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Un Mundial por piernas

En el país del ‘jogo bonito’ se vislumbra un campeonato de gran exigencia física, en el que el Brasil de mármol actual marque tendencia tras arrollar a España en la Confederaciones

José Sámano
Sergio Ramos, con unos niños como embajador de Unicef.
Sergio Ramos, con unos niños como embajador de Unicef.ALEJANDRO RUESGA

A unos 10 grados y con una humedad del 88%, España se abriga como puede en su gallega concentración, en medio de la nada, a las afueras de Curitiba, donde la televisión repica y repica imágenes de las inundaciones de estos días en el Estado de Paraná. Entre tanto, Holanda, su primer rival (el viernes a las 21.00, Telecinco y GolT), se destapa en la playa de Ipanema con unos 30 grados. Hay otros contrastes. Brasil se ha bunkerizado en un cuartel general a unos 100 kilómetros de Río mientras Alemania baila en Salvador de Bahía con aldeas indígenas y los ingleses visitan favelas cariocas. Otras selecciones están en vilo. Argentina en pleno cubre con su manto a Messi y se empacha de dulce de leche cerca de Belo Horizonte, y en la convivencia de Portugal no quitan el ojo a Fátima por dos motivos: las molestias de Cristiano Ronaldo y la epidemia de dengue que azota su zona de residencia, en la localidad paulista de Campinas, con unos 35.000 afectados en lo que va de año.

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Como se ve, el Mundial no es igual para todos, y menos en estas eternas vísperas, tiempo para que la FIFA estudie cómo poner el ventilador a sus corruptelas, los organizadores apuren a marchas forzadísimas sus deberes, Pelé haga bolos publicitarios para ensalzar lo que toque y, como contrapeso, Maradona saque el látigo contra el poder: “La FIFA es un poder feo, gana 4.000 millones de dólares y el campeón se lleva 35; esta multinacional se está comiendo la pelota y la gente debe saber que Bill Gates se gana la plata, pero Blatter [presidente de la FIFA] se lo lleva sin hacer nada”. Con la pelota en la sala de espera, son horas en las que el fútbol queda orillado y solo queda hacer cábalas sobre qué se espera del juego.

La Canarinha se bunkeriza, Argentina cubre a Messi y Portugal no quita ojo a Cristiano...
Scolari y Neymar.
Scolari y Neymar.Buda Mendes (Getty Images)

En el país del jogo bonito, hasta el expresidente Lula enfatiza estos días que Brasil se ha mutado al jogo feo. “Para nosotros, ser segundos sería como ser últimos”, subraya Roberto Carlos. Con el Maracanazo en el cogote, La Canarinha, amnésica en su viaje futbolístico del placer al deber, no ha sido refractaria a los lectores de resultados que ya abundan hasta entre la torcida. Es la tendencia, por más que el campeón actual, España, tenga otro sello. Lo de la Roja es contracultural, tan difícil como arriesgado de imitar y todo apunta a que será el grupo de Scolari el que marque tendencia. Su manera de devastar a los de Del Bosque en la Confederaciones de hace un año, con una infinita ansia, piernas hercúleas y los tacos como cuchillas —26 faltas sin tarjetas en la final—, le ha convalidado ante los demás. Ante aquel Brasil, los españoles, con la mente y los cuerpos flácidos, parecieron un coro de monaguillos. El primero en tomar nota ha sido Van Gaal, seleccionador holandés, que ya ha puesto en la pizarra cinco defensas para arrestar a los españoles. Habrá que ver si con los métodos de Van Bommel y De Jong en la final de Sudáfrica.

Mientras la mayoría escudriña cómo ajustar el campo de minas, España mantiene su dictado. Basta comprobar que, a la espera del encaje de Diego Costa, su verdadera fragancia sigue en el medio campo. Tan peculiar es esta selección que es en la zona de tránsito donde gestiona todo. Es el equipo del nueve falso cuando sus principales contrincantes tienen, precisamente en ataque, sus señas de distinción: Messi, Cristiano, Neymar, Rooney, Van Persie, Benzema, Luis Suárez… Solo Alemania, que se ha apartado de su tradición de arietes como vigas, también pone ahora el foco sobre el medio campo, supeditada al estilo refinado de Lahm, Schweinsteiger, Goetze, Kroos, Draxler y Özil.

Lo de la Roja es contracultural, tan arriesgado como difícil de imitar...

España, a su aire, sabe lo que le espera, ya lo pagó en la Confederaciones, a la que llegó con el depósito bajo mínimos y se topó con un Brasil a mil por hora y unas condiciones climáticas asfixiantes. Del Bosque tomó nota y ahora le preocupa más percibir en el grupo la mirada del tigre, comprobar que el apetito se mantiene. Ha enhebrado un grupo experto como ninguno y no por complaciente, sino por una cuestión mental. Ha comprobado que este equipo ha competido de maravilla incluso en la adversidad, como cuando tuvo que remontar en Sudáfrica tras el petardazo inicial con Suiza o tuvo que apretar los colmillos para ganarse en París la clasificación para Brasil. Esa es la gran baza de España, que sabe a lo que juega y lo que le espera. Y no es otra cosa que un Mundial por piernas, de gran exigencia física, por mucho que los futbolistas lleguen con el depósito al límite. Quizá por ello, nada mejor que el que corra sea el balón. Y que corra cuanto antes para combatir a la FIFA, el frío, el dengue, el Sol y lo que haga falta.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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