Brasil despluma a Francia
Oscar y Neymar catapultan a la renacida selección de Dunga y dan buena cuenta de la gallardía de Deschamps
Brazalete blanco, pelo mohicano y sonrisas por doquier. Neymar disfruta con la selección de Brasil porque es el referente y el desequilibrio, el jugador franquicia que todo lo resuelve. Y, entonado como anda en este curso con el Barça de cara a puerta, no quiso estropear su idilio con el gol con la camiseta verde-amarela al firmar el tanto definitivo para desbravar a una Francia gallarda. Suma 43 redes –quinto en la historia a tan sólo cinco de atrapar a Zico- y en su país ya se apuesta cuándo rebasará a Pelé (77). No fue, en cualquier caso, su mejor partido. Aunque sí fue la reafirmación de un Brasil que renace y recupera crédito, un equipo al fin en mayúsculas que no practica el jogo bonito pero sí un fútbol vertical que alcanzó para aguar la fiesta que rememoraba a la final del Mundial de 1998, cuando Francia se impuso con contundencia al Brasil de Ronaldo (3-0).
FRANCIA, 1 – BRASIL, 3
Francia: Mandanda; Sagna, Varane, Sakho, Evra; Sissoko (Kondogbia, m. 74), Schneiderlin, Matuidi (Giroud, m. 84); Valbuena (Payet, m. 82), Benzema y Griezmann (Fekir, m. 74).
Brasil: Jefferson; Danilo, Thiago Silva, Miranda, Filipe Luis; Luiz Gustavo (Fernandinho, m. 90), Elías (Marcelo, m. 91); Willian (Douglas Costa, m. 84), Oscar (Souza, m. 86), Neymar; y Firmino (Luis Adriano, m. 88).
Goles: 1-0. M. 21. Varane. 1-1. M. 26. Oscar. 1-2. M. 56. Neymar. 1-3. M. 68. Luiz Gustavo.
Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA).
Stade de France. Unos 70.000 espectadores.
Al contrario que en épocas pasadas y recientes, cuando el equipo era una banda de líos y embrollos, Francia se lo tiene creído. Y parecen sobrarle argumentos. No tiembla para sacar el balón jugado y es valiente en su apuesta defensiva porque aun sin presionar la salida rival, atosiga tras el primer pase y adelanta la línea de la zaga hasta el semicírculo central para plantear un duelo en escasos 25 metros. La propuesta parecía arriesgada ante Brasil, que cuenta con jugadores de velocidad endiablada como Neymar y Willian por los costados. Ocurrió, sin embargo, que Brasil perdió hace lustros su capacidad de síntesis en el pase y acumula centrocampistas con mazos por pies como Luis Gustavo y Elías, tan físicos como poco solidarios en el ejercicio de construcción. Pero Brasil también está con aires –ha ganado los siete partidos desde que regresara Dunga- y tiene un discurso tan diáfano como efectivo, basado en la presión alta, defensa férrea y electricidad en las zonas concluyentes. Le falta, en cualquier caso, mezclas y ritmo en la distribución.
Tenía el balón Brasil en defensa y no encontraba rampas que le llevaran a la portería defendida por Mandanda. Poco se supo de Danilo y sólo Filipe Luis (titular por delante de Marcelo) daba bocados por la izquierda hasta conectar con Oscar, futbolista que anoche desacreditó a la teoría de que recuerda al Curioso caso de Benjamin Button -a cada ocasión juega peor en el Chelsea- porque actuó de catapulta. Como en ese pase de entrelíneas a Neymar, que trató de cruzar el disparo, golpeo frágil con el interior del pie que el portero descartó. Pero el protagonismo era de Oscar, que también le cedió el cuero a Firmino (delantero de Dunga hasta que regrese Diego Tardelli), que probó sin éxito un disparo de larga distancia. Hasta que en una de esas, Filipe se la dio a Oscar, hizo la pared con Firmino y, desde el suelo, la embocó a gol por debajo de las piernas de Mandanda. Era el empate a uno.
Antes había hablado Francia, aunque casi siempre a balón parado. Le costó horrores al equipo galo desmembrar a la defensa brasileña a través del toque, sin que los sucesivos movimientos del generoso Benzema –capitán bleu por primera vez- surtieran efecto. Tampoco había una palanca sobre la que gravitara el juego, ausente Pogba por lesión, por lo que Griezmann pululaba por el campo sin presencia y Valbuena se desgastaba en carreras estériles. Pero a balón parado eran más fieros. Avisó Benzema con un remate que se celebró en la grada pero que Jefferson despejó a tiempo con una manopla de aúpa; y definió Varane, que saltó por encima de todos para picar el remate y cruzar el balón a la red.
Sí que pidió más pelota Griezmann en el segundo acto, libre de moverse por todo el frente del ataque, artífice de la agitación en campo ajeno. Pero el equipo de Deschamps se atascó en los metros finales y eso fue una penalidad enorme porque este Brasil no perdona. Gracias a la presión avanzada se cobró un par de oportunidades. Un disparo de Luis Gustavo que despejó de forma excepcional Mandanda; y otra definitiva de Neymar. Robó Elías y se la entregó con velocidad a Willian, que desbordó con el control y le filtró la pelota a Neymar, que llegó por el costado izquierdo y resolvió con un zapatazo ante la salida de Mandada. Un poco del 10 que fue demasiado para Francia. Ni siquiera le alcanzó a balón parado, por más que Thiago Silva casi se metiera un balón en propia puerta; ni tampoco con Benzema, que remató solo y desde el segundo palo un nuevo centro lateral de Valbuena con el interior y la envió a las nubes. Así que Luiz Gustavo atendió un córner con un testarazo y puso la guinda para Brasil. También impuso el silencio en el Stade de France.
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