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El Madrid tritura al Barça y acaricia el sueño

Sergio Rodríguez y Mirotic lideran la paliza de los de Laso, que se jugarán el título con el Maccabi

Robert Álvarez
Sergio Rodríguez bota el balón ante Sada.
Sergio Rodríguez bota el balón ante Sada.GIUSEPPE CACACE (AFP)

El Real Madrid se ganó ante el Barcelona el derecho a soñar hasta las últimas consecuencias. Nada más reconstituyente para el equipo de Pablo Laso que un clásico perfectamente sobrevolado antes de aterrizar en la final de la máxima competición, la que le ha dado brillo y esplendor con ocho títulos y le ha enmarcado en la historia de las mayores leyendas.

Frente a un Barcelona que empezó con ímpetu y acabó confundido, espeso y entregado, el equipo de Sergio Rodríguez, Llull, Rudy, Mirotic y compañía se ganó ese derecho a intentarlo de nuevo, a luchar por el título en la última casilla, el próximo domingo, ante un viejo compañero de fatigas de la casa, el Macabbi Tel Aviv. El equipo israelí se batió en una semifinal resuelta tras una batalla estremecedora, en la que tiró de épica y logró remontar 15 puntos en los últimos 11 minutos frente a un rival de lujo, que partía y ejerció muchos minutos de favorito: el CSKA de Moscú.

BARCELONA, 62; REAL MADRID, 100

Parciales: 20-20, 17-25, 11-28, 14-27

Barcelona: Huertas (7), Oleson (8), Papanikolaou (6), Lorbek (8), Tomic (16); Dorsey (5), Sada (-), Abrines (2), Nachbar (7), Navarro (3) y Pullen (-).

Real Madrid: Llull (11), Darden (6), Rudy Fernández (12), Mirotic (19), Bourousis (7); Sergio Rodríguez (21), Slaughter (4), Carroll (7), Mejri (2), Reyes (11) y Díez (-).

Árbitros: Christodolou (Gre), Belosevic (Ser) y Lottermoser (Ale). Nachbar, eliminado m. 37.

11.843 espectadores en el Mediolanum Forum de Milán. Se guardó un minuto de silencio por el accidente minero en Turquía.

Ese eufórico Maccabi será el último muro para el Madrid, ansioso de tomarse el desquite de su derrota en la final de hace un año en Londres ante el Olympiacos; un revés que mantiene abierta la caza y captura de la novena corona que se le resiste al Madrid desde su último triunfo, en 1995, con Sabonis, Arlauckas y Biriukov, y con Obradovic apuntando desde la pizarra.

La maravillosa cuadrilla de esta nueva ola madridista busca el máximo certificado a sus constantes exhibiciones de talento puesto al servicio de un juego coral eficaz y vibrante la mayor parte de las veces. Volvió a serlo ante el Barcelona, ante un rival que le había endilgado un sonoro revés hace una semana en el Palau. El inicio de la semifinal en Milán fue de lo más engañoso y enlazó directamente con aquel intrascendente partido de la Liga española.

Durante los cuatro primeros minutos se preguntó en el Mediolanum Forum de Milán por el Madrid. No hubo rastro. Un equipo destensado, desarreglado hasta el punto de dejar a uno de sus pívots con media patita fuera del partido en solo cuatro minutos, los que tardó Bourousis en sumar dos faltas y dejar en evidencia la deficiente labor reboteadora del Madrid. El Barcelona se arrancó con un 12-4. Darden, al que Laso volvió a asignar el marcaje de Marcelinho, también sumó su segunda falta. Pero el Barcelona no aprovechó ni los triples ni el trasiego que le llevó a visitar un montón de veces la línea de tiros libres (acabó con un paupérrimo 13 de 24).

El Madrid, a base de robos, de cambiar dinámicas con la entrada de Slaughter primero, de Sergio Rodríguez después y siempre con la velocidad y agresividad atacante de Llull remontó con la misma aparente sencillez con que se había dejado hacer (18-19). Mirotic, Sergio Rodríguez, con un par de triples y Rudy Fernández cambiaron el signo de la batalla.

El Barcelona se quedó congelado, estremecido por su reiteración en los errores de bulto, con tiros libres espantosos de Tomic. El Madrid se fue creciendo, abrió boquete y consolidó una primera ventaja sustancial de 11 puntos (20-31), con Felipe Reyes también decididamente metido en su papel resolutivo. El Barcelona se pasó más de cuatro minutos sin anotar.

Un triple de Navarro abrió la espita. Llovieron los triples. Cuatro consecutivos, dos para cada equipo, dejaron las cosas tal como estaban. Corrían los minutos con el paisaje a gusto del Madrid. Navarro, fuera de forma tras haber salido hace poco de una lesión, había comparecido de segundas, en lugar de un Oleson poco inspirado, como prácticamente la mayoría de sus compañeros.

Xavi Pascual trató de cambiar el panorama pero ni Sada, ni Abrines, ni Nachbar entraron con buen pie en un escenario en el que Sergio Rodríguez y Mirotic pasaron a campar a sus anchas. La diferencia fue aumentando de manera tremebunda, hasta los 39 puntos, como hacía muchísimos años que no se recordaba en un clásico, con la grada del Madrid reclamando los 100 puntos, la cifra que redondeó Carroll. El Madrid pasó a velocidad supersónica el clásico más desigual de las últimas décadas. Fue un chasco mayúsculo para el Barcelona y el mejor aval posible del Madrid ante la final en la que le aguarda el radiante Maccabi.

El Palacio de los Deportes, sede de la Final Four 2015

El Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid acogerá el próximo año la Final Four (final a cuatro) de la Euroliga de baloncesto, tal y como ha anunciado este sábado el consejero delegado de la competición, Jordi Bartomeu.

Según ha informado el Gobierno regional en un comunicado, los cuatro mejores equipos de baloncesto del continente se darán cita en Madrid del 15 al 17 de mayo de 2015 para lograr el máximo título europeo. La organización de esta fase final se suma a la que acogerá la región este verano con la Copa del Mundo de Baloncesto 2014.

El Palacio de Deportes, con una capacidad de hasta 16.500 espectadores, será la sede para las semifinales del 15 de mayo de 2015, mientras que la final y la disputa del tercer y cuarto puesto serán el domingo 17.

La Comunidad ya ha sido sede de la fase final de este torneo en dos ocasiones: 1967 y 2008. En la primera, celebrada en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, fue el club blanco el que conquistó este torneo. En la última, ganó el CSKA de Moscú.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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