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El desgaste de un gran campeón

Las cuitas entre las familias barcelonistas y las cuestiones personales condicionan el futuro de un equipo intratable en la Liga y sumiso en la Champions, entregado a sus futbolistas

Ramon Besa
Neymar, durante el partido contra Inglaterra.
Neymar, durante el partido contra Inglaterra.Marcelo Sayão (EFE)

El Barcelona ha completado una muy buena temporada 2012-13. Además de alcanzar las semifinales de la Copa y de la Champions, ha ganado una Liga histórica por haber igualado el récord de puntos (100) y marcar más goles que nunca en su vida azulgrana (115) y por sobrevivir a Guardiola y Mourinho. El torneo comenzó sin el catalán por voluntad propia y ha acabado con la rendición del portugués para suerte de Vilanova, tan distanciado del dedo agresor del portugués como del manto protector del catalán, circunstancia vital para entender su perplejidad: “Si la gente no está contenta con lo que hemos hecho ya vendrán otros tiempos”.

El discurso del técnico se ha endurecido con el tiempo hasta llegar a sorprender a los propios barcelonistas. Intervencionista al inicio, Vilanova ha pasado de ser el valedor de los actuales jugadores a declarar: “A mí me dan una plantilla y yo la entreno”. Los reproches que ha provocado el juego del equipo en algún momento, sobre todo por no saber ganar los grandes partidos y especialmente su deficiente actuación en la fase final de la Champions, han acentuado el malestar del cuerpo técnico, que se ha sentido ninguneado. El problema es que desde el club se ha identificado a los críticos como cruyffistas o guardiolistas, sin reparar en las disfunciones propias del último ejercicio.

A veces dio incluso la sensación de que la afirmación de Vilanova pasaba por negar a Guardiola ante el asombro de quienes les suponían amigos y no saben los motivos de su separación. Afloran de nuevo las cuitas entre las familias barcelonistas, cosa lógica por otra parte si se tiene en cuenta que el presidente, Sandro Rosell, propuso una acción de responsabilidad social contra Laporta y provocó la salida del club de Cruyff por discutir su cargo de representación cuando quería neutralizar su influencia. Y una vez sabido que Cruyff es un mal enemigo, Rosell ya tiene una coartada para justificar por qué no junta al Barcelona.

Núñez se acerca a Rosell, que se aleja de Cruyff mientras Tito parece negar a Guardiola

Núñez se ha acercado a Rosell en la misma media que ha huido Cruyff. Al presidente le ha faltado un discurso institucional desde el trono y le han sobrado comentarios de sobremesa contra personas de la propia institución, como si gobernara en minoría o no se atreviera a mandar. No está claro que el consejo, los técnicos y la plantilla vayan en la misma dirección. El vínculo, relativo a los valores y el ADN de equipo, a la carga simbólica del club, ha perdido fuerza por fatiga o poca fe y, ante la falta de autoridad y liderazgo, se ha atomizado el vestuario.

El desgaste emocional y deportivo de los últimos años, seguramente los más célebres de la historia del club, ha sido tremendo. Hay muchas historias particulares y vivencias personales por contar, propias de futbolistas con una larga trayectoria en el Camp Nou, por más que en las últimas conferencias hayan comparecido los cuatro capitanes para dar sentido de unidad. No se sabe qué ha pasado ni pasará con Valdés; ha tardado en salir Puyol para contar su operación; la gestión de la lesión de Messi fue calamitosa; y aún no se han explicado los motivos de las renovaciones al alza de Xavi, Puyol y Messi cuando se había dicho que pretendían rebajar su alta ficha y reducir la masa salarial, superior a la del Madrid.

Tampoco se sabía que Thiago podía comprar ahora la carta de libertad por 18 millones y no se ha entendido muy bien que no continuara Abidal y haya renovado por cuatro años Adriano. A excepción de Zubizarreta, director deportivo, y de Viñals, entrenador del juvenil A, los demás técnicos acaban su vinculación laboral y no sabe nada de su futuro: hay versiones antagónicas en función de la fuente de la noticia. ¿Quién manda? Y lo mismo ocurre con algunos empleados cualificados del vestuario. Hay consenso, en cambio, sobre la continuidad de Vilanova. Aunque se prevén más idas y venidas a Nueva York, los directivos le han dicho “sigue” y los médicos le invitan a ir “para adelante”.

Vilanova y Abidal levantan el trofeo de campeones de Liga.
Vilanova y Abidal levantan el trofeo de campeones de Liga.a. gea (reuters)

El equipo funcionó muy bien con Vilanova y en cambio decayó en su ausencia: disminuyó el trabajo de campo y la visualización de los partidos; faltaron variables tácticas en los encuentros presuntamente más igualados y se agravaron los problemas en defensa. La inercia se impuso hasta que reapareció la mejor versión azulgrana en el tramo final de la Liga. Las explicaciones de Vilanova, en cualquier caso, han sido distintas, por más parecido que guarde siempre con Rexach: ha pasado de la exposición natural a la respuesta irónica y defensiva.

A la espera de los fichajes, Vilanova se siente fuerte para manejar un plantel que hoy supera los 30 futbolistas. El equipo precisa recuperar la cultura del esfuerzo, fomentar la competitividad y definir el papel de la cantera, para no reincidir en la autogestión propiciada por los futbolistas de mayor rango ni caer en la anarquía o la messidependencia (60 goles, 46 de los 115 en la Liga). Las expectativas son, en cualquier caso, tan buenas que Neymar, el futbolista más importante del mercado, ha preferido jugar con Messi que competir contra el número uno. Ante una plantilla tan rutilante como la del Madrid, la respuesta barcelonista ha sido fenomenal en la Liga; no en el cuerpo a cuerpo.

Hay la sensación de que el plan que sirvió para la transición debe modificarse para la afirmación. Toca redefinir los papeles y acabar con las falsas apariencias. Algo pasa en un club que, por primera vez desde 1996, ninguna de sus secciones ganará la Copa de Europa. La esperanza es que la llegada hoy de Neymar sirva de agitador y obligue a recomponer las fuerzas. No se trata de desmentir a Cruyff, quien recela de un barco con dos capitanes (Neymar y Messi), ni de dar la razón a Rosell por contratar al brasileño, sino de acabar con los personalismos —y los ismos— y solucionar los problemas del Barça.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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