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Nueva lesión, viejo problema

La baja de Puyol apura a la zaga del Barça, con solo dos centrales de confianza y varias dudas

J. QUIXANO
Puyol persigue a Robinho en el último duelo ante el Milan.
Puyol persigue a Robinho en el último duelo ante el Milan.Manu Fernandez (AP)

Hace un lustro la concepción del juego azulgrana dio un viraje, no en el sistema porque con Frank Rijkaard ya se utilizaba el 4-3-3 ni en la presión adelantada, pero sí en la idea de expresarse desde la raíz, con el primer y segundo pase para descontar líneas rivales. Era la exigencia de Pep Guardiola, que encontró la solución en Alves —origen escorado del fútbol del Sevilla— y Piqué, central olvidado en Manchester, superdotado para la conducción del cuero y la mezcla. La patente dio con el binomio Puyol-Piqué en el eje, laureado con el club y la selección. Uno físico y excelente en la corrección; el otro técnico y notable en lo táctico. Pero esa idea y definición del zaguero azulgrana, sin embargo, supone al mismo tiempo un examen digno de oposiciones a Notaría, que ha dado por defectuosos a unos cuantos, por incapaces a otros y por extraordinarios a los menos. Desde entonces, el Barça solo ha encontrado una solución —Mascherano—, por más que se fiche o se proclame que en la cantera está la clave, por eso de que siempre tienen la posesión. Ahora, otra baja de Puyol —acumula cinco en el último año—, que estará de seis a ocho semanas ausente tras una artroscopia en la rodilla derecha, deja de nuevo un vacío en la zaga que completará Mascherano, pero sin piezas de garantías en la rebotica.

La alegría “descomunal” de Roura

Hoy puede ser el último partido en que Jordi Roura ejerza como entrenador del Barça. “Si es así, será una alegría descomunal porque la vuelta de Tito es extraordinaria”, respondió el técnico, que aguarda para el lunes 25 a su compañero, ahora todavía en Nueva York, donde está siendo tratado de su dolencia. “Me tengo por una persona