España vende baloncesto
La selección inicia en A Coruña la serie de ocho amistosos, en siete ciudades y dos países, con los que preparará el Mundial
La selección de baloncesto prepara su Mundial con la maleta siempre lista, igual que si fuera un grupo de misioneros empeñado en extender la palabra y la religión del baloncesto. España comenzó en A Coruña y ante Canadá (82-70) la serie de ocho partidos amistosos con los que llegará hasta la Copa del Mundo que organiza entre el 30 de agosto y el 14 de septiembre. El equipo que dirige Juan Antonio Orenga, favorito junto a Estados Unidos para celebrar el título, sudará a lo largo de siete ciudades y dos países distintos, ya que también disputará un encuentro el 14 de agosto en Turquía. Es España sometida a un sprint de seis partidos en 11 días, del 10 al 21 de agosto, cuando también viajará de Estambul a Las Palmas. Es un grupo de jugadores icónicos, con Pau Gasol a la cabeza, cuyas actuaciones sirven para financiar los éxitos de las selecciones inferiores, que se han subido más de 40 veces al podio en el último decenio; para extender y vender la marca baloncesto; y para intentar competir en la captación de jugadores y jugadoras con el fútbol, que todo lo devora.
Buscamos hasta 250.000 euros por amistoso. El objetivo es reinvertir el dinero en el futuro y el resto de competiciones José Luis Sáez, presidente de la FEB
“Sabemos que no somos el fútbol, pero queremos crear atractivo deportivo. El plan fundamental es poner en valor nuestros activos, y uno de ellos es la selección absoluta masculina, que nos sirve de catalizador para generaciones posteriores”, explica sobre el extenso programa de amistosos José Luis Sáez, presidente de la Federación española de baloncesto (FEB). “Por amistoso buscamos entre 200.000 y 250.000 euros”, añade el dirigente sobre los hasta dos millones que podría ingresar la FEB con la gira; “pero nuestro objetivo no es ganar ese dinero, sino invertir en el futuro al reinvertirlo en contribuir a que el baloncesto esté presente en todos los sectores, en las familias cuando deciden a qué deporte se dedicarán sus hijos, en los colegios, en el entretenimiento; también en mantener todas las competiciones en todas las categorías; en baloncesto femenino y en el proyecto Universo Mujer [de promoción de los equipos femeninos], al que dedicamos casi cuatro millones al año; y en nuestros 21 proyectos sociales”, sigue Sáez. “Lo primero es la programación deportiva. Esa es materia sensible, y los jugadores están encantados. Nosotros siempre tuvimos una política de entre siete y nueve amistosos de preparación, porque es lo ideal. Te habitúas a la competición, donde jugaremos cinco de seis días, y luego, ojalá [si España se clasifica], competiremos día sí y día no. Hay que buscar que la preparación se parezca lo máximo posible a la competición”.
Nada se deja al azar. Los ejecutivos de la federación valoran el aforo de los pabellones que acogerán los encuentros, la implicación de las empresas de la zona, el impulso de las instituciones y el apoyo de los clubes y federaciones locales. Así, puesta frente a un exigente programa de preparación, España, que en el primer amistoso no pudo contar con Rudy Fernández, con un esguince leve, ni Abrines, con problemas en un brazo, se concentró el día 25 de julio. En consecuencia, empleará más de un mes en prepararse para intentar engrosar el palmarés de una generación que ya ganó el Mundial en 2006, que presume de dos platas olímpicas (2008 y 2012), que camina con paso seguro cuando juega en Europa y que busca revancha tras haberse quedado fuera del podio en la Copa Mundial de 2010.
“¿Nerviosismo? No. Noto ganas de empezar a competir”, reconoció durante la semana el seleccionador sobre lo prolongado de la concentración. “Lo que le gusta al equipo es competir. Tenemos ilusión y responsabilidad, también ganas de hacerlo bien. Todos son expertos, incluso el más joven, Alex Abrines, ya está preparado”, añadió en rueda de prensa. “Es una generación que nunca pensó en el rival sino en ellos mismos, los rivales nos lo dejan a los entrenadores”, apuntó. “El nivel que tenemos nos transmite pensar en nosotros mismos, en estar bien y llegar sanos y que el rival se tenga que preocupar de la anfitriona... y si somos nosotros, más”. Palabra de baloncesto.
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