El imperio de la espesura
El Córdoba sigue sin conocer la victoria ante un Espanyol que se conformó con un punto sin exponer fútbol ni ambición
Quiso más el Córdoba ante un Espanyol tímido y despersonalizado. Los andaluces se entregaron a Fede, activo en la segunda mitad y perdido en la primera. El Espanyol nunca encontró a Sergio García, aburrido. En un partido típico de la espesura que impera en la zona baja de la clasificación, de mucho ímpetu y poco fútbol, de enorme igualdad, acabó reinando el empate. Y a cero, además. Un punto que sabe a poco al Córdoba, colista, que sigue sin conocer el triunfo, mientras que el Espanyol se consuela con otro y avanza después del triunfo cosechado la pasada jornada ante el Getafe. Además, rompió su gafe en Córdoba, donde siempre había perdido en sus ocho visitas ligueras anteriores.
Se mueve el Córdoba con mucha ansiedad. Los nervios atenazan a un equipo sin gol, al que le cuesta un mundo crear fútbol y que tiene a dos delanteros fuera de forma. Con el gigante Havenaar limpiado por Ferrer, al igual que Abel y Matos, da grima contemplar a Ghilas, pasado de kilos y fuera de forma. El argelino trabajó un montón, pero apenas remató a la meta de Casilla. Los apuros de los andaluces chocaron con un Espanyol al que le suele costar arrancar. Un equipo que vive de las apariciones de Sergio García y que no se expresa como debiera. Sobre todo en un estadio a priori fácil para los visitantes.
CÓRDOBA, 0-ESPANYOL, 0
Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Íñigo López, Pantic, Crespo; Ekeng, Luso; Fede, Rossi (Fidel, m. 72), Borja García (Xisco, m. 78); y Ghilas. No utilizados: Saizar; Iago Bouzón, López Garai, Pinillos y Fede Vico.
Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Álvaro, Fuentes; Cañas, Víctor Sánchez; Lucas Vázquez, Stuani, Salva Sevilla (Mattioni, m. 64); y Sergio García. No utilizados: Pau López; Bailly, Arbilla, Lanzarote, Álex Fernández y Caicedo.
Árbitro: Jaime Latre. Amonestó a Cañas, Crespo, Fuentes, Ekeng, Álvaro, Lucas Vázquez, Mattioni y Víctor Sánchez. Anuló un gol por claro fuera de juego al defensa Pantic, que remató adelantado con la cabeza para superar a Casilla.
El Arcángel. Unos 15.000 espectadores.
El Córdoba fue solo intensidad, sin orden ni fútbol. Sin ni siquiera las apariciones de Fede, que había animado otros partidos con su velocidad y su desborde. Ante la impotencia de los andaluces, el Espanyol se limitó a colocarse con orden y esperar un error que le permitiera adelantarse en el marcador. Los de Sergio dejaron pasar los minutos sin carburar, olvidándose de la capacidad de futbolistas como Salva Sevilla para generar fútbol. El almeriense, muy pegado a la izquierda, apenas tocó el balón. Más deprimido se vio incluso a Sergio García, que apenas protagonizó alguna jugada de mérito. En su incomparecencia, sobró una entrada a destiempo sobre el meta Juan Carlos.
Soporífero y sin jugadas dignas de mérito, el primer tiempo fue un auténtico tostón, solo aliviado por la pasión de una grada que tiene ganas de vivir el ambiente de Primera División, incluso con partidos de tan baja calidad. No hubo ocasiones, ni, aparentemente, ganas de tenerlas.
Mejoró el Córdoba en la segunda mitad. Despertó Fede, inquieto, con ganas de medir a Fuentes. El Espanyol ni olía el balón. Fue un guiño a la competitividad en un partido mustio, destinado al empate a la resolución en una acción puntual. Apretaron los andaluces y Fede probó a Casilla. Fue un aviso claro al Espanyol, amedrentado por la fogosidad de los locales. Sergio no se cortó al incluir a Mattioni por Salva Sevilla. Un cambio de marcado carácter defensivo que mostró las intenciones del Espanyol. Mejor el empate que la derrota, aunque fuera sin exponer nada y con muy poco fútbol. Y haciendo solo un cambio.
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