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El alemán de Reus

Sergi Roberto interpreta el manual del centrocampista azulgrana con una notable actuación

Sergi Roberto controla el balón.
Sergi Roberto controla el balón.Vicens Giménez

“Levántate, respira, sonríe y sigue adelante. Si luchas por lo que quieres, tarde o temprano llegará. ¡Feliz sábado!”, escribió una mañana en su cuenta de Twitter Sergi Roberto, después de quedarse fuera de una convocatoria con el primer equipo del Barça. Es de Reus, en febrero cumplirá 22 años y anoche fue titular. Jugó el segundo partido entero de manera consecutiva por vez primera en este curso y leyó con mayúsculas el manual de centrocampista del Barcelona, lo que viene siendo costumbre desde que fichó. A Sergi Roberto, de hecho, no se le recuerda un partido malo, por dinámico, inteligente y colectivo, desde que dejó el Nàstic y asomó en las divisiones inferiores de La Masia, siendo cadete. Ante el Celtic, volvió a demostrar que el Barcelona le debe una a su fútbol y que a poco que Martino le dé bola, está listo para coger la bandera del centro del campo. “Yo sé que esto es un proceso y sigo trabajando”, se limitó a decir después, vestido con pinta de ir esta mañana a la facultad, mochila incluida a la espalda.

“Me gusta más de lo que demuestro al hacer las alineaciones”, confesó Tata no hace ni un mes, convencido de que el de Reus está llamado a ser “la bandera del Barcelona”. Debutó el 10 de noviembre de 2010 en el primer equipo, de la mano de Guardiola sustituyendo a Maxwell en un partido de Copa ante el Celta; jugó ese mismo año en el Bernabéu contra el Madrid las semifinales de la Champions (0-2), reemplazando a Villa; y se estrenó en la Liga, en la última jornada, en La Rosaleda ante el Málaga. Pero desde entonces no ha tenido la continuidad que su talento reclama. Puede presumir de ser campeón de Liga y de la Champions que el Barcelona logró en Wembley, pero siendo tan sencillo como su fútbol, ni lo comenta.

Ha tenido varias ofertas de Inglaterra, pero no las ha querido escuchar

Futbolista vertical —“va per feina”, dicen sus compañeros—, en el equipo le elogian por práctico, directo y capaz de escoger siempre la opción que mejor libera al compañero. “Un pedazo de jugador”, le define Xavi. Físicamente más potente de lo que parece, es una pequeña dinamo que no para, se ofrece y recupera. “Parece alemán”, dicen de él en el cuerpo técnico, como elogio y para diferenciarlo de futbolistas menos físicos, como Iniesta o Xavi, al tiempo que se celebra tener alguien de su capacidad para ocupar espacios y escoger pase. Aunque sea señalado por diferente, huele al viejo libro de estilo de los que se han criado, como él, en La Masia. “Es el futuro del equipo”, dijo Alexis. “Entiende muy bien el juego del Barça y tiene llegada”, aseguró Zubizarreta. “Es fácil jugar con estos compañeros”, respondió el volante. Y fue rotundo Martino: “Ha jugado dos partidos muy buenos y puede ser incluso más decisivo, pero insisto en que mis alineaciones no hacen justicia a la idea que tengo de él”.

Tan talentoso como disciplinado tácticamente, quemó etapas a velocidad de vértigo en su carrera hasta que encontró tapones en su camino, y se pasó casi cuatro años en el filial, algo que hubiera desesperado a cualquiera. “Ha tenido ofertas de media Premier y ni las ha escuchado”, cuentan quienes le llevan los asuntos. Lejos de quejarse, aunque su sonrisa delata que las mata callando, ha perseverado en vez de lamentarse, lo que últimamente está de moda entre algún canterano. “¡Otro hubiera mandado al Barça a freír espárragos!”, cuenta alguno de los que ha crecido a su lado; los mismos que apuntan a que si dejó constancia de su talento en la goleada al Celtic, quizá se deba a una cuestión vital, que remite a un sueño de niño en Reus: triunfar en el Barça.

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