El Athletic descubre la tranquilidad
El Espanyol se muestra como un rival inofensivo en San Mamés
Se les suponía a un anfitrión educado y a un invitado que no levanta la voz un partido de buenas maneras, de esos con conversaciones tenues sobre lo cambiante que está el tiempo, que los niños crecen sin darte cuenta, que ¿qué tal la mayor?, ¿y el pequeño? Conversaciones de ascensor que dichas en una reunión de postín adquieren la condición de elegantes. Y así iba la cosa. El Espanyol pudo hacer daño en dos remates de Sergio, pero no procedía ante tan educada concurrencia y el Athletic se sumergía en un mar de invitados sin encontrar el pasillo que organizaba la casa. El Athletic era un grupo confuso y el Espanyol una familia dispersa. Para el equipo de Valverde, la banda izquierda era como un castigo sin postre. Por allí se arrancó Viguera sin más detalle que el azul turquesa de sus botas. Luego, Valverde lo alternó con Muniain sin más visibilidad que el fosforito de sus botas naranjas. Por la derecha, De Marcos se sentía más extraño que un pingüino en la costa del sol. El Espanyol parecía un grupo bien organizado. 4-1-4-1 para llenar el salón de bailarines. Pero su vals estaba desafinado.
ATHLETIC, 3- ESPANYOL,1
Athletic: Iraizoz; De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga; Susaeta (Beñat, m. 67), Iturraspe, Mikel Rico, Viguera; Muniain (Unai López, m. 89) y Aduriz (San José, m. 82). No utilizados: Herrerín, Gurpegui, Bustinza e Ibai Gómez.
Espanyol: Casilla; Javi López (Arbilla, m. 67), Colotto, Álvaro, Fuentes;, Cañas; Stuani, Abraham (Salva Sevilla, m.56), Víctor Sánchez, Lucas (Caicedo, m. 56) ; y Sergio No utilizados; Pau López, Víctor Álvarez, Jordan y Bailly.
Goles: 1-0. M. 29. Aduriz. 2-0. M. 43. Viguera. 3-0. M. 77. Iturraspe. 3-1. M. 84. Víctor Sánchez.
Árbitro: Melero López. Amonestó a Lucas, Caicedo, Javi López, Salva Sevilla y Sergio García
Unos 48.000 espectadores en San Mamés
El sopor se secó cuando Aduriz sacó el pañuelo. Primero remató un córner sin oposición (cosa extraña, cuando en el aire es la reina de la fiesta) y por si fuera poco, su remate dio en el cuerpo de Stuani para descolocar a Casilla. Fue como un estornudo en el área, algo insolente e inesperado. Un cuarto de hora después, Aduriz cazó un balón pedido, lo amoldó, se trompicó, lo rescató y se lo dejó en la puntera de Viguera, con un toque inteligente, para que hiciera el segundo gol. Si levantar la voz, el Athletic se fue al descanso con dos goles y el Espanyol sin saber por qué.
Tras el piscolabis del vestuario, el partido perdió las formas. El Espanyol combinó mejor, es decir, más rápido, más profundo, como si por fin se hubiera quitad o el abrigo, o sea, un peso de encima. Caicedo le daba profundidad y Salva Sevilla le imprimía carácter, tanto que incluso disparó al poste tras una gran jugada. Pero el gol lo marcó Iturraspe al cazar un balón y disparar desde fuera del área. La pelota golpeó en el poste pero entró. Hay muchas maneras de dar en el poste.
Todo era extraño. la mejor respuesta en el marcador del Athletic no llegó en su mejor partido. Quizás tampoco fue el peor del Espanyol, que al menos pudo maquillar el resultado con lo que se solía llamar el gol del honor, de la honrilla o de todos los calificativos que tratan de secar las lágrimas de la derrota.
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