Un número uno hambriento

Por tercera vez, Novak Djokovic terminó una temporada como número uno del mundo. Azuzado por Roger Federer, que llegó a la Copa de Maestros con posibilidades de arrebatarle el puesto, el tenista serbio volvió a dejar muestras de su apetito infinito. Con 27 años y la paternidad recién estrenada, no solo devoró ayer por un doble 6-2 a Tomas Berdych para clasificarse para semifinales de la cita final, sino que en tres partidos apenas cedió nueve juegos en total ante sus rivales. Tremendo.

"Esto es increíblemente satisfactorio", dijo el serbio tras celebrar el número uno de la temporada a lo grande con su equipo y antes de enfrentarse este sábado a Kei Nishikori. "Es uno de los retos más difíciles al que se puede enfrentar un tenista". En un curso marcado por las lesiones de Rafael Nadal y el renacimiento de Roger Federer, Nole volvió a imponer su capacidad para asfixiar con su alto ritmo a los mejores en cualquier superficie: con el torneo final todavía sin terminar, el serbio puede presumir de haber sumado 18 victorias en 23 partidos contra los otros 10 mejores en 2014, por el 6-4 del español y el 16-5 del suizo. Señal de que su hambre no está saciada, como sus 30 victorias seguidas bajo techo.

Aún vivo en la lucha por el título final, 2015 ya está en el radar de Djokovic, que la próxima temporada, con 28 años, afrontará una prueba decisiva. Nole tiene siete títulos del Grand Slam. La marca,impresionante, no le coloca en el Olimpo de su deporte. Trece jugadores han ganado más que él, quizás con menos armas. Ese es ahora el reto del número uno: derrotar a unos coetáneos legendarios para apuntalar con más torneos grandes su sitio en la historia.