“A los pibes les falta pasión”
Suele decirse que en el fútbol argentino solo hay dos tipos de jugadores que merece la pena ver: unos son las jóvenes promesas; otros, algunos y solo algunos de los veteranos que regresan de Europa para ofrecer su experiencia y categoría al equipo de sus amores. Diego Alberto Milito (Buenos Aires, 35 años) pertenece a este grupo exclusivo. Volvió al Racing Club en julio del año pasado, asumió las funciones de jefe, jugó a gran nivel y fue el hombre clave en el campeonato que la Academia ganó en diciembre, y que defiende a partir del pasado viernes, día en que comenzó el insólito campeonato de 30 equipos del fútbol argentino.
Pregunta. ¿Qué convierte a un jugador en ídolo?
Jugar en un grande de Europa como el Inter me llegó a los 30 años, y lo valoré mucho”
Respuesta. Creo que hay que ganar títulos. Es lo que te marca, y yo he tenido la suerte de ser partícipe en los últimos dos de la historia de Racing. Me siento un privilegiado. Pero no me gusta ni siquiera mencionar eso de ser o no ser ídolo. Soy un agradecido a la gente, entiendo que me quiere y así me lo hacen sentir. Es un motivo de orgullo, pero nada más.
P. ¿Y la identificación con una camiseta?
R. Obviamente, pero no es tan fácil volver al club en el que uno creció o del que es hincha. Hay muchas cosas de por medio: contratos, otros clubes… y también está la familia, los hijos. En eso también soy un afortunado, porque mi familia me apoyó en esta nueva aventura y pude cumplir uno de mis sueños que era volver.
P. Pero hay muchos que prefieren ir a ligas exóticas que pagan grandes contratos. ¿Se lo planteó?
R. Es algo muy personal. En mi caso siempre supe internamente que iba a volver a Racing. Soñé con retirarme con esta camiseta y siempre dije que cuando volviera quería estar bien para poder ayudar al equipo dentro de la cancha. Era todo un desafío para mí, porque además venía de una lesión importante, pero fui muy positivo, me preparé mucho física y mentalmente, y gracias a Dios salió todo bien.
P. ¿Es más difícil adaptarse al fútbol europeo cuando se va o al argentino cuando se vuelve?
R. Sinceramente, yo tuve la suerte de adaptarme bastante rápido en los dos casos. En Europa traté de adaptarme a la idiosincrasia de cada país. Para mí irme a Italia significó un cambio no solo futbolístico sino de vida cotidiana, pero enseguida pude congeniar con todos y entender su manera de pensar. Y con el fútbol argentino, si bien siempre lo sentí como propio porque nací y crecí en él, volver también fue un reto, porque era reinsertarse en un fútbol en el que hoy para estar a la altura hay que estar muy bien, sobre todo físicamente.
P. ¿Con qué fútbol argentino se ha encontrado?
R. Uno muy parejo donde cualquiera puede ganarle a cualquiera, y muy físico, en el que se corre muchísimo. Tal vez no abundan como en mi primera época en Argentina esos equipos de gran calidad, con tres o cuatro jugadores diferentes por equipo. Pero es muy competitivo, porque el argentino de por sí lo es, por algo nos buscan de las grandes ligas.
P. El fútbol argentino vive hoy de sus jugadores jóvenes, ¿cómo ve a esta nueva generación?
R. Creo que el fútbol en sí, y el mundo, han cambiado. Cuando era pibe yo vivía para este deporte. Los chicos de hoy no lo ven de esa manera. No digo todos, porque siempre hay excepciones, pero en líneas generales veo que toman el fútbol como un trabajo, y yo creo que hay que tomarlo como una pasión. Si bien siguen saliendo grandes talentos en la Argentina, hoy a los más pibes les falta esa pasión. Me acuerdo que cuando era chico me desvivía por ver los partidos grandes de la Champions; hoy eso no es así.
P. Muchas veces se dice que los jóvenes ya no escuchan a los mayores. Usted es la voz de la experiencia en el vestuario del Racing, ¿le hacen caso?
R. Yo trato de hablarles pero sin ser muy pesado, porque también hay que tratar de entenderles a ellos. Nuestro grupo en el Racing es extraordinario, con una gran predisposición al trabajo, y me escuchan con atención y humildad. Pero sí es verdad que eso pasa. En Italia era incluso peor. Aquí en cierta forma existe el hambre de crecer y progresar; en Europa tienen, entre comillas, todo más servido, todo parece más fácil y los chicos valoran menos dónde están. Era una discusión frecuente con algunos jóvenes tratar de que se dieran cuenta dónde estaban. Yo siempre cuento que a mí la posibilidad de jugar en un grande de Europa como el Inter me llegó a los 30 años, y me aferré a ese club porque era lo que siempre había soñado y lo valoraba mucho. Y tal vez no todos lo hacen, porque llegan más fácil o a otra edad. Es algo que intenté inculcar a los jóvenes.
Hoy los jóvenes piensan más en estar en internet que en el juego”
P. Tal vez ellos perciban que todo lo que rodea al fútbol valora hoy más el negocio que el juego.
R. Puede ser. Quieras o no, la televisión o las redes sociales te llevan a perder un poco la pasión por el juego mismo o por vivir para esto. Yo pienso las 24 horas en el fútbol porque es lo que me gusta, y creo que es adonde se debe volver. Hoy los jóvenes piensan más en estar en internet, en las redes sociales o en Twitter que en el juego. Quizás yo esté algo chapado a la antigua, pero fue lo que me llevó a hacer la carrera que hice.
