La electricidad sucumbió al Dakar
El coche de Bosch y Payá, con cuatro baterías de 400 kilos, aguantó dos etapas
Que su presencia en el Dakar iba a ser histórica estaba claro. El desafío de participar por primera vez en la historia con un coche eléctrico en la prueba más exigente para cualquier vehículo envolvía la gesta en un halo de misterio, curiosidad, y escepticismo. ¿Cuánto aguantará? ¿Hasta dónde llegará? ¿Será competitivo? Finalmente, la breve experiencia vivida por Albert Bosch y Agustí Payá ha dado respuesta a esas y a otras incógnitas.
“Estamos eufóricos aunque solo hayamos completado dos etapas”, se arranca Bosch. “¡He flipado con el coche! Tenía mis dudas al principio, pero al final, con la única queja gorda con la que me voy es que pesa mucho porque llevamos muchas baterías [cuatro, de unos 400 kilos de peso cada una]. Con 500 menos sería un coche supereficiente, mucho más que todos los demás juntos”, apunta. Oficialmente su participación en el Dakar duró una sola etapa. Sin embargo, ambos conservan la tarjeta que se les entregó al comienzo de la tercera y que acredita que completaron la segunda. “He descubierto que el Dakar es sobre todo tiempo, es un rodillo que te va atrapando. Si tienes cualquier incidente estás perdido. Más aún si, como nosotros, necesitas un tiempo de recharging de energía tan grande [de 45 minutos a una hora]. Ese ha sido nuestro gran problema”, señala Agustí Payá, copiloto de Bosch, ingeniero de formación, y responsable del diseño del coche.
Ambos padecieron un incidente mecánico en la segunda etapa. “Hemos abandonado por motivos dakarianos, como cualquier otro coche”, advierte Bosch. “No podemos juzgar el futuro en base al presente porque todo está pasando muy rápido. Nosotros hemos hecho de rompehielos, y esperamos poder aprovecharnos en el futuro de todo esto”, añade Bosh.
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