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Sergio García cae en el desempate

Rickie Fowler, uno de los jugadores más mediáticos de la actualidad, consigue su primera gran victoria

Carlos Arribas
Rickie Fowler juega su golpe de salida en el 18 del playoff ante la mirada de Sergio García, con un palo en la mano.
Rickie Fowler juega su golpe de salida en el 18 del playoff ante la mirada de Sergio García, con un palo en la mano.Mike Ehrmann (AFP)

“No me puedo quejar, ha sido un gran día de golf”, dijo Sergio García, quien acababa de caer eliminado del playoff del desempate que a tres hoyos disputó con los norteamericanos Kevin Kisner y Ricky Fowler. Su satisfacción pese a la derrota derivaba de la forma en que había jugado y peleado por la victoria en la última jornada del Players, uno de los torneos más prestigiosos (y mejor dotados: 1,8 millones de dólares para el ganador) del circuito. Tras tres días en los que el putter se había negado a seguir sus órdenes, la cuarta jornada le funcionó y le sirvió para con dos birdies en el 16 y el 17 igualar al increíble Rickie Fowler, uno de los niños bonitos del golf actual, que llevaba más de una hora esperando en el parque a que terminaran sus rivales. A la fiesta del desempate se unió también poco después el veterano, pero debutante en el Players, Kevin Kisner.

El primer eliminado fue García, quien no pudo hacer un birdie en ninguno de los tres hoyos del desempate, 16, 17 y 18. Después, en su segunda visita al 17, falló el birdie el sorprendente Kisner, no así Fowler, quien culminaba de una manera extraordinaria un día fantástico que se puede resumir en el bote afortunado que su bola dio en el borde del lago del 16: en vez de un doble bogey posible, el bote le regaló un eagle . Fue cuestión de centímetros y de determinación después, pues Fowler jugó valiente y agresivo todos los golpes que le llevaron al triunfo.

Fowler recibe la felicitación de su novia, Alexis Randock, tras su victoria.
Fowler recibe la felicitación de su novia, Alexis Randock, tras su victoria.SAM GREENWOOD (AFP)

Allí donde Miguel Ángel Jiménez marcharía con un habano humeante entre los labios, o el viejo Arnold Palmer con un Lucky Strike sin filtro, Ricky Fowler, natural de Murrieta (California) y aficionado a derrapar con su moto en pistas de tierra hasta que se rompió varios huesos, caminaba con una especie de contenedor de plástico para líquidos de al menos dos litros del que bebía abundantemente sin para de mirar fijo y determinado hacia el frente. Iba por la calle del 18 hacia un green donde le esperaba un birdie y una ventaja de dos golpes en la cabeza tras la última ronda del Players. Era el birdie en el dificilísimo hoyo final de Sawgrass la guinda de una proeza. Para terminar los últimos cuatro hoyos del campo de Florida, Fowler, de 26 años, solo había necesitado 11 golpes. Lo nunca visto en los 41 años de historia del Players, el quinto torneo más importante del mundo, pues solo la falta de historia, que no la dotación económica ni la participación le impiden formar parte del Grand Slam junto al Masters, el Open, el Open de Estados Unidos y el PGA. Después de aquello, el playoff, que le permitió hacer su quinto birdie en seis intentos en el 17, el par 3 isla que tanto gusta a los aficionados, fue una mera formalidad.

Tras lo acaecido en Florida, García, líder durante gran parte de la última jornada, se convierte en el principal favorito para el Open de España, que comienza el próximo jueves en el Real Club de El Prat, en Terrassa (Barcelona), donde no estará Fowler.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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