El Madrid se pasea por las ruinas del Betis
El conjunto de Ancelotti golea con suficiencia (0-5) a un equipo deshilachado y paralizado como su portero Andersen, estático en los tantos de Cristiano y Bale que abrieron el marcador
A un lado de Sevilla solo hay cascotes. El Betis es un polvorín, en lo institucional y en lo deportivo. Entre sus escombros hurgó el Madrid, demasiado para un equipo, un club, al que hoy solo distingue su bulliciosa militancia, una hinchada tan predispuesta para el ánimo inicial como para pasar factura sin remilgos, ya sea contra el entrenador o el portero, lo mismo da. Este último, el danés Andersen, fichado por un secretario técnico ya despedido, fue el retrato de este Betis, un conjunto paralizado, con colista con mayúsculas. El meta ni se inmutó ante los dos primeros goles visitantes, una detonación en carrera de Cristiano y un pase a la red de Bale en un golpe directo. En ambas jugadas, Andersen fue una estalactita, sobre todo en el disparo del galés, que no era irremediable. Ni antes ni después hubo más historia que la que quiso el Real Madrid, acostado con los mismos puntos que Barça y Atlético, pendiente de sus retos dominicales ante el Levante y el Sevilla.
Betis, 0 - Real Madrid, 5
Real Betis: Andersen; Chica, Amaya, Paulao, Didac; Lolo Reyes (Caro, m.77), Matilla, Salva Sevilla (Juanfran, m.62); Baptistao, Jorge Molina y Rubén Castro (Vadillo, m.56).
Real Madrid: Diego López; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos (Nacho, m.72), Marcelo; Xabi Alonso, Modric; Bale, Di María (Illarramendi, m.69), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Morata, m.76).
Goles: 0-1. M. 11. Cristiano Ronaldo. 0-2. M. 24. Bale. 0-3. M. 46. Benzema. 0-4. M. 62. Di María. 0-5. M. 88. Morata.
Árbitro: Ignacio Iglesias Villanueva. Mostró tarjeta amarilla a Ramos (m. 19), Salva Sevilla (m. 26), Vadillo (m. 73) y Chica (m. 77).
42.421 espectadores en el Benito Villamarín.
Penalizado por su alborotado desgobierno en los despachos, el club de Heliópolis colgaba del tendal de Pepe Mel, nexo indiscutible con el beticismo, que le tenía por el único mesías. Despedido el entrenador que adoraba la grada, con su relevo, Juan Carlos Garrido, se ha abierto otra brecha. La gente ya no solo carga contra el palco, su nuevo técnico, que en nada ha mejorado al equipo, es otra diana. En el Villamarín no le pasan una, el equipo está a la deriva, sin timonel, deprimido, mustio, sin una tecla para el optimismo. Ante todo un Madrid, el partido fue un paseíllo para los de Ancelotti, que tiraron de infantería para despachar a su anémico adversario. Al Madrid le bastó con poco, nunca estuvo exigido. Se impuso en cada parcela del campo, en cada disputa, en lo táctico, en lo técnico, en lo anímico. A este Betis no le da ni para apretar los dientes.
Insistió Ancelotti con el molde que por ahora le parece más convincente. El italiano ha encontrado en Modric y Di María el mejor escudo para sus tres atacantes, CR, Benzema y Bale, futbolistas de mirada al frente y sin apenas retrovisor. El Fideo ha centrado su posición, lo que le permite tanto simultanear sus auxilios a Xabi Alonso como relevarse con Marcelo para proteger a Cristiano, liberado de todo aquello que no tenga que ver con el gol. Modric es un jugador para todo, quita, ilustra y pisa las dos áreas. Empieza a tener jerarquía y pasa por su mejor momento desde que llegó a Chamartín un poco de puntillas. Eran los tiempos de Khedira y el doble pivote defensivo. Modric no es ningún coladero y tiene más repertorio. Su maniobra en el tercer tanto, el centenar de Benzema como madridista, fue exquisita, un lujazo. El croata dio carrete al ataque y concluyó en el área local con un regate fulminante que puso de culo a dos zagueros béticos. También hubo huellas ofensivas de Di María, autor del cuarto tanto, el tercero del Madrid desde fuera del área. Esta vez, Andersen al menos se estiró.
El Betis jamás tuvo respuestas. De principio a fin fue un equipo deshilachado, sin presión alta, baja o media. No hubo visitante que se sintiera incómodo, el Villamarín era un océano. Al cuadro de Garrido le cuesta todo: parar, defender, crear y atacar. Ha perdido futbolistas de calado como Beñat, los fichajes no tienen miga y Rubén Castro es una sombra de lo que hace bien poco fue. En la actualidad, el Betis no tiene señas de identidad, es un conjunto, una institución en perpetua zozobra. Le puede la congoja, como en el quinto gol, con toda la zaga suspirando porque Morata estuviera en fuera de juego. Caramelo tras caramelo para el Madrid, que no se dejó ir y resolvió con extraordinaria suficiencia mientras Ancelotti parece haber perfilado el formato.
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