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La profecía de Granada

Özil fue avisado hace dos semanas de que no tendría sitio en el nuevo Madrid y el club no tardó en aceptar la oferta del Arsenal

Diego Torres
Mesut Özil durante un entrenamiento con Alemania.
Mesut Özil durante un entrenamiento con Alemania.ANDREAS GEBERT (EFE)

El departamento de fútbol del Real Madrid elaboró un informe técnico la temporada pasada sobre los jugadores de la plantilla con más probabilidades de ganar un Balón de Oro. El primero en la lista de los pronósticos fue Cristiano; y el segundo, Mesut Özil.

Puestos a valorar su aportación al equipo, sus compañeros le consideraban esencial en la consecución del título más importante que han ganado en los últimos cinco años. Dentro del vestuario madridista, no hay nadie que lo viviera que no se vaya a la tumba sin el recuerdo imborrable del pase imposible de Özil a Cristiano para el 1-2 en el clásico que dio la Liga de 2012 al Madrid. Aquel toque fue obra de un genio.

“Hubiera sido de los últimos que yo hubiera vendido”, manifiesta Sergio Ramos

Özil era un tipo querido. Un veterano que le aprecia le llamó aparte en la concentración de Granada, el pasado 26 de agosto, para advertirle de que el club le invitaría a marcharse. Le explicó que la situación era simple: Ancelotti juega con un 4-4-2, con dos medios centros, dos medias puntas y dos delanteros. En las posiciones de los medios no iba a jugar; con Cristiano no podría competir y a Benzema el presidente, Florentino Pérez, le había despejado la plantilla de competidores. Quedaban dos sitios en la línea de tres cuartos, pero ahí tampoco podría meterse. Ahí se afianzarían los dos nuevos protegidos del presidente: Isco y Bale.

Özil escuchó a su compañero con gran atención. Cuando vio que Ancelotti lo sustituía para permitir que Isco siguiera en el campo, en Los Cármenes, sintió que la profecía se cumplía.

La semana pasada el Madrid recibió una oferta del Arsenal. Según fuentes del Bernabéu, un enviado madridista le dijo al jugador que los 50 millones de euros que ofrecía el club inglés eran una cantidad justa. Entonces Özil decidió marcharse.

Mustafá, el padre de Özil, pidió durante meses un aumento de sueldo para su hijo: cobraba cinco y quería diez millones netos. La pretención era excesiva. Pero el Madrid rechazó negociar. Para el jugador, esta negativa resultó pesarosa porque fue tajante y porque la última temporada se había sentido desprotegido. Özil entendió que el club no le defendió cuando en diversos medios se difundió la idea de que no se cuidaba y salía por las noches. Fue la clase de chismorreo que, cuando el Madrid no quiere, nadie se atreve a reproducir. Para el equipo supuso una advertencia y una injusticia con un futbolista de 23 años que se encontraba indefenso en un país que no era el suyo. José Mourinho, el exmánager, también le sugirió al presidente que el alemán era prescindible.

Para Ancelotti, fue una sorpresa porque consideraba que era el jugador más indicado para acabar con el juego de contragolpe de la temporada pasada

Carlo Ancelotti, el técnico, sabía antes del último partido de Liga, contra el Athletic, que el club quería vender a Özil. Para el entrenador fue una sorpresa porque consideraba que el alemán era el jugador más indicado para acabar con el juego de contragolpe de la temporada pasada, cosa que creyó que le habían encargado. Ancelotti consideraba que Özil era el enganche mejor cualificado de la plantilla, por encima de Isco, Modric y Di María. Pero, como dicen en el Bernabéu, “es hombre de club”, y aceptó las indicaciones que le llegaron desde arriba. Estaba claro que Özil tenía que ir al banquillo contra el Athletic. Hubo empleados que incluso recomendaron a Ancelotti que, para evitar debates, si la prensa le preguntaba por Özil era conveniente que dijera que para él, el trescuartista importante era Di María.

“En los últimos días me di cuenta de que no podía contar con la confianza del entrenador”, dijo ayer Özil, ya jugador del Arsenal, que le pagará algo más de siete millones de euros netos.

Özil quería dinero pero, sobre todo, quería que el club le valorase en la misma medida en que le valoraba el vestuario. La noticia de su marcha fue como una pedrada en el espíritu del grupo. “Habría sido de los últimos que yo habría vendido”, dijo Ramos.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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