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Un infierno partido en dos

Melbourne alcanza los 43 grados y la organización suspende todos los partidos menos los de las pistas centrales Nadal y Federer pasan a la tercera ronda en tres sets

Juan José Mateo
Nadal se seca el sudor en uno de los descansos de su partido ante Kokkinakis.
Nadal se seca el sudor en uno de los descansos de su partido ante Kokkinakis. DAVID GRAY (REUTERS)

El día bulle con un infierno de más de 43 grados que obliga a suspender los partidos en las pistas exteriores y acaba entre los rayos que acompañan a una tormenta de verano. Bajo el techo de la central, y con el aire acondicionado puesto, Rafael Nadal gana 6-2, 6-4 y 6-2 al australiano Thanasi Kokkinakis y llega a tercera ronda. También a cubierto del sol, y en la segunda pista en importancia, que no le veía jugar desde hace un decenio, Roger Federer vence 6-2, 6-1 y 7-6 a Kavcic para mantener su sitio en los escenarios principales. El número seis sabe que eso tiene ventajas. Melbourne es un infierno partido en dos. Mientras los mejores avanzan protegidos por el techo de las dos pistas más grandes, el resto languidecen en una espera interminable, pendientes del calor, después de que se seque el agua del cemento, y quién sabe si mañana hasta del frío, porque bajarán drásticamente las temperaturas (20 grados). Como dijo Garbiñe Muguruza al llegar a tercera ronda: “Ves que la central se cubre, que tienes que jugar fuera [su partido ya estaba en marcha cuando se suspendió el resto], y es un poco injusto”.

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“Hay momentos en los que es mejor suspender porque se hace peligroso”, dijo Nadal, que ya jugó bajo techo en la edición de 2009, que sabe que ya está proyectada una tercera cubierta y que cada año el calor aprieta de lo lindo en Melbourne. “Ha habido muchos jugadores que lo han pasado muy mal”, siguió cuando le dijeron que algunos compañeros le regalaron los oídos al director del torneo diciéndole que eran profesionales y podían jugar en ese infierno. “Tiene que haber un organismo superior, en el que manden los médicos y que decida si las condiciones son óptimas o no. Esto es tensión, esfuerzo máximo, llevar el cuerpo al límite en unas condiciones que podrían ser peligrosas. No es una decisión que deba tomar el jugador”.

Es horrible. Va en contra de la naturaleza del ser humano”, señala Carla Suárez

El doctor del Abierto, convertido por sus condiciones extremas en un laboratorio para el Mundial de Catar 2022, lo tiene claro. Dio igual que el martes Dancevic viera a Snoopy antes de desmayarse. Que Tsonga tuviera que poner una toalla sobre su silla para evitar hacer un filete con su trasero, según bromeó luego. Que haya tenistas vomitando (Peng), otras de mirada vidriosa (Sharapova, que apuró hasta el 10-8 ante Knapp) y algunas que acaban con un golpe de calor y el rostro marcado a rojo fuego (Carla Suárez, que remontó un 2-5 para eliminar 7-6, 3-6 y 8-6 a Voskoboeva, que dejó en el mango de su raqueta marcas de sangre). Pese a todo eso, esto es lo que cree el doctor Woods, médico del torneo: “Como deporte, el tenis tiene poco riesgo de provocar problemas importantes por calor, comparado con las especialidades de carrera continua”. Y añade: “Cuando se alcanzaron los parámetros por los que se puede suspender el juego [combinación de temperatura, humedad y viento], se hizo”.

Esto es llevar el cuerpo al límite en unas condiciones peligrosas”,
apunta el mallorquín

En Melbourne ya ha habido once retiradas. Aunque todas tuvieron origen en una lesión, ninguno de los afectados vio reforzada su moral contra el dolor por la posibilidad de dejarse la piel “en un horno”. “Se pasa muy mal. Es horrible. Va en contra de la naturaleza del ser humano”, describió Suárez, que con su rival apuró 10 minutos de pausa entre set y set, a lo que solo tienen derecho las tenistas. “¿En qué otro deporte aparte del ciclismo se llega tanto al límite?”, subrayó la canaria, cuyo partido no se suspendió porque ya estaba jugándolo cuando se canceló el resto. “Esto es peligroso”, cerró. “Los jugadores deben llegar muy bien bebidos y comidos, y deben comer desde antes que otras veces, a la media hora de encuentro”, dijo el doctor Cotorro. “Deben usar hielos en todos los cambios, no solo en la región cervical, sino incluso en las piernas. Enfriar el cuerpo”.

Pasa en Melbourne. Abundan las pieles rojas. Hay chalecos llenos de hielo que se usan en cada cambio. Y, como en Wimbledon, donde solo la central tiene techo contra la lluvia, se juega a dos velocidades: mientras unos esperan a que se apague el infierno, otros, por decisión de la organización, compiten con aire acondicionado.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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