Rakitic regala el alma y hasta los calcetines
El croata y el Sánchez Pizjuan evidencian el sentimiento que une al jugador del Barcelona con Sevilla
“Esta siempre será tu casa”, se leía escrito en un trapo colgado anoche del fondo norte del Pizjuán donde viven los Biris. “Desde el día que firmé por el Barcelona estoy pensando en este momento”, ha reconocido el croata Ivan Rakitic camino de Nervión. Volvió ayer, jugó poco, se fue llorando, con los calzones puestos, tras haber regalado la camiseta, las botas y los calcetines y el alma a la afición sevillana. “Soy muy tímido, si no, les doy más cosas”, bromeó después.
Lo que he vivido hoy se me quedará grabado toda la vida"
Rakitic, que siempre será el capitán de la tercera Copa de UEFA, la que el Sevilla ganó en Turín al Benfica, salió del campo con los ojos húmedos, consciente de que Sevilla, la tierra donde nacieron su esposa y su hija, es su casa, la tierra a donde siempre ha de volver. Rakití perdió la batalla que ayer Emery le planteó en el campo, y las paso canutas con Vitolo. Dijo que no le iba a afectar la presión pero a la hora de la verdad, le afectó la que le impuso el centro del campo blanco.
El vínculo del barcelonista con la capital andaluza es indestructible e indisimulable. Rakitic estuvo en Sevilla en Semana Santa aprovechando el parón de selecciones. Volvió a jugar al pádel con sus amigos del barrio obrero de Pino Montano, de donde es su mujer. A ellos les dijo lo bien que estaba en Barcelona y lo grande que era el club catalán. También que echaba de menos Sevilla y al club, mucho más familiar y reconoció que no ha encontrado un lugar en la capital catalana donde le pongan un buen salmorejo a su gusto. Por eso de vuelta se llevó varios botes hechos por su suegra, una sevillista de casta que siempre fue su crítica más dura en sus días como jugador del Sevilla. Rakitic también estuvo en la ciudad deportiva y visitó a sus compañeros, a los que se enfrentó ayer y con los que se abrazó al término del partido.
Con lágrimas en los ojos, habló de la experiencia en su regreso al Nervión. “Lo que he vivido hoy se me quedará grabado toda la vida. Ha sido muy especial y muy bonito volver ante la afición del Sevilla. Yo ya lo dije. Mi marcha fue un hasta luego, no un adiós”, dijo el croata en los pasillos de la que, no hay duda, siempre será su casa, allí donde el sábado por la noche dejó el alma y regaló hasta los calcetines.
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