En manos de Messi
El equipo de Sabella cuenta con el mejor futbolista pero no ofrece condiciones que garanticen un funcionamiento fiable
Solo un gigante de la magnitud de Messi podría compensar las profundas carencias de la selección Argentina. El equipo que dirige Alejandro Sabella cuenta con el mejor futbolista del mundo pero no ofrece condiciones que garanticen un funcionamiento fiable. Es como estacionar un Airbus en un aeropuerto de avionetas de fumigación. Hay una pista para despegar pero es corta y está salpicada de baches.
La suerte de Argentina dependerá de su maravilloso ataque, en donde destacan Higuaín, Agüero y La Pulga
Numerosas voces han comparado a esta Argentina de Messi con la Argentina de Maradona de 1986. Solo la presencia de las dos figuras dominantes del fútbol planetario emparentan a los equipos. A diferencia del conjunto que ganó el Mundial de México, esta selección no tiene un portero consolidado, ni una defensa de jerarquía, ni un centro del campo en el que abunde el oficio y el talento. En la pizarra Argentina es un equipo desequilibrado y sobre el terreno manifiesta problemas para elaborar el juego. Problemas que en las eliminatorias sudamericanas no se concretaron mientras compareció el genio de Messi, capaz de elevar al equipo por encima de sus posibilidades.
La suerte de Argentina dependerá de su maravilloso ataque, en donde destacan Higuaín, Agüero y Messi. El capitán asumirá funciones de enganche para coordinar a sus compañeros. A Messi le costará mucho hacer su juego sin la colaboración de Mascherano, Gago y Di María. Esta línea de volantes algo improvisada es la encargada de equilibrar un equipo con la defensa en gestación. Romero, el portero, lleva un año en el banquillo de suplentes del Mónaco; Fernández, Otamendi y Garay, los centrales, han rendido con altibajos; y los laterales son motivo de interminables pesquisas desde la retirada de Zanetti.
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