P. ¿Qué le dio Europa?
R. Europa te abre la cabeza. No solo creces en lo futbolístico sino también en la vida social. Jugar en una liga grande de allí te da experiencia y al mismo tiempo la sabiduría de aprender la idiosincrasia de cada país. Estar en otro país, sentirme extranjero, luchar por un objetivo son cosas que se reflejan adentro de la cancha.
P. Muy pocos entrenadores europeos han trabajado en Sudamérica, ¿cree que un Mourinho o un Guardiola se adaptarían a este ambiente?
R. Es muy difícil que un técnico europeo tome en serio la aventura de venir, entre otros motivos porque aquí no están los recursos económicos. Ellos tienen un fútbol muy competitivo en Europa, es su casa, creen que lo mejor está allí y es justo que lo piensen. No lo veo factible.
P. Aunque sea una fantasía, ¿cómo sería Mourinho entrenando al Racing?
R. Me cuesta imaginarlo pero creo que sería como allí. En definitiva, lo que uno tiene dentro lo traslada siempre más allá del continente o el equipo que dirija.
P. ¿Cómo es Mourinho?
R. Sin dudas, uno de los mejores entrenadores que he tenido durante mi carrera, no solo porque está superpreparado, sino por lo que genera y porque tiene la gran virtud de lograr sacarle a cada jugador el cien por ciento. Es un técnico que tiene una gran gestión de grupo, que es fundamental. Los títulos que ha ganado en cada país hablan por sí solos.
P. Vista desde Italia, ¿se llegó a entender la polémica permanente que creó durante sus tres años en el Real Madrid?
R. Él se pone siempre por delante para defender a sus jugadores, y crea muchas de esas polémicas como protección del grupo. Así lo hizo en el Inter, nosotros lo entendimos de esa manera y tuvimos la fortuna de que nos fuera muy bien.
P. ¿Se queda con el año del triplete con el Inter o el título ganado en el Racing?
R. Son difíciles de comparar y no me gusta hacerlo porque cada título tiene su sabor especial. En 2010 tuve el pico máximo de mi nivel. Fue un año espectacular a nivel personal y colectivo. Pero el campeonato con Racing lo disfruté de una manera especial por su significado. Soy hincha del club, y volver después de 11 años en Europa y ser campeón con el club que uno quiere es inexplicable.
P. ¿Es más difícil ganar un título o defenderlo?
R. Je. Las dos cosas. Ganar es muy complicado, y más como le tocó a Racing, que venía de quedar casi último en los dos torneos anteriores. Llegaron un entrenador y 14 jugadores nuevos, una idea nueva. Lo que hemos hecho ha sido muy bueno y ahora viene lo lindo, que es tratar de revalidar lo que hicimos. Que tampoco va a ser fácil.
P. En Argentina lo habitual es que cuando se logra armar un buen equipo enseguida se desintegre porque los mejores se van transferidos, ¿cómo se vive con esa dinámica?
R. Con normalidad. Sabemos que el fútbol argentino necesita de estas ventas para seguir subsistiendo, es la cruda realidad. Hay mucha diferencia monetaria y se hace imposible mantener a los jugadores, sobre todo si acabas de quedar campeón. Está claro que no nos gusta desarmar el gran grupo que tenemos, pero no queda otra que tratar de suplantarlos de la mejor manera e intentar seguir siendo tan competitivos como lo fuimos el año pasado.
P. Mencionó antes 2010 como su gran temporada. Fue un año de Mundial. Estuvo en Sudáfrica pero jugó poco, ¿siente como deuda pendiente no haber sido el 9 de la selección argentina?
R. Me hubiese gustado. No lo tomo como deuda pendiente porque hice todo para tratar de jugar más. He estado en muchas convocatorias, en un Mundial, en dos Copas América, pero no he tenido la suerte de jugar con continuidad. Debido entre otros motivos a que Argentina siempre ha tenido grandísimos delanteros que pasaron por grandes momentos. Pero también lo he tenido yo y no tuve la posibilidad de demostrarlo. Me queda tal vez esa espinita, pero no me reprocho nada. Siempre disfruté cuando fui a la selección, soy un privilegiado y para mí sigue siendo un orgullo haber vestido esa camiseta.
P. ¿Y ya cerró ese capítulo de su carrera? ¿O todavía no?
R. Hoy no pienso en la selección, no creo que sea fácil ni factible, pero de ahí a cerrar las puertas…. dependerá del nivel que tenga. Pienso que de mitad de cancha hacia adelante Argentina está bien cubierta, tiene jugadores de gran calidad que están pasando un momento bárbaro en Europa y sé que hoy por hoy es complicado.
P. ¿Entonces?
R. Te aseguro que jugar para la selección de tu país es lo máximo. Soy consciente que no es fácil, pero no digo que cierre la puerta. La ilusión sigue estando domingo tras domingo.
P. La última: ¿qué piensa de una liga de 30 equipos?
R. Es raro. No me parece lo mejor y nunca me ha tocado jugar un torneo así, pero lo decidieron los presidentes de los clubes y habrá que jugarlo y ver cómo se desarrolla.
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