La ambición europea del Celta
El club vigués, saneado y con un fuerte respaldo social, tratará de subir un peldaño a partir de una idea de fútbol atractiva
En los albores del mercado de fichajes de este verano una noticia sobresaltó al celtismo, el Valencia abonaba la cláusula de rescisión de Santi Mina y un nuevo canterano dejaba Balaídos. Diez millones de euros le reportaron al Celta esa operación, un dinero que tiene un valor material y simbólico porque con él se cancela la deuda con la Agencia Tributaria de una entidad que siete años atrás había entrado en concurso de acreedores con unos números rojos que se disparaban hasta los 69 millones de euros. Entonces el presidente Carlos Mouriño decidió firmar un aval poniendo en riesgo parte de su patrimonio para evitar la desaparición del club. Hoy es unánimemente aplaudido por su gestión. “Nunca volveremos a cometer locuras ni desequilibros presupuestarios”, asegura. El Celta es hoy en lo económico un club saneado, en lo social tiene más abonados que nunca (mira de frente el objetivo de los 25.000) y se ha estabilizado en Primera con un estilo de juego atractivo para el espectador.
Drazic y Guidetti
Altas: Iago Aspas (Sevilla), Daniel Wass (Évian), John Guidetti (Manchester City) y Dejan Drazic (OFK Beograd).
Bajas: Santi Mina (Valencia),Larrivey (Baniyas SC), Charles (Málaga), Krohn-Dehli (Sevilla), Álex López (Sheff Wed), Borja Oubiña (retirado).
Por esos diez millones que pagó el Valencia por Santi Mina, al Celta le ha sobrado para incoporar a Drazic, un joven extremo balcánico, buscar un clon de Krohn-Dehli en su compatriota Daniel Wass y recuperar, dos años después de su partida, a Iago Aspas, uno de los grandes ídolos del celtismo. Con él y con la incorporación del sueco John Guidetti, una de las sensaciones del último europeo sub-21, tratará de dibujar una nueva delantera tras la salida de Charles y Larrivey, traspasados al Málaga y el Baniyas de Abud Dhabi, respectivamente.
Falta de contundencia
Porque el lienzo del Celta es agradable a la vista, pero le faltan evidentes pinceladas. En ataque la temporada pasada estuvo sometido a rachas de acierto y desacierto, siempre ofreciendo la sensación de que llegaba menos al gol de lo que merecía el trabajo realizado metros atrás. Y el equipo sigue sufriendo por falta de contundencia en el eje de la zaga, donde tampoco sobran alternativas. Por ahí quiso incorporar el técnico Berizzo a Papy Djilobodji, un espigado central del Nantes, pero las tentativas tocaron en hueso.
El plantel está por cerrar, no así la idea, siempre clara. El Celta volverá a apretar al rival tras pérdida, irá a buscarlo bien arriba y atrás volverá a lucir unas vigilancias nada comunes en nuestra Liga y que su entrenador define como “marcas en la zona al hombre”, una especie de persecuciones individuales a la antigua usanza, pero con cambios de marcaje que por momentos recuerdan al baloncesto. Tras acabar el pasado campeonato en el octavo escalón, el superior es por fuerza el europeo. “Es el objetivo”, asume Augusto Fernández, uno de los hombres fuertes de una caseta que ya echa de menos a Borja Oubiña, retirado e incorporado a la estructura de la secretaría técnica del club. Pero todo se complicaría si a pocos días de cerrarse la ventana de fichajes Nolito acaba saliendo al Barcelona. “O me voy allí o me quedo en el Celta”, reconoce el jugador, que podría recalar en el Camp Nou si Pedro deja el club catalán. “Si viene el Barça y paga los 18 millones de la cláusula que voy a hacer…”, zanja.
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