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Madrid y Atlético dejan el fútbol para otro día

Una chispa de talento entre Benzema y Di María decide un duelo ulceroso (1-2) en el Calderón

José Sámano

El desengaño del Atlético es infinito. Y el de anoche, mayúsculo. Frente a un vecino remendado con suplentes y con Cristiano en la tumbona, el equipo rojiblanco se llevó otro chasco, y van 14 años de escarmientos. El ímpetu no le alcanzó y fútbol no hubo, salvo un toque de violín de Benzema con Di María que decidió un encuentro para el olvido, rudimentario y áspero. El único festejo para el Madrid, que con su segundo pelotón mantiene la segunda plaza y prolonga el calvario colchonero en los derbis. El último le dejará especialmente tocado, porque el cartel estaba a su favor. Ni así. Convertido el duelo en un asalto tras otro, con atropellos entre futbolistas, piernas dislocadas y el balón maltratado, el Madrid sacó provecho con la única jugada aguda en medio de la refriega.

ATLÉTICO, 1 - REAL MADRID, 2

Atlético: Courtois; Juanfran, Godín, Miranda, Filipe Luis; Mario Suárez (Cebolla Rodríguez, m. 73), Gabi; Raúl García (Adrián, m. 71), Diego Costa, Koke; y Falcao. No utilizados: Asenjo; Cata Díaz, Insúa, Tiago y Óliver.

Real Madrid: Diego López; Essien (Varane, m. 69), Carvalho, Albiol, Nacho; Pepe, Khedira; Di María (Modric, m. 76), Kaka (Xabi Alonso, m. 66), Morata; y Benzema. No utilizados: Casillas; Özil, Higuaín y Callejón.

Goles: 1-0. M. 4. Falcao. 1-1. M. 12. Juanfran, en propia puerta. 1-2. M. 62. Di María.

Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Albiol, Filipe Luis, Khedira, Pepe, Koke, Morata, Raúl García y Diego Costa.

Unos 50.000 espectadores en el Vicente Calderón.

El partido de los horrores. Así resultó la batalla madrileña por el segundo puesto de la Liga, especialmente en el primer acto. ¡Quién lo diría! Con semejantes contendientes, el encuentro fue un espanto, ulceroso. Un choque tras otro, de punterazo en punterazo, con la pelota de brinco en brinco sobre un campo de minas. Sin nadie que acariciara al balón. Un partido, en definitiva, de pepes y costas, lleno de metralla. Tanto voltaje restó precisión, los errores no forzados delataban un duelo de regional. Ni una migaja de fútbol sutil, más bien rugby, patada a seguir, cuerpo a cuerpo y a rascar. Al Madrid ya se le adivinó el aire rudo desde la alineación, con Pepe y Khedira en el doble pivote del medio campo. El Atlético fue el Atlético en cuanto a intensidad. No se distingue por ser un conjunto arquitectónico, más si le falta Arda y a Oliver aún se le tiene por parvulario, pero ante su vecino sufrió un apagón total.

El prematuro gol de Falcao, tras un mal posicionamiento en defensa de los visitantes y un posterior despeje en mala dirección de Diego López, parecía presagiar un choque con menos grilletes. Un espejismo colosal. Con una tarjeta cada cinco minutos antes de la media hora, el partido fue caótico, en enredo permanente. Dos rivales con demasiado chute de adrenalina. Si el tanto de Falcao llegó tras el lanzamiento de una falta, lo mismo sucedió con el del Madrid. Di María ejecutó un centro lateral y solo Juanfran acertó a rematar, pero en dirección a Courtois. Dos dianas acordes con el confuso dictado del encuentro.

YOLANDA CLEMENTE

Mourinho improvisó una alineación con muchos teloneros para afrontar una jornada de estorbo. Al fondo, el Borussia, pero un derbi no es cuestión banal y nadie quiere protagonizar la primera rendición madridista en 14 años. Para gestionar el reto, el técnico portugués optó por combatir al Atlético con puño de hierro, con la misma musculatura. El grupo de Simeone tiene mucho forro físico y por ahí quiso equilibrar el Madrid. Como síntoma, Morata, un delantero con talla que ha hecho carrera con el gol a cuestas. Acostado en la banda izquierda, no le quedó otra que el tajo defensivo, como todos los suyos.

Los errores no forzados de ambos conjuntos delataban un partido de regional

Simeone, que hasta la final de Copa no tiene más envite que la Liga, alistó a su equipo más titular a excepción de Arda, aún convaleciente. Es un conjunto muy industrial, siempre esforzado, pero poco imaginativo. Su medio campo es demasiado uniforme. Jugadores como Mario, Gabi y Koke tienen poca variedad y Raúl García es un llegador. En el Atlético todo pasa por la abnegación mosquetera, la búsqueda permanente a Diego Costa para que atornille la pelota con su corpachón y Falcao como punto final. Con este formato ha mejorado ya con creces sus últimas campañas, pero su maleficio en el derbi se perpetúa desde junio de 1999.

Sin Cristiano, al Madrid le bastó con su maquillaje. Aceptó el pugilismo y finalmente una gota de talento le puso en ventaja cuando más empujaban los rojiblancos, aunque fuera por las bravas. Benzema, que como Kaká estuvo exiliado la mayor parte del encuentro por la tosquedad, dio la mejor nota de la noche, un pase delicado y preciso en medio de la selva. Di María, puntual en el desmarque, batió a Courtois. Un encuentro en la hoguera resuelto por una chispa de ingenio, un guiño del fútbol. Ya en ventaja, el Madrid tuvo algo más de orden, con Alonso y Modric ya en la sala de máquinas. Simeone buscó otra marcha con Adrián y el "Cebolla" Rodríguez. Nadie encendió las luces. La enésima frustración para el Atlético. Y un meritorio triunfo para un Madrid de rebajas y con la cabeza en otro sitio. El fútbol, para otro día.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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