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Brasil se hace a la derrota

Superada por segunda edición consecutiva en la Copa América por Paraguay, la que fuera la selección más victoriosa del siglo XX es hoy un equipo desorientado y perdedor

Los jugadores de Paraguay celebran la victoria ante Paraguay.
Los jugadores de Paraguay celebran la victoria ante Paraguay.C. García (REUTERS)

Para Brasil perder ha dejado de ser una tragedia. Después de encadenar diez amistosos seguidos con victoria, la primera competición oficial de la segunda era Dunga ha confirmado que la selección más victoriosa y vistosa del siglo XX es hoy un equipo desorientado, predecible y perdedor cuya dependencia de Neymar es incluso contraproducente para su capitán. Por segunda edición consecutiva Paraguay eliminó a Brasil en cuartos de final de la Copa América. Hace cuatro años, cuando otra tanda de penaltis expulsó a La Canarinha, se hablaba por lo menos de las estrellas que venían: Neymar, Ganso, Pato… Hoy el momentáneo regreso de Robinho (31 años) a la élite no sirve de ancla para recuperar la reputación perdida. Expresión mediocre del incalculable talento que posee un país con 200 millones de habitantes y que inventó el jogo bonito. La joven cantera de la seleçãono ha demostrado estar a la altura de competir por ser el mejor equipo del continente. La ironía de la frase pronunciada antes del Mundial 2014 por el expresidente de la Confederación Brasileña de fútbol, José María Marin (hoy detenido en Zurich por corrupción) aumenta con el transcurso del tiempo: “Si ganamos el Mundial, nos vamos al cielo. Si perdemos, todos nos vamos al infierno".

El Mundial de Brasil expuso definitivamente las carencias balompédicas del país do futebol, donde hace bastantes años que su deporte más querido no funciona bien. Los hermosos estadios construidos para la Copa lucen gradas a medio llenar en sus partidos de Liga (y algunos ni siquiera se utilizan). Los clubes, que están renegociando con el Estado una deuda de casi 2.000 millones de euros, reclaman cambios en la planificación para que la torcida vuelva a las canchas. Una asociación de más de 1.000 jugadores, Bom Senso F.C., lleva dos años pidiendo un saneamiento general y una “revolución para construir un fútbol que sirva para todo el mundo". Uno de sus portavoces, el defensa del Cruzeiro Paulo André, afirmó a este diario antes de la Copa América que “la incapacidad de gestión de la CBF nos ha llevado al abismo".

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“Vergüenza” y “fracaso”

El annus horribilis no ha terminado: después del 1-7, con problemas económicos y eliminados otra vez por Paraguay, el presidente de la federación, Marco Polo del Nero, es además investigado dentro y fuera del país por corrupción masiva.

La federación escogió en agosto a Dunga, un hombre de la casa, para liderar la recuperación de un equipo derrumbado. Pocas decisiones hubiesen simbolizado más rotundamente su negativa a liderar la modernización que exigía el país tras la catástrofe del Mineirazo. Brasil, a pesar de rejuvenecer el equipo, ha decepcionado otra vez. Partidario su seleccionador siempre de ganar antes que de jugar bien, Brasil no ha hecho ninguna de las dos cosas (salvo la formidable demostración de Neymar contra Perú). Ha sido la tercera selección con más posesión del balón (tras Chile y Argentina), pero la sexta que más faltas ha cometido. Nadie sabe muy bien a qué juega la seleção desde hace casi una década. “La vergüenza no tiene fin", tituló ayer el diario deportivo Lance!. O Globo afirmaba que Brasil había visto este sábado “una película repetida: impotencia, desconsuelo, fracaso”.

La derrota de Brasil roba al campeonato de una semifinal mítica contra la Argentina de Messi. “Fue una tontería nuestra", opinó el goleador Robinho. “Tuvimos la oportunidad de matar el partido, y no lo hicimos. La selección paraguaya, con todo respeto, no es de las mejores", concluyó uno de los pocos futbolistas (con Miranda, Willian, Firmino o Alves) que merecen un aprobado. Brasil remató seis veces a puerta, incluyendo los interceptados: su peor registro desde 2007, cuando ganó la Copa América de la mano de Dunga y el joven pichichi Robinho.

El seleccionador aseguró antes de la Copa que "todo el mundo habla de la necesidad de recuperar el respeto, pero la camiseta verdeamarelha todavía es muy admirada". También dijo que “al mundo le encanta que Brasil pierda", por aquello de ser el rival a batir. La realidad es que ya no supone tanta hazaña hacerlo. Paraguay no ha celebrado este año la victoria como celebró la de 2011: nada tiene el sabor de la primera vez. Brasil, a fecha de hoy, es un equipo más con un crack extraterrestre.

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