Scariolo: “Vuelvo por lealtad”
El técnico reflexiona sobre su regreso al banquillo de la selección dos años y medio después de su exitosa etapa en la que conquistó dos oros europeos y una plata olímpica
Llegó al puesto de seleccionador en febrero de 2009 en sustitución de Aíto García Reneses y, después de alcanzar dos oros europeos y una plata olímpica con la mejor generación del baloncesto español, se marchó en noviembre de 2012 para “tomar aire y distancia”. Dos años y medio después, Sergio Scariolo (Brescia, 1961) regresa al lugar del éxito para ayudar a ese mismo grupo a coronar su leyenda en los Juegos de Río tras el batacazo en el Mundial. La idea de “compromiso colectivo”, un proyecto “a largo plazo” para gestionar el relevo del equipo y la posibilidad de compatibilizar el cargo con una deseada aventura en la NBA le convencieron para intentar desmentir que al lugar donde has sido feliz no debes volver.
Pregunta. El puesto de seleccionador ha estado vacante cerca de ocho meses y, a pesar de ser desde el primer momento el principal candidato, su nombramiento se ha dilatado en el tiempo. ¿Cómo ha sido el proceso?
Respuesta. Hubo muchas conversaciones. Una muy pronto, en octubre tras el Mundial, otra después… otra más adelante. Mi idea era tomarme un año sabático para acercarme al mundo NBA como he hecho, pero nunca cerré ninguna puerta. Cuando la federación tenía ya urgencia para tomar la decisión, coincidieron nuestros intereses y cerramos el acuerdo.
P. ¿La clave ha sido el plan de un proyecto a largo plazo?
R. Esa es la atracción principal. Entiendo que hay una necesidad de competitividad inmediata que pasa por intentar estar en los Juegos de Río para cerrar un ciclo como este equipo merece. Pero, por otro lado, es muy estimulante mirar más allá de 2016 como viene recogido en nuestro acuerdo. Será un reto complicado, pero hay una serie de jugadores jóvenes que quizá no tengan el nivel de talento de los que les han precedido, aunque pueden ser competitivos. No hay que confundir presente y futuro; eso lleva a tomar malas decisiones, pero hay que ir sabiendo lo que hay que hacer a partir de 2016.
P. ¿Tiene el compromiso de la generación de oro de que estarán en el Eurobasket?
R. Es un tema muy individual que depende, sobre todo, de su estado físico cuando terminen la temporada. Eso sí, conocer el respeto y el aprecio que todos o casi todos los jugadores le han hecho llegar a la federación es un respaldo importante y te hace sentirte más fuerte. Existe una base de confianza, de respeto mutuo y de ganas de volver a colaborar.
Conocer el respeto de los jugadores te hace sentirte más fuerte”
P. Su afirmación de que no se les caerán los anillos en caso de tener que disputar el preolímpico para conseguir el billete a Río es pesimismo o realismo.
R. Esa vía la tenemos que tener clara desde el principio para no caer después en la decepción y en la desmotivación si tuviésemos que afrontarla. En las últimas competiciones, dos o tres equipos han estado por delante de España. Intentaremos llegar a la final y ganar el Eurobasket, pero el objetivo es estar en los Juegos y si toca remangarse lo haremos con humildad.
P. ¿Es un peso que su primera etapa sea difícil de emular?
R. Es un estímulo. La situación competitiva ha cambiado. Los rivales han evolucionado y nuestro equipo ha sufrido un deterioro. Hay muchos gigantes ahí fuera preparados para dar guerra. Sería un peso si no se valorara eso.
P. ¿Queda algún problema o alguna relación deteriorada de su ciclo anterior?
R. Hubo muy poco de eso. Cuando se gana tanto uno tiende a quedarse con los recuerdos buenos. Parte de la tarea del entrenador es decir ‘no’, ‘ahora no’, ‘tú no y el sí’ y tomar decisiones individualmente desagradables, pero eso en un jugador que tiene claro que primero está el equipo y luego viene su ego no debe de dejar ninguna consecuencia.
P. ¿Su principal mérito fue encontrar el equilibrio entre la autogestión y el orden?
R. No era una fórmula mágica ni un compromiso a ciegas. Yo me fiaba de ellos fuera del campo y ellos se fiaban de mi gestión en la cancha porque eso llevaba a conseguir los resultados que buscábamos. Eso nos llevó al éxito.
Merece la pena poner en peligro el pasado brillante para cerrar este ciclo”
P. ¿Le quedó algo por hacer?
R. Pequeñas cosas. Algunos ajustes, decisiones concretas en partidos determinados, pero nada estratégico. En las grandes cosas y en las decisivas no veo grandes errores. No ayudaría, además, tener cuestiones pendientes. Aunque la mayoría de los jugadores vayan a ser los mismos, han pasado más de dos años y son diferentes. La clave será hilar muy fino para conseguir que el equipo tenga una identidad técnico-táctica en plazos muy cortos.
P. ¿Qué le dice a los que piensan que segundas partes nunca fueron buenas?
R. Esa frase ha estado muy presente en mi cabeza, pero este es un momento en el que hay que echar una mano. Podía pensar egoístamente ‘para qué tocar algo que quedó tan brillante’, pero merece la pena poner en peligro aquella trayectoria porque es un momento complicado en el que hay que ayudar por encima de lo que a uno le convenga. Me siento en ese deber por el respeto y cariño que tengo por muchos de los jugadores.
P. ¿Vuelve por lealtad?
R. Sí. En parte si vuelvo por lealtad. Es una decisión en la que ha influido más el corazón que el cerebro, sin duda.
P. ¿Ibaka o Mirotic?
R. Es una situación que no hemos afrontado aún. Son dos grandes jugadores y la elección no es una cuestión de calidad. Son muchos factores a tener en cuenta... disponibilidad, disposición, entusiasmo, estado físico... Todavía es pronto.
P. ¿Cuál es el mejor y el peor recuerdo de su anterior etapa?
R. El peor, el triple de Teodosic desde luego. El mejor es más difícil. Han sido tres medallas, y es como decir si quieres más a tu hijo o a tu hija.
P. ¿Qué será lo primero que haga cuando se reúna con los jugadores?
R. Mirarles a los ojos. Individualmente. Me ha tocado decir y escuchar cosas desagradables, pero siempre con la lealtad de saber que estamos en el mismo barco. Más que un discurso colectivo trataré de restablecer unas correctas relaciones individuales.
P. ¿Habrá más saludos con la mano o más abrazos?
R. Nos hemos abrazado mucho en estos años, pero tampoco uno se puede abrazar cada vez que se ve. Tenemos una tarea profesional tan compleja que el respeto estará por encima de la amistad entre jugador y entrenador.
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