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El Atlético tritura al Sevilla y da un golpe de autoridad

Los de Simeone firman un gran partido en Sánchez Pizjuán y ganan con tantos de Koke, Gabi y el colombiano Jackson Martínez

Rafael Pineda
Los jugadores del Atlético celebran el 0-1, obra de Koke.
Los jugadores del Atlético celebran el 0-1, obra de Koke.CRISTINA QUICLER (AFP)

Teóricamente destinados a mirarse en el mismo espejo, el Atlético demostró en Nervión que mantiene el trono en la corte de aspirantes a la tercera plaza. Al menos contra el Sevilla, al que le dio un importante repaso. El Sánchez Pizjuán es un campo complicado y el Atlético mostró unas estupendas credenciales. Simeone estudió el partido al detalle. Asfixió al Sevilla en una primera parte digna de elogio, sufrió luego el acoso del conjunto andaluz y fue siempre más fuerte y vivo en cada disputa, metiendo siempre la pierna más fuerte. El Sevilla casi nunca pudo con el Atlético, con el debutante Llorente desconectado. Tendrá que mejorar mucho si quiere pelear por la tercera plaza. Todo lo bueno que apuntó en verano fue barrido por el Atlético. Todavía un mundo separa a ambos equipos. Por ejemplo, en la portería, donde Oblak demostró ser el portero de un equipo grande y Beto ofreció dudas y nervios. Intacto su afán competitivo, el Atlético acabó goleando al Sevilla en Nervión. Una declaración de intenciones del grupo de Simeone. Un manifiesto para animar la Liga a poco que Barcelona y Madrid ofrezcan dudas. Al Sevilla, mientras, tanto halago a su plantilla lo acabó debilitando. Tiritó ante el bofetón que le dio el Atlético.

SEVILLA, 0; ATLÉTICO, 3

Sevilla: Beto; Coke, Rami, Carriço (Gameiro, m. 68), Tremoulinas; Krychowiak, Banega; Reyes (Konoplyanka, m. 65), Iborra (Krohn-Dehli, m. 65), Vitolo; y Llorente. No utilizados: Rico; Kolo, Mariano y Kakuta.

Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Godín, Giménez, Jesús Gámez; Tiago; Óliver Torres (Carrasco, m. 70), Gabi, Koke (Saúl, m. 64); Fernando Torres (Jackson, m. 77) y Griezmann. No utilizados: Moyà; Savic, Correa y Vietto.

Goles: 0-1. M. 35. Koke. 0-2. M. 78. Gabi. 0-3. M. 85. Jackson Martínez.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Krychowiak, Banega, Tiago, Godín, Griezmann, Konoplyanka y Juanfran.

Ramón Sánchez Pizjuán. Unos 40.000 espectadores.

Sevilla acogió el partido entre los dos aspirantes con un bochorno de categoría, casi salvaje. Una humedad propia de una jungla espesa, en la que Emery y Simeone se internaron sin complejos. Especialmente el preparador vasco, que le dio la titularidad a Llorente. El campeón del mundo, con apenas dos entrenamientos con su nuevo equipo, salió de inicio mientras Immobile no era ni convocado. Simeone respondió con un Atlético muy fuerte por el centro, casi sin bandas, un grupo de caciques que habría de someterse a una dura prueba en el remozado Nervión, todo de rojo intenso. Arriba, Fernando Torres, en duelo con Llorente.

No resulta fácil desactivar al Atlético. Con Tiago resguardando una línea de tres, compuesta por Óliver Torres, Gabi y Koke, el Atlético fue áspero y dinámico en la presión, inabordable para el talento de Banega, Reyes o Vitolo. Asfixiado, el Sevilla sufría una enormidad, impotente, sin desborde ni velocidad. El partido se jugó al ritmo que querían los de Simeone, una máquina de competir. Paso a paso, le fue comiendo el campo a un Sevilla desesperado, que solo inquietó en los primeros minutos. El Atlético avisó en un disparo de Óliver y un suave toque de Griezmann. Hasta que el francés, una delicia, tuvo la capacidad de asistir desde el suelo a Koke, que irrumpió en el área para machacar a Beto. El internacional dibujó un ocho tras su gol, en homenaje a su compañero Raúl García, que se puede marchar al Athletic. El Sevilla, carente de la marcha definitiva, no tuvo más remedio que recurrir al fútbol directo. Tenía a Llorente e Iborra para jugar de espaldas y asistir a sus compañeros. El resultado también fue vano, porque a Llorente, muy desconectado, lo anulaban Godín y Giménez, mientras que Iborra ha pasado a ser decididamente delantero. En el centro del campo, ni distribuye ni corta.

Ahogadas sus fuentes de talento, el Sevilla se desesperó mientras el Atlético se crecía, modélico en el esfuerzo. El mejor ejemplo de lo que Simeone ha vuelto a construir se reencarnó en Óliver Torres. La carrera del joven para cortar una internada de Vitolo fue premiada por una catarata de aplausos por el Cholo desde la banda.

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El Sevilla necesitaba agitar un partido que tenía perdido. Perdido en una multitud de pases intrascendentes, el Atlético solo necesitaba dos o tres para crear peligro.

Y, entonces, decidió dar un paso adelante. Ambicioso y con un punto de temeridad, a pesar de estar expuesto a los contragolpes del Atlético, el Sevilla se fue al cuello de su rival. Dobló su intensidad y Nervión comenzó a rugir. Se la jugó Emery, que desmelenó a su equipo. La tuvo Llorente, que se encontró con un balón suelto en el área. Le siguió un aluvión de saques de esquina siempre ganados por la excelente defensa del Atlético. Frenado el ímpetu de los andaluces, Gabi soltó un latigazo que puso el partido imposible para los locales. Festejó el banquillo de manera evidente porque el equipo madrileño se imponía a un rival directo, al que ya, por ejemplo, inhabilita en caso de empate a puntos a final de temporada. De eso se encargó Jackson con misil que Beto ni vio. Fue la fiesta completa de un gran Atlético, fiable y certero, que trituró a este rutilante Sevilla.

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