Marc Coma toca el cielo
El piloto español logra su quinto Dakar tras completar una prueba sin errores técnicos Se coloca a sólo uno del récord de Peterhansel en motos
Sólo el último día se permitió el lujo de creérselo. Manteado por sus compañeros de KTM, tocando el cielo con las manos, Marc Coma se liberó del miedo, de la experiencia convertida en precaución, y se dejó llevar por la pasión que supone convertirse en pentacampeón del Dakar. Ni los 17 minutos de ventaja con los que contaba respecto a Paulo Gonçalves, segundo, antes de que se iniciará la última etapa, le sirvieron para abandonar la tierra y vencer la gravedad. Nada hasta el último momento, hasta llegar a Baradero, en un día lluvioso, que para el de Avià fue el más soleado de los últimos 17 de competición, en el que logró la gesta de atrapar al icónico Cyril Despres, también ganador de cinco títulos en moto, sólo superado por Peterhansel, único poseedor de un récord que ahora parece más en peligro que nunca para el francés.
“Estoy muy contento y muy orgulloso. Ha sido una carrera muy exigente, donde el ritmo ha sido altísimo y llevarme a casa la quinta victoria es algo que ni en el mejor sueño de mi vida me lo hubiera podido imaginar”, aseguró Coma, quizás algo mareado por el vaivén aéreo al que le sometieron sus compañeros, pero que no evitó que las arrugas de la felicidad, esas que le esconden los ojos cuando sonríe, estuvieran más presentes que nunca.
"Quizá yo he tenido un puntito más de suerte", señaló tras acordarse se sus rivales
“Tuvimos que sobrepasar un problema en el segundo día. Eso nos retrasó en la clasificación y a partir de ahí hubo que cambiar un poco la estrategia para recuperar. Sabíamos que las etapas maratón iban a ser clave y así lo han sido. Gestionar estos días ha sido la clave. Con el equipo que tenemos y la gente que hay alrededor creo que esta quinta victoria dice mucho de todos nosotros”, añadió, todavía ensimismado con lo que acaba de conseguir. También tuvo palabras para Gonçalves, segundo, y Barreda, que terminó en 17º lugar, sus principales rivales. “Joan y Paulo lo han puesto muy difícil, el nivel ha sido altísimo, pero eso le da valor a la victoria. La gente se pensaba que si no estaba Cyril esto podía ser más fácil para mí, pero no lo ha sido para nada. Quiero felicitar a los dos, porque quizás no han tenido ese puntito de suerte que igual yo sí que he tenido. Creo que ambos pueden ganar tranquilamente en el futuro”, valoró el pentacampeón, que cruzó la meta de ayer en quinto lugar.
Ni siquiera el mal tiempo, protagonista voluntario durante las tres semanas de competición, estropeó el desenlace. Sí logró detener la carrera en el kilómetro 101, para certificar lo que desde el viernes se sabía. Que Coma podría deshacerse por fin de ese cinturón que lo ha mantenido amarrado a una prudencia a prueba de euforias. A pesar del barro que acumulaban sus rivales en el mono, una etapa más Coma apareció casi impoluto. Buen navegante (todos sus rivales destacan que posee una memoria fotográfica), cuidadoso con el estado de su moto y rápido, pues a fin de cuentas, el ganador es siempre el que menos tiempo invierte en completar los cada vez más interminables recorridos del Dakar.
El catalán destaca por ser buen navegante, cuidadoso con su moto y, por supuesto, rápido
Así es este barcelonés de 38 años, del que se puede decir que a pesar de estar asomándose a los 40, cuando conduce siente la misma pasión que cuando era pequeño. “A lo mejor hay otros a los que les cuesta entrenarse. A mí no, yo siento pasión por esto y no me importa nada el sacrificio que conlleva”, subraya.
Cauteloso hasta el extremo, no se creyó que ganaría hasta que no llegó a Baradero, lugar del final de la especial. Antes se cansó de repetir que “todavía queda mucho” y “no hay nada definido”, porque así es cómo se tranquiliza. Viejas experiencias le amparan en ese comportamiento. Aunque ya son cosa del pasado, en 2007 se cayó y tuvo que abandonar en la 13ª etapa siendo líder con una hora de diferencia sobre Despres. Cinco años más tarde sufrió una avería en la caja de cambios también a falta de una sola etapa, y cedió el liderato de nuevo al piloto francés. Una retahíla de sinsabores que le han vacunado contra la celebración previa.
Pero no ayer, cuando ya ligero de cargas mentales y físicas observó un sol radiante en el nublado cielo de Baradero. Su quinto sol, uno que lo mantendrá libre de temores durante mucho tiempo.
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