Un Atlético camaleónico
El cuadro de Simeone se impone al aéreo Malmoe con dos jugadas de tiralíneas coronadas por Koke y Raúl García
Obligado a olvidarse de ese juego combinativo que luce últimamente, el Atlético arrancó de Malmoe una victoria que le coloca al borde de los octavos de final. Un triunfo más le valdría para alcanzar el objetivo.
Antes de imponerse en el marcador, el equipo de Simeone tuvo que jugar uno de esos partidos intensos, de mucho choque, de más juego aéreo y poca pausa. Un tipo de duelo en los que primero se dilucida el cuerpo a cuerpo y después se juega a lo que se puede con el rechazo conquistado. El triunfo habla de un equipo camaleónico, capaz de afrontar toda clase de propuestas y de juegos. El de anoche, duro, vigoroso y de una exigencia física brutal. El choque fue de los que llenan a Simeone porque le hacen sentirse al frente de una tropa que no se arruga con el fútbol fuerza, aunque lo empezara a ganar con una jugada primorosa por abajo, excelsa desde su inicio hasta la culminación virguera de Koke, que es acero y seda. Se atreve con todo Kokinho, como le apodan en el vestuario. Anoche tuvo que correr más que jugar, pero dejó su impronta de futbolista completo con esa llegada desde atrás para culminar una jugada primorosa que calló las gradas del Swedbank, un ruidoso mar azul celeste.
MALMOE, 0 - ATLÉTICO, 2
Malmoe: Olsen, Tinnerholm, Johansson (Kroon, m. 63), Helander, Ricardinho; Eriksson, Adu, Halsti, Forsberg (Thern, m. 86); Rosenberg, Kiese. No utilizados: Azinovic, Konate, Concha, Rakip, Mehmeti.
Atlético: Moyá; Juanfran, Miranda, Godín; Siqueira; Arda (Cebolla Rodríguez, m. 76), Mario Suárez, Gabi, Koke; Raúl García, Mandzukic (Griezmann, m. 69). No utilizados: Oblak, Giménez, Gámez, Tiago, Cerci.
Goles: 0-1. M. 30. Koke remata de tacón un centro de Juanfran. 0-2. M. 78. Raúl García supera a Olsen desde dentro del área.
Árbitro: Mark Clattenburg. Amonestó a Gabi, Miranda, Godín, Juanfran, Halsti, Eriksson, Kroon.
Estadio de Malmoe. Unos 26.000 espectadores.
En una de las esquinas, la ruidosa hinchada homenajeaba con pancartas a Roy Hodgson, uno de los técnicos que convirtió al fútbol sueco entre finales de los años setenta y principios de los ochenta en una réplica del juego inglés del kick and run, golpear y correr.
Allí desde el palco, el propio Hodgson, actual seleccionador inglés, contempló ese manual tan primario que implantó. Su legado aún sigue vigente por lo que se pudo ver, pero también comprobó que siempre hay algo más desde la técnica como fue esa jugada que abrió el marcador. Las huellas de ese fútbol de otro tiempo estaban hasta en los saques de banda cercanos al área de Moyá. Hareide metía a casi todo su equipo en el área y los dos que dejaba para defender lo hacía cerca de la frontal del área rojiblanca.
Simeone ya debió intuir esa batalla por los aires que se le presentaba a los suyos al elegir a Raúl García y dejar en el banquillo a Griezmann. El Malmoe obligó al Atlético a un desgaste físico enorme y a Godín principalmente a dar un curso de frentazos y de cómo imponerse en los saltos ante tanto juego frontal. Godín gobernó una batalla sin líneas de por medio, plagado de atajos aéreos que provocaban los laterales de Malmoe generalmente con sus pelotazos directos.
El triunfo habla de un conjunto capaz de afrontar toda clase de propuestas
En medio de ese fútbol de contacto, de ráfagas interminables de balones largos, el Atlético construyó una jugada de tiralíneas. Salió Juanfran con la pelota controlada por su carril y sacó un pase por abajo a Arda, colocado ya para ejercer de pivote de fútbol-sala y aguantar la llegada de Raúl García, que volvió a proyectar a Juanfran. La rosca de este la cazó Koke en el aire para conectar lo que pareció entre un taconazo y una media espuela. Una obra de fútbol trenzado cuando las secuencias que producía el partido eran cascadas interminables de pelotazos largos. Poco antes, una jugada similar la pudo embocar Raúl García, pero esta vez apuntó a cuerpo de Olsen, cosa extraña en él en esas situaciones en las que su golpeo suele ser definitivo.
Apenas pasó apuros el Atlético en el primer tiempo, más allá del estresante fútbol aéreo que tuvo que combatir y alguna contra. Rosenberg condujo una y su pase dejó solo a Forsberg, que se perdió en un mal control cuando se plantaba solo ante Moyá.
La reanudación expulsó del vestuario a un Malmoe más decidido, pero con las mismas armas. Incrementó un punto su intensidad en una salida orgullosa que arrinconó al Atlético en su área. Ahí pasó el Atlético sus peores momentos. Le costaba salir de tanto empellón. Una buena volea de Eriksson la sacó Godín cuando parecía que entraba. Al poco, Miranda tuvo que cometer una falta en la frontal del área ante una buena maniobra de Thelln. La jugada dejó dudas porque pudo ser dentro. El rechazo de la ejecución, que venía de unas manos de Siqueira, le cayó a Rosenberg y este lo estrelló en el palo. Ahí pareció decidir Simeone cambiar el partido. Mandó calentar a Griezmann al que dio entrada por Mandzukic con la intención de matar a la contra.
Frenado y desgastado por el esfuerzo, el Malmoe terminó por desvencijarse cuando el Atlético empezó a hacer circular el balón. Intuyó que era el momento de cansar con la pelota. En otra buena combinación terminó por apuntillarle. Una jugada que ya le dio réditos en las semifinales de la última Champions en Stamford Bridge. Una apertura por encima de la defensa a Juanfran, que apareció por sorpresa. Su centro raso terminó en Raúl García tras un despeje y esta vez su disparo certificó que el Atlético peleó por arriba y ganó por abajo.
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