Naufragio en el océano del mediocampo
El Madrid sucumbe ante la Juve por la falta de especialistas para gestionar un duelo de desgaste. Ancelotti previno a la directiva de que le faltaban volantes para largas distancias
Carlo Ancelotti fue un excelente centrocampista. El entrenador del Madrid hace gala de sus conocimientos en la especialidad. Más por generosidad que por orgullo. Considera que un centrocampista posee dos cualidades primordiales: la primera, física, consiste en la capacidad de hacer esfuerzos prolongados que le permitan cubrir grandes espacios; la segunda, mezcla intelectual y técnica, conecta con un conocimiento integral del juego, en todos los espacios y en todos los tiempos. En el Madrid, el técnico se enfrentó a la tremenda paradoja de acondicionar un centro del campo sin centrocampistas netos. Él considera que Kroos, James e Isco son mediaspuntas, biológicamente preparados para los esfuerzos cortos y los gestos rápidos y brillantes, más aptos para atacar que para robar balones. Esto condicionó completamente su planteamiento del partido de vuelta contra el Juventus. Ancelotti apostó por una carga rápida en el primer tiempo porque sabía que su trío de volantes no aguantaría físicamente ni una hora de partido sin empezar a resquebrajarse.
Ancelotti procuró prolongar la resistencia de sus jugadores acomodándolos lo mejor posible a sus condiciones. Para ello les pidió que intentaran llevar el partido a campo rival. Así, los esfuerzos defensivos serían más cortos. Evitar el ida y vuelta en lo posible, y controlar el balón, fue una consigna vital para que el equipo no se abriera. Esta medida también ayudaba a mantener conectados a los delanteros, especialmente a Bale, más generoso en defensa cuando se trata de apretar en 50 metros que cuando hay que subir y bajar 70.
Este fue el plan sobre el papel. Sobre el césped, al Madrid le costó controlar el balón porque fatigó para recuperarlo cuando lo perdió. Y cuando lo tuvo, Bale y Cristiano sufrieron para moverse sin espacios. Es la gran contradicción que apresa a este equipo: cuando sus falsos centrocampistas están cómodos, sus puntas viven agobiados, y viceversa. La Juventus no se encontró con estas complicaciones. El equipo piamontés sí tiene especialistas. Pirlo, Vidal, Pogba y Marchisio son astutos, hábiles, duros en defensa y maratonianos para aguantar las largas travesías. El calor madrileño, 32 grados a la hora del partido, hizo más mella en los jugadores locales. Especialmente en Kroos, que en ocasiones, según pasaban los 40 minutos, dejó entrever una leve cojera.
El Madrid consiguió una decena de remates en la primera mitad. Por lo menos siete fueron a balón parado o desde fuera del área. Solo Benzema logró fabricarse ocasiones en el área pequeña, siempre después del desborde de Marcelo y Carvajal por los costados. El gol de Cristiano (1-0) fue un penalti provocado por el pase de Marcelo y la inteligencia de James para conducir en el momento justo. Así se consumieron los mejores gramos de energía del equipo. Ancelotti tenía razón: si no conseguían encarrilar la eliminatoria en la primera hora de embates la noche se les haría insoportable.
Dio la impresión de que los datos que manejaba Ancelotti de su propio equipo eran bien conocidos de su homólogo Massimiliano Allegri. La Juventus se dedicó a especular. A estirar el chicle. A dejar que pasara el tiempo. A calcular que con un 1-1 le bastaría para sobrellevar el duelo hasta entrar en el terreno del desgaste. El escenario que más desagradaba a los centrocampistas improvisados del Madrid. Sucedió más o menos así."En el descanso les dije a mis jugadores que teníamos que tener paciencia", dijo Allegri. "Sabíamos que por las características de sus centrocampistas ellos acabarían teniendo dificultades".
El gol de Morata exhibió el lado más oscuro del Madrid: la incapacidad de generar ocasiones en jugada elaborada, las carencias físicas, y, en definitiva, el vacío inconcebible que deja Modric cada vez que no está. Ahora ya lo pueden constatar los aficionados y los responsables del club: Ancelotti tenía razón. Tenía razón esforzándose por reforzar el mediocampo, aunque sea con Ramos. Tenía razón cuando decía a los directivos, en el verano pasado, que Arturo Vidal le habría venido bien a la plantilla. Acertó en el diagnóstico cuando señaló que el mediocampo del Madrid con un 4-3-3 era "un océano" que necesitaba expertos. Sin esos expertos es difícil ganar una Champions.
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