Cuatro horas para conmover

Hace seis años, la primera mañana de los Europeos en pista cubierta de Turín, la protagonista fue la vallista Josephine Onyia, que desapareció del hotel del equipo español. Regresó a Valencia. Al parecer, según la Federación Española, estaba enferma; en realidad, la europea le había prohibido participar mientras se le tramitaba un expediente por dopaje, que concluyó meses después en una sanción de dos años. Tras un nuevo positivo, Onyia regresa en Praga con el equipo español como si nada hubiera ocurrido, con un valor atlético similarmente impresionante (llega con una discreta marca de 8,01s, pero tampoco ha forzado para acercarse a los 7,84s de sus grandes tiempos), y capaz de ganar una medalla. Pero algo sí que ha ocurrido: en esta ocasión a la federación ni le gustaría su medalla; ni siquiera le ha gustado a sus técnicos seleccionarla, lo que han hecho por imperativo legal.

De los restantes 29 atletas del equipo español los técnicos no solo desean su presencia sino que la necesitan: la de algunos, los más jóvenes, para medirlos en una competición, un Europeo en pista cubierta, que es ideal por gratificante: una buena actuación suele estar premiada con una medalla que justifica todo el esfuerzo realizado para llegar; la de otros, los más veteranos y expertos, para asegurar el mínimo de triunfos que eviten una depresión.

“Le pillaré el rollo a la pista y disfrutaré arriesgando”, dice Okutu de la de longitud

Mientras el director técnico de la federación, Ramón Cid, sigue advirtiendo de la alta densidad de las marcas de los participantes, de la igualdad de registros altos que complican la consecución de medallas, para los más optimistas las posibilidades de podios ascienden a seis, lo que no se ha conseguido al menos desde 2007 (en los tres últimos Europeos, 2009, 2011 y 2013, se lograron cinco, cuatro y cuatro medallas, respectivamente). Serían las que consiguieran Kevin López en 800m (donde no correrá, enfermo, el polaco Adam Kszczot, el único europeo que planta cara a los africanos, quien este invierno ha corrido en 1m 45,77s); Adel Mechaal en 3.000m, Pablo Torrijos en triple, Borja Vivas, ya subcampeón al aire libre tras el intocable David Storl, en peso; la cubana residente en Italia Indira Terrero, bronce al aire libre, en 400m, y la imbatible en Europa Ruth Beitia en altura.

Borja Vivas, séptimo, y Úrsula Ruiz, quinta, estarán en la final de peso

Mientras ayer, en un peculiar prólogo dedicado al peso y la longitud, se clasificaron para la final de hoy Vivas (7º, 20,16m, en peso: gran igualdad por el segundo puesto tras el inalcanzable alemán Storl, que pasó de 21m), Jean Marie Okutu (quinto en longitud, 7,86m en su tercer intento, falló uno de los favoritos, el francés Gomis). “Le pillaré el rollo a la pista, tan flotante, y disfrutaré arriesgando en los seis saltos de la final. Una chapa serían palabras mayores”, dijo Okutu, gallego de Marín nacido en Benín, y Úrsula Ruiz (quinta en peso, 17,44m, dos centímetros menos y tres puestos mejor que hace dos años: se nota la progresiva deshormonización de las lanzadoras del Este), el gran día, la gran tarde, para el atletismo español, llegará mañana por la tarde, cuando, a la sombra tan alta de Renaud Lavillenie, quien seguramente logrará, y con gran marca, su cuarto oro europeo indoor, cuatro españoles podrían disputar como favoritos, entre las 16.30 y las 19.45, cuatro finales, generando un carrusel de emociones: cuatro horas para conmover y chillar.

Será entonces, a las 16.30, el momento de Ruth Beitia, contra sus viejas conocidas Licwinko, Kasprzycka, Kuchina y Sjolina (dicen que está tocada), con las que se bate regularmente desde hace media docena de años. A las 18.40, si no ha tropezado en la calificación, comenzará a saltar Pablo Torrijos, quien acude con la segunda mejor marca de los participantes, 17,03m, récord de España, conseguido hace dos semanas. Ausentes los franceses Teddy Tamgho (el campeón del mundo, el único saltador actual que roza los 18m, está lesionado-sancionado) y Benjamin Compaoré (campeón en Zúrich), y los italianos Fabrizio Donato y Daniele Greco, su gran rival será el resucitado portugués Nelson Evora, quien, con 17,19m, es el único otro europeo que ha saltado más de 17m este invierno. A las 19.10 será la final de Terreno, en la que también se comprobará la progresión de Aauri Lorena Bokessa, la otra española finalista en los Europeos al aire libre de Zúrich (y maravillarán ante la británica de 20 años Seren Bundy-Davies, que ha corrido un segundo más rápido que ellas este invierno), y a las 19.45, sin apenas tiempo para recuperar la respiración, Mechaal tendrá la ocasión de su vida en los 3.000m, en los que uno de sus grandes rivales será Jesús España, El León de Valdemoro, quien se ha cortado ya el pelo, como hace en las grandes ocasiones, y se niega a dejar que el tiempo le atrape.

La sobremesa del domingo será para Kevin López en los 800m (15.30) y para ilusionarse con lo que pueda hacer en la última prueba del heptatlón, los 1.000m, el joven Jorge Ureña, quien ya ha pasado de los 6.000 puntos, una cifra respetable.