“En EEUU me enseñaron a sufrir de verdad”
La nadadora española completó una rígida preparación en Florida: "Íbamos a correr y cantábamos, como los marines"
La natación femenina sube como la espuma en Montjuïc. Lo confirma la sonriente Melani Costa Schmid (Palma de Mallorca, 1989), que el domingo hizo el cuarto mejor tiempo de la historia con bañador textil y se colgó la plata en los 400 libre. Su carrera concentró en cuatro minutos (4m02,47s) toda una vida de dedicación a un deporte extenuante y adictivo.
Pregunta. Muy poca gente se imagina lo difícil que es ganar una medalla en natación en línea. ¿Repetiría la experiencia si tuviera 10 años?
Respuesta. Si me hubieran dicho sólo lo difícil que es, no. Pero si me contaban que además de difícil tiene esta recompensa, sí.
P. ¿La piscina es adictiva?
R. Te enseña a sufrir tanto y a la vez a recoger tanto que acabas por necesitar el agua. Dejarlo de golpe es imposible. Es casi una droga.
P. La gente que va a nadar a los clubes y a las piscinas públicas suele encontrarse muy relajada después de hacer unos largos. ¿Para usted también es agradable?
R. A nivel competitivo, al terminar un entreno acabas muy mal. Tienes que tumbarte, relajarte y comer mucho. No te sientes muy bien. De hecho, a veces no te recuperas para el siguiente entrenamiento. Los hombros te pesan. La musculatura se carga muchísimo. Tienes que acostumbrarte a entrenarte con dolor. Pero la realidad es que nunca acabas de acostumbrarte al dolor.
P. ¿Cómo eran los entrenamientos de Gregg Troy en Florida?
R. Los americanos son muy rígidos. Si empiezas a las 6.00 de la mañana da igual que tú no vayas a entrenarte ese día a esa hora, tienes que levantarte con el grupo. Íbamos a correr cantando la canción de la universidad, como los marines. Yo me acoplé. Hice lo que había que hacer. Me sentí una más. Hacíamos muchísimos metros, y a veces hacíamos sesiones de pura técnica. Era muy variado. Nunca supe qué entreno sería el siguiente. La Universidad de Florida necesitaba fondistas, vieron que nadaba bien el fondo y me aprovecharon, pero debieron pensar que yo al volver a España debería nadar el medio fondo. Al final tuve que regresar, porque en Estados Unidos me hacían nadar pruebas largas en piscina de 25 yardas y luego en España cuando nadaba los 200 y los 400 libre no me encontraba cómoda.
Tengo un poquito de chichilla. La necesito porque ayuda a flotar”
P. ¿Qué le enseñaron sus entrenadores?
R. Mi primer entrenador, Atienza, me enseñó a ser más persona, y a entrenarme con chicos e ir a su ritmo. Luego, Rafa Huete me enseñó técnica y resistencia. En Estados Unidos me prepararon para sufrir de verdad, a aprender a confiar en mí, a ser realista, y sentir que puedo ser muy buena. Yo siempre miraba a la gente de abajo hacia arriba: los demás me parecían increíbles. Ahí me hicieron ver que me tenía que dejar de tonterías porque yo también tenía cualidades. Me inculcaron que si me lo creía de verdad podría llegar lejos. De regreso a España, Jordi Murio me enseñó muchísimas cosas, principalmente a dominar mi propio cuerpo, a saber lo que necesitaba en cada momento y en cada prueba para poder controlar las carreras. Aprendí a saber a cuánto estaba yendo en cada serie sin mirar un cronómetro, y eso es muy importante. En las competiciones debes saber cuándo vas al 100% y cuándo vas al 99%; debes aprender a pasar por los parciales de una prueba con el tiempo medido. Si tienes que pasar a un minuto, debes pasar a un minuto, porque si pasas en 58s vas mal y en 63 también.
P. En la final del 400 clavó cada largo en 30 segundos. ¿Cómo calcula eso?
R. Al final ni lo piensas. Cerrando los ojos todos sabemos dónde están los 25 metros. Sin contar ni las brazadas. Lo tenemos desarrollado. Puedes estar nadando despistado y saber perfectamente tu ubicación y tu ritmo.
P. ¿Qué ha entrenado desde 2012?
R. Con José Antonio del Castillo, este último año, he mejorado fallos técnicos gracias al biomecánico del CAR, y he ganado más fuerza. He pasado bastantes más horas en el gimnasio de pesas. Cogiendo peso hasta que mis articulaciones, que son bastante débiles, aguantaran.
No debes pensar que te puedes hundir, porque al final si lo piensas, pasa”
P. ¿Por qué los nadadores están cada vez más definidos muscularmente?
R. Antes ganaba el que tenía más clase, el que flotaba mejor, el que se movía mejor. Últimamente las chicas están cada vez más fuertes, han desarrollado los brazos, y con cada brazada recorren más distancia. Si yo no hubiera hecho gimnasio no habría mejorado mucho más.
P. Lochte dice que trabajar los abdominales es fundamental para él. ¿Y usted?
R. Tengo un poquito de chichilla. La necesito porque me ayuda a flotar. Si estoy muy delgada no floto, y si estoy más ancha de la cuenta debo llevar más peso.
P. ¿Qué le distinguía de niña?
R. Me encantaba que me dijeran: ‘No podrás’. Si me decían: ‘Te voy a ganar y tú no podrás ganarme…’. Eso me daba fuerza.
P. Muchos creyeron que jamás recortaría cuatro segundos a su mejor marca.
R. Yo también lo veía imposible. ¡Pero si estás dos años para bajar medio segundo! Al salir a la piscina tenía clarísimo lo que tenía que hacer: seguir a Ledecky y no soltarme. No tienes que pensar que te puedes hundir, porque al final si lo piensas pasa. La última parte la nadas con el corazón. Si pensaba en lo cansada que estaba, me quedaba sin medalla.
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