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Una muestra sobresaliente

¿Es fácil izar la mayor? ¿Qué comen los navegantes? La colección del museo de la Volvo Ocean Race, situado en Alicante, no deja indiferente a sus visitantes

Imagen del interior del museo de la Volvo Ocean Race.
Imagen del interior del museo de la Volvo Ocean Race.Pedro Freitas

El museo de la Volvo Ocean Race puede ser un lugar desconocido para la mayoría de las personas que visitan Alicante y, sin embargo, no deja indiferente ni a la gente de secano. La decisión de la organización de hacer gratuito su museo en el Puerto de Alicante ha sido todo un acierto a juzgar por los números: las más de 2.000 personas –más de la mitad extranjeros- que lo visitaron en julio le han otorgado una puntuación de 8,92 a este espacio que narra la historia de una regata que como dijo uno de sus vencedores es “el Everest de la náutica”.

Que la muestra no deja indiferente a la gente es un hecho: el 60% de los que lo visitaron no practican la vela. Y ahí está la puntuación. Por mucha fibra de vidrio o nuevos materiales que sustituyan a la madera de antaño en esta regata alrededor del globo, a las velas les sigue empujando el viento y la vida a bordo se mantiene como cuando hace unos 40 años unos locos enamorados del mar pensaron que, conquistada la Luna, el mundo necesitaba aventura. Y a la gente le gusta la aventura.

Los niños aprenden a emplear los chalecos en uno de los talleres que se imparten.
Los niños aprenden a emplear los chalecos en uno de los talleres que se imparten.pedro freitas

El museo está dividido en varias zonas. La primera sirve para narrar ese espíritu valeroso que llevó a unos cuantos románticos a buscar un nuevo límite para el ser humano. La Volvo Ocean Race no es una vuelta al mundo cualquiera. Ahora es más profesional, pero mantiene su espíritu romántico a lo largo de las 39.270 millas marinas (unos 74.000 km) que separan sus 10 puertos. Eso contiene el museo: historias de hombres excepcionales, entre muchas cosas. La del malogrado Peter Blake, dos veces campeón de la Copa América, regatista inimitable y asiduo a la Volvo, quien fue asesinado por piratas indígenas en las costas de Sudamérica. O la de sir Robin Knox-Johnston, quien dio la primera vuelta al mundo solo.

Si alguien piensa que la vela es un deporte de ricos, aquí aprenderá que la Volvo es una carrera con toque de masoquismo. Y de un modo interactivo. El visitante puede conocer la vida abordo a través de la figura del médico, del marinero o del tripulante de comunicación, quien ahora se dedica a labores periodísticas pero que hasta hace bien poco se encargaba de preparar incluso los cafés. Los tripulantes de los barcos competidores portan un traje de agua, un casco y varias mudas durante más de 130 días en el océano, resulta muy curioso ver cómo se la lavan.

Cuatro niños observan uno de los paneles del museo.
Cuatro niños observan uno de los paneles del museo.pedro freitas

El museo resuelve muchas cuestiones de este tipo: ¿qué animales se encuentra uno al circunvalar el globo? ¿A qué sabe la comida deshidratada de los marinos? Se puede degustar. ¿Cómo han evolucionado los barcos desde la madera a la virguería ingeniera de la quilla pivotante? ¿Cómo va uno al baño en alta mar? ¿Es fácil izar la mayor tratándose de la extensión de dos pistas de tenis? Llama especial atención para los niños y los no tan niños el macro videojuego que permite competir a cuatro personas en equipos de dos como si fueran marinos en la bahía de Alicante.

Quizá sea su gratuidad o que su cafetería tiene excelentes y relajantes vistas, pero lo cierto es que quien lo visita, marinero o no, no se queda indiferente. Han cambiado los tiempos pero la aventura es la misma. El hombre habrá surcado los siete mares miles de veces, pero siempre nos quedará saber quién lo hace más rápido. Y de seguido.

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