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Una epopeya inspiradora

La aventura de Knox-Johnston, primer hombre en dar la Vuelta al Mundo sin paradas y en solitario, dio forma a la Volvo

Robin Knox-Johnston, durante la edición de 1977-1978.Vídeo: Bob Fisher
Alejandro Ciriza

Mientras el Sunday Times preparaba su obituario y todo el mundo le daba por perdido, Robin Knox-Johnston (Putney, Londres; 1939) se batía con las olas, el cansancio y la soledad. Era la época en la que no existían los sistemas de navegación ni la comida liofilizada. Nada de asistencia material ni referencias más allá de un sistema radiofónico que acabó roto, al igual que el motor, la dirección y varias partes del casco del rudimentario Suhaili, la nave con la que el histórico marinero inglés completó su odisea. Una heroicidad de 313 días y 30.000 millas sobre las aguas del planeta. Una aventura oceánica que incscribió su nombre para la eternindad, puesto que Knox-Johnston se convirtió en el primer hombre que dio la Vuelta al Mundo sin paradas y en solitario.

Miembro de la Marina Mercante inglesa, con solo 29 años en su cartilla, el 14 de junio de 1968 comenzó el reto junto a otros ocho participantes. Ninguno de ellos lo concluyó. Uno a uno, por las inclemencias del mar y la exigencia de un desafío enorme, fueron cayendo por el camino en diferentes etapas. Solo el francés Bernard Moitessier resistió el ritmo de Knox-Johnstone, hasta que el galo, exausto y magullado, abandonó después de superar el Cabo de Hornos. “Un paraje glorioso”, en palabras de su adversario.

Guy Pearce y Anthony Churchill se inspiraron en su hazaña para crear una carrera de barcos por todo el planeta

En tierra apenas se tenían noticias del inglés, que superó todo tipo de vicisitudes en el trayecto. Bebió agua de lluvia durante meses; no tuvo contacto alguno con su mujer Suzanne -a la que conoció a lo ocho años- ni su hija Sara-; se las tuvo que apañar debajo de aguas a bajísimas temperaturas para parchear el cascarón de su barco, seriamente dañado; y sufrió una apendicitis que pudo costarle la vida, como él mismo relataba después a los medios de su país: “Estuve tres días doblado por el dolor. No estaba seguro de lo que era, pero consulté un libro médico y deduje lo que era. Eso, o estaba embarazado”. Su apéndice reventó y 18 meses después tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de emergencia. “Tuve la suerte de salir adelante”, admite ahora.

Aficionado al atletismo, el boxeo y las bicicletas, Knox-Johnston reconocía que no le gustaban en exceso los deportes de equipo y su predilección por la práctica individual. Y encontró en la Vuelta al Mundo una opción fascinante, un hermoso relato de superación a lomos del Suhaili, de 32 pies. “No era rápido, pero era fuerte como una roca”, recuerda. Hoy día, el barco, reacondicionado, está atracado en Falmouth (Inglaterra), punto de partida y destino final de su andadura. El 22 de abril de 1969, el inglés llegaba victorioso a ese puerto. El premio final, 5.000 libras (6.000 euros), lo donó a la familia de Donald Crowhurst, uno de los participantes de la prueba, con una empresa en bancarrota y que se suicidó tras hacer trampas e intentar engañar a la organización.

Durante la travesía, el apéndice del inglés reventó y pudo perder la vida: "Estuve tres días doblado por el dolor"

La epopeya de Knox-Johnston fue inspiradora. Tenía un potencial terrible. Así lo veían Guy Pearce y Anthony Churchill, dos miembros de la Marina Británica que le dieron una vuelta de tuerca a la idea y, tras reunirse en un pub de Portsmouth y encontrar un esponsor, la materializaron en la Whitbread Round the World Race. Es decir, en una carrera de barcos alrededor de la esfera planetaria: la actual Volvo Ocean Race. Knox-Johnston participó en la edición de 1977-1978, junto a su amigo neozelandés Peter Blake. No lograron la victoria a bordo del Heath's Condor, pero se quitaron la espina años después, en 1994, al conquistar el Trofeo Julio Verne -premia la circunnavegación marítima del mundo más rápida realizada con cualquier tipo de embarcación a vela, sin restricciones en el tamaño de la tripulación-.

Designado tres veces Navegante del Año en el Reino Unido, recibió la Orden del Imperio Británico en 1995 y su vida continuó ligada al mar. En 2007, a los 68 años, completó su segunda Vuelta al Mundo en solitario, a bordo del SAGA Insurance, finalizando cuarto en la VELUX5 Oceans Race. Era el más veterano de la prueba. Al fin y al cabo, él fue el origen de todo. El padre de la gran regata.

VÍDEO: El gran desafío de Robin Konx-Johnston

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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