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La nueva cultura del campeón

El Valencia Basket, campeón de la Eurocup y que jugará la próxima Euroliga, fue hace unos años un nuevo rico que ahora se ha adaptado a la austeridad para volver a lo más alto

Juan Morenilla
El Valencia Basket celebra el título.
El Valencia Basket celebra el título.Rodolfo Molina (GETTY)

El Valencia ha hecho de la necesitad virtud para ser campeón de Europa. La exhibición de poder en la final de la Eurocup ante el Unics Kazán (80-67 en la ida en la Fonteta tras llegar a mandar por 33 puntos y 73-85 ayer en Rusia) es la demostración de que al éxito se puede llegar por diversos caminos y de que el dinero no compra la gloria. No necesariamente.

El equipo naranja jugará la próxima Euroliga. Volverá a estar entre los más grandes. Ya lo estuvo hace unos años. Pero hoy viste otro traje muy diferente. En aquel 2003 en que debutó en la élite continental era un nuevo rico con ganas de comerse el mundo. El presidente, Juan Roig, estaba convencido de que el modelo empresarial con el que ha hecho de Mercadona un imperio triunfaría con igual solvencia en el mundo del deporte. Eran años de vacas gordas también en la ciudad, de grandes proyectos e inversiones megalómanas. La euforia caló al deporte, claro.

UNICS, 73; VALENCIA, 85

Unics Kazán (4+21+32+16): Zisis (5), Goudelock (22), Harangody (3), Kurbanov (6) y Vougioukas (11) -cinco inicial- Sokolov (7), Eidson (8), Mc Kee (5), Sergeev (-) y Veremeenko (6).

Valencia Basket (16+23+32+14): Van Rossom (11), Ribas (2), Sato (9), Doellman (26) y Dubljevic (4) -cinco inicial- Lishchuk (5), Lafayette (2), Rafa Martínez (14), Aguilar (8), Lucic (4), Triguero (-).

Árbitros: Luigi Lamonica (ITA), Recep Ankarali (TUR) y Elias Koromilas (GRE). Expulsaron por cinco faltas personales a Lishchuk (m.39)

Partido de vuelta de la final de la Eurocup disputado en el pabellón Basket Hall de Kazán ante 6.500 espectadores, unos 400 de ellos seguidores del Valencia. El equipo valenciano, que ganó en la ida por 80-67, campeón.

El Valencia reunió a golpe de cheque un quinteto de muchos quilates en el que podían formar Montecchia, Abbio, Rigaudeau, Oberto y Tomasevic. Pero la nube se esfumó y el golpe contra la tierra fue duro. De ahí ha crecido poco a poco, ya sin prisas ni aires de grandeza, otra fruta. Hoy el equipo ya no se llama Pamesa sino Valencia Basket, no hay siquiera patrocinador sino que en la camiseta está impreso el lema Cultura del esfuerzo, síntoma de lo que es este equipo, y las estrellas han dado paso a un equipo coral de gente sacrificada. El club del supermercado, como les llamaban, ha dado paso a un campeón austero. El presupuesto de este curso es de 10,8 millones de euros. Apenas 15.000 euros más de los gastos del pasado ejercicio. Lo que no se ingresa no se gasta. Hoy el modelo es otro. Roig cerró el grifo y de su bolsillo solo sale, si hace falta, alguna moneda para equilibrar la balanza.

Doellman, mvp de la final.
Doellman, mvp de la final.GETTY
Juan Roig cerró el grifo, hoy no hay patrocinador en la camiseta y solo se gasta lo que se ingresa

El nuevo Valencia lleva grabado el sello de Velimir Perasovic, un entrenador de equipo, aquel escolta de la mágica Jugoplastika que hoy sostiene que “en la anarquía no se juega bien”. No al menos un equipo como el naranja, sin primerísimas figuras. El capitán es Rafa Martínez, un obrero a las puertas de la gran generación española en la selección. Y el líder es Justin Doellman, un alapívot estadounidense al que ayer se rindió hasta Pau Gasol en Twitter: “Espectacular”. Será difícil que el Valencia pueda retener al mvp de la final, dado que el Madrid lo tiene en la agenda para cubrir la plaza de Mirotic si este vuela a la NBA.

Los 26 puntos y el dominio de Doellman en los dos partidos de la final dejaron en entredicho a los jefes de la Eurocup, que habían designado al base Goudelock, del Unics y exlaker, como el mejor del campeonato antes de que se jugaran los partidos decisivos, de igual modo que condecoraron a Andrea Trincheri como mejor técnico pese a que Perasovic ha vencido la última partida. El caso es que el balón decidió quién se merecía el título. No salió campeón el tirador sino el jugador. Y un Valencia con una nueva cultura.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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