El naufragio de Sergio Ramos
El Madrid, de nuevo con el defensa ejerciendo de mediocentro, estuvo impreciso, falló 90 pases, corrió 7,7 kilómetros menos que su rival y sufrió más que nunca atrás
El Real Madrid corrió 7,7 kilómetros menos que la Juve, falló 90 pases, no remató a puerta ni una sola vez en la segunda parte, sufrió como nunca en defensa y tuvo a un Sergio Ramos desorientado de principio a fin, pero según Carlo Ancelotti los suyos hicieron un buen partido. “Hemos intentando controlar el juego y la posesión. A pesar de que el 1-1 era un buen resultado, jugamos un partido de ataque. Era difícil encontrar espacios”, analizó el técnico italiano en la sala de prensa. “En algunos momentos lo hemos hecho bien, tocando bien. Hemos tenido nuestras oportunidades y tenemos que repetir en el partido de vuelta. Nos hará falta paciencia”, añadió.
Naufragó el Madrid anoche en Turín. Naufragó Sergio Ramos de medio centro. Naufragó Gareth Bale, que nunca entró en el partido. Naufragó Varane, nervioso como nunca se le había visto. “No ha sido sólo Sergio… hemos tenido más errores de lo habitual, también atrás. Hemos estado poco precisos en los pases porque la presión de la Juve era alta. Sergio ha hecho un buen trabajo, igual que en los partidos anteriores”, le defendió Ancelotti. Defender a Ramos es una forma de defender también sus decisiones y apuestas.
El técnico del Madrid tiene a tres mediocentros puros en la plantilla para sustituir al lesionado Luka Modric (Khedira, Illarramendi y Lucas Silva) pero no confía en ninguno de ellos. Por lo que, ante el partido clave de la temporada, la vuelta de los cuartos de Champions contra el Atlético, colocó a Ramos en la medular. No le salió mal. Repitió en Sevilla, tampoco le salió mal. Y volvió a repetirlo anoche. Pero en Turín el central no tuvo su noche. Perdió nueve veces la pelota (fue el que más perdidas tuvo después de Marcelo). Fue también el que más pases falló en el centro del campo.
Se le vio desubicado, incapaz de hacerse con los tiempos del partido. Fuera de posición, también porque no es su posición. En muchos tramos del encuentro jugaba incluso por delante de Toni Kroos evidenciando todas sus carencias en la salida de balón. Esa no es la posición que mejor se ajusta a sus características. 86,7 fue el porcentaje de acierto de pases que tuvo el Madrid anoche, uno de los más bajos de la temporada (únicamente en la eliminatoria contra el Schalke y en el partido contra el Basilea había empeorado ese dato).
El de Sergio Ramos fue sólo uno de los principales problemas que sufrió el conjunto blanco en Turín. Ancelotti no lo vio. O si lo vio, no hizo nada para arreglarlo en la segunda parte. En vez de retrasar la posición del defensa para que jugase incrustado delante de los dos centrales, Ramos siguió donde estaba. Igual de perdido.
Ancelotti apeló a la mala suerte: la contra de Tévez que terminó en el gol de penalti del argentino (2-1) nació de un rechace tras un disparo de Marcelo en el área bianconera. Hubo mala suerte en esa circunstancia, sí. Y torpeza por parte de Carvajal. Pero el Madrid nunca fue a por el partido. La Juve arrancó bien en los primeros 15 minutos, presionando arriba, marcando, intimidando al rival. Lo mandó en confusión. Pero sufría cada vez que Cristiano, James e Isco apretaban y filtraban pases entre líneas.
Y, sin embargo, no lo aprovechó el Madrid. Después del gol del empate de CR, James estrelló un cabezazo en larguero y Marcelo remató fuera el rechace. Ahí se acabó la contundencia de los blancos. “La Juve está viviendo un momento de gracia, ha aprovechado el entusiasmo que tiene. Nosotros nos planteamos ganar el partido, intentamos ganarlo pero no lo conseguimos. El resultado no es bueno pero tampoco es tan malo. Hay que pasar todavía por el Bernabéu”, comentó, esperanzado, Ancelotti.
Entusiasmo es, precisamente, lo que nunca tuvo el Madrid anoche. “Sobre el papel ellos eran mejores que nosotros, pero también existen la condición física y las ganas de ganar”, resumía Buffón. Las tuvo la Juve, nos las demostró el Madrid, que a pesar de todo está a un gol de la final de Berlín.
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