenciando el fútbol”, dice Olano. “Para mí no es una aventura, sino un trabajo muy interesante. Después de dos años de tranquilidad en casa tenía necesidad de implicarme más profundamente en el ciclismo”.
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