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Un despegue doble

Suárez y Muguruza se citan en cuartos de Dubái e inician su asalto al top-10 al ganar a Kvitova (número tres) y Radwanska (ocho)

Juan José Mateo
Muguruza celebra su victoria.
Muguruza celebra su victoria. ALI HAIDER (EFE)

Las puertas de la élite se derriban así: a patadas. En octavos del torneo de Dubái, Carla Suárez ganó 6-3, 4-6 y 6-3 a la checa Kvitova, que es la número tres y doble campeona de Wimbledon; y Garbiñe Muguruza venció 6-4 y 6-2 a la polaca Radwanska, que es la número ocho. Las consecuencias de esas dos victorias son múltiples. Uno: las españolas jugarán hoy en cuartos (13.00 aproximadamente, Tdp), lo que asegura que una tenista de La Armada competirá una semifinal sobre cemento, territorio prohibido hasta hace poco. Dos: la canaria, que es la número 13, ya sabe que puede ser top-10 si gana el torneo. Y tres: siendo tan distintas en lo físico (1,62m la canaria; 1,82m la hispanovenezolana), en lo técnico (una mastica el punto y la otra lo devora) y en lo emocional (introvertida y extravertida), las españolas volvieron a demostrar que no hay un único camino hasta la victoria.

Carla Suárez, en un partido de esta temporada.
Carla Suárez, en un partido de esta temporada.LUC CLAESSEN (AFP)

“Garbiñe o [la canadiense] Bouchard tienen una autoestima muy determinante, les gusta la presión”, explica Xavi Budò, técnico de la canaria, sobre la diferente forma en la que las dos españolas se expresan sobre la pista. “A veces Carla es más de compartir que de competir. Hay que trabajarlo. Ella es tímida y humilde en un mundo de desparpajo. Eso, o lo tienes innato, o tienes que adquirirlo…”, argumenta. “A lo largo de su carrera, las opciones que se le han escapado se han ido por quedarse pequeña y no creerse que es grande. Para llegar al top-10 necesita valentía y determinación”, cierra.

La mezcla de esas dos tensiones (quién es y quién quiere ser) quedó reflejada en el final del encuentro. Tras un esfuerzo que requirió de tanto músculo como inteligencia, Suárez consiguió alcanzar la bola de partido. En dos de esas opciones definitivas, presa de los nervios, cometió doble falta. La tensión desnudó que su punto débil es la estatura, y que nada lo refleja mejor que el servicio. El estrés, también, demostró que está alcanzando un punto de madurez desconocido: en lugar de derretirse frente a esos dos borrones mayúsculos, se rehízo hasta conquistar la victoria.

A los 26 años, Suárez solo ha ganado un título. A los 21, Muguruza tampoco llega a los dos. El camino que les queda por recorrer para alcanzar el objetivo del top-10 es grande. Los datos, sin embargo, no mienten. Han iniciado su despegue. Llegarán o no, pero en 2015 sus carreras protagonizan una progresión ascendente. Suárez, que perdió a la primera en Australia, ha ganado sobre cemento a dos top-10 en lo que va de curso. Muguruza, que emborronó sus cuartos de Roland Garros 2014 cayendo a la primera en Wimbledon y el Abierto de EEUU, ha levantado cinco veces los brazos frente a finalistas de torneos del Grand Slam en 2015, y lleva ya ocho victorias frente a top-10 en su carrera. En Dubái, por ahora, no les frena ni la élite de la élite.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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