1977-1978: La seguridad, una lección bien aprendida (I)
Clare Francis, primera mujer patrón; Zulueta y Vidal, pioneros españoles
La primera regata Vuelta al mundo a vela demostró que las dificultades pueden convertirse en tragedia, así que la seguridad fue el principal objetivo de la segunda edición. Todos fueron obligados a extremarla. El reglamento fue publicado dos años antes y exigía a todos los barcos instalar líneas de vida a lo largo de la embarcación.
En esta ocasión, la prueba prometía ser un duelo implacable entre los equipos y, aunque mantenía el espíritu de aventura, también hubo una mayor profesionalización, ya que alguno de los competidores contaba con barcos diseñados específicamente para la prueba. Dos de ellos, el Kings Legend y el Flyer, ambos diseñados por Sparkman & Stephens, protagonizaron una de las regatas más reñidas en 40 años de historia de la Whitbread / Volvo Ocean Race. El primero era un moderno cúter (velero con un solo mástil y varios foques) con una tripulación profesional dominada por americanos; el segundo, un queche tradicional (velero de dos mástiles) con un solo tripulante con experiencia oceánica, el resto eran prácticamente desconocidos, incluido su patrón, el industrial holandés Cornelis van Rietschoten.
El 27 de agosto de 1977, 15 embarcaciones con 168 tripulantes en representación de 12 naciones tratan de ocupar la mejor posición en la línea de salida de Portsmouth. Hasta regresar pasarían siete meses y recorrerían 26.780 millas náuticas en cuatro etapas, siendo el puerto de Sidney (Australia) reemplazado por el de Auckland (Nueva Zelanda).
Nombre, nacionalidad y patrones de los 15 barcos participantes
Flyer (Holanda) / Cornelis van Rietschoten
King's Legend (Reino Unido) / Nick Ratcliffe
Traité de Rome (EEC) / Phillippe Hanin
Disque d'Or (Suiza) / Pierre Fehlmann
ADC Accutrac (Reino Unido) / Clare Francis
Gauloises II (Francia) / Eric Loizeau
Adventure (Reino Unido) / James Watts – David Leslie – Ian Bailey-Willmont – Robin Duchesne
Neptune (Francia) / Barnard Deguy
B&B Italia (Italia) / Corrado di Majo
33 Export (Francia) / Alain Gabbay
Tielsa (Holanda) / Dirk Nauta
Great Britain II (Reino Unido) / Rob James
Debenhams (Reino Unido) / John Ridgway
Japy-Hermes (Francia) / Jean Michel “Jimmy” Viant
Heath's Condor (Reino Unido) / Leslie Williams – Robin Knox-Johnston
La primera etapa entre Portsmouth y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, 7.200 millas náuticas (13.334 kilómetros) y un tiempo aproximado para realizarla entre 37 y 40 días. Segunda etapa entre Ciudad del Cabo y Auckland, con la salida prevista para la última semana de octubre y un recorrido de 7.600 millas (14.075 kilómetros). El tiempo de navegación, entre los 34 y 37 días. La tercera etapa: Auckland-Río de Janeiro, con salida a últimos de diciembre del puerto neozelandés y rumbo al Cabo de Hornos, tal vez el punto más difícil y peligroso de la prueba. La distancia de unas 7.400 millas (13.704 kilómetros) y un máximo de 37 días de mar. Finalmente, la cuarta etapa entre Río de Janeiro y Portsmouth con la salida la primera semana de marzo, y llegada a primeros de abril, un mes aproximadamente de navegación y 5.700 millas, 10.556 kilómetros de recorrido.
Primera presencia española
Entre las tripulaciones se encontraban los dos primeros españoles participantes en la prueba; uno, el bilbaíno Enrique Gutiérrez Zulueta, que formaba parte del el GB II, uno de los barcos destacados en la primera edición y que también lo sería en esta segunda. Zulueta se había formado como marino en veleros de instrucción y contaba con varios miles de millas como tripulante. El otro, Enrique Vidal, a bordo del italiano B and B Italia, de 16,62 metros, uno de los barcos más pequeños de la flota. Un año antes Vidal había participado en la regata transatlántica Ostar a bordo de un robusto Puma 34 de construcción nacional, el Castañuela, con el que terminó en una buena posición tras la dura prueba de cruzar el Atlántico Norte en solitario.
Clare Francis, con el ADC Accutra, fue la primera mujer patrón en la Whitbread. La británica, con una tripulación formada por ocho hombres y tres mujeres, terminó la regata en quinta posición, por delante de muchos de los más curtidos patrones oceánicos. El barco estaba patrocinado por la compañía británica BSR, fabricante de platos para tocadiscos.
El clan Viant repite experiencia
Emocionado con la primera experiencia en 1973 con el Grand Louis, la joven generación del clan Viant compitió en la segunda edición. Jimmy Viant era el joven patrón del Japy-Hermés y navegó con su novia Bénédicte Lunven, que se convertiría en la primera francesa en competir en una regata vuelta al mundo completa. Lunven explicaría más tarde que la tripulación del Japy-Hermès era una historia más de gente joven, todos entre 24 y 27 años, la mayoría con muy poca experiencia, pero que tras navegar miles de millas aprendió a ajustar correctamente las velas y hasta disfrutó al planear de empopada bajando enormes olas en el océano.
Hubo más navegantes que repitieron experiencia, entre otros, Alain Gabbay, en el 33 Export, que con tan solo 23 años era el patrón más joven de la corta historia de la regata, o el neozelandés Peter Blake, a bordo del Heath’s Condor, que gracias a una rápida maniobra logró evitar una tragedia al caer al mar uno de los tripulantes, Bill Abram.
Todos cruzaron la línea de llegada
En esta segunda edición se produjeron muchos cambios en las tripulaciones debido a las incompatibilidades de carácter. Solo Clare Francis, con el ADC Accutrac, consiguió mantener la misma durante toda la circunnavegación. También hubo un caso único en la navegación internacional, al formar parte de la carrera el barco Tratado de Roma, que representaba a los nueve países miembros entonces de la Comunidad Europea. Se trataba de un sloop de aluminio, con 15,60 metros de eslora, cuyo nombre original era el Pinta III, y que fue rebautizado para celebrar el vigésimo aniversario del tratado fundacional de la Unión Europea en 1957. Su propietario, el industrial alemán Willie Illbruck, lo cedió a la Asociación Sail for Europe para participar en la Whitbread.
La seguridad fue la lección mejor aprendida. Los 15 barcos que zarparon de Portsmouth finalizaron la prueba y, afortunadamente, no hubo que lamentar ninguna tragedia personal. Cuatro años después de la primera Whitbread Round the World Race, en 1973, la regata confirmó su condición de ser una de las pruebas oceánicas con más prestigio y uno de los títulos más codiciados de la vela internacional.
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