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García-López asombra a Wawrinka

El español se deshace (6-4, 5-7, 6-2 y 6-0) del número tres mundial, campeón en Australia y en Montecarlo, y teórico rival, según la lógica del ránking, de Nadal en semifinales

J. J. MATEO
García-López golpeando la pelota en su partido ante Wawrinka.
García-López golpeando la pelota en su partido ante Wawrinka.afp

Fue una jornada marcada por la lluvia, el frío y la suspensión de partidos. El último trueno, sin embargo, llegó desde una raqueta y retumbó por todo el torneo como un aviso para los favoritos: Guillermo García-López se deshizo 6-4, 5-7, 6-2 y 6-0 de Stan The Man Wawrinka, el número tres mundial, campeón este año del Abierto de Australia y del Masters 1.000 de Montecarlo, y teórico rival, según la lógica del ránking, de Rafael Nadal en semifinales.

"Estoy muy tranquilo, no me afectan las emociones", explicó el ganador. "He sabido cambiar muy bien de ritmo", añadió el español, al que le sorprendió cómo se había venido abajo su contrario.

Al suizo, todo un tímido, se le ha atragantado el título

La victoria del tenista de La Roda (Albacete), que llegó a París inspirado por su título en Casablanca y por un magnífico partido en el que casi le echó el lazo a Novak Djokovic en cuartos de Montecarlo, fue de las que cambian un torneo. La central de París estaba empapada. Corría poco la pelota. El juego exigía pulso firme para dominar el albero. Por todas las cosas que hizo bien el número 41, que afrontó el pulso con gallardía, bien plantado sobre la línea, la losa de los 62 errores no forzados de Wawrinka. Una barbaridad estadística para un tenista que juega siempre a la ruleta rusa, y que vive instalado en la tormenta desde que levantó la Copa en Melbourne. Al suizo, todo un tímido, se le ha atragantado el título.

"Siempre me pongo mucha presión", explicó el suizo. "Estoy jugando tan bien en los entrenamientos que espero mucho más de mí mismo en los partidos. Pequeños detalles no me hacen feliz. Incluso cuando estoy jugando correctamente no me siento feliz porque sé que puedo jugar mejor", se sinceró. "Sé que lo que digo es un lío, pero es así. Necesito volver a juntar las piezas del puzzle después de que todo cambie tanto: he ganado un Grand Slam, un Masters 1.000, soy número tres..."

Desde que se confirmó en la elite, y con la excepción del trofeo de Montecarlo, Wawrinka no ha pasado de octavos en ningún torneo y se ha inclinado contra un puñado de tenistas sin brillo en la armadura: Anderson, Dolgopolov, Thiem, Golubev, Haas... apellidos que retratan las dudas de su raqueta, resultados que cuentan cuánto pesan los equilibrios emocionales en un deporte en el que tener 29 años, como el chico de Lausana, no es necesariamente sinónimo de madurez competitiva.

Eso, colmillo retorcido y capacidad para sobrevivir en la tormenta es precisamente lo que le sobra a Djokovic: bajo el aguacero, y tras intercambiarse su raqueta por un paragüas con un recogepelotas, el serbio debutó ganando 6-1, 6-2 y 6-4 al portugués Joao Sousa.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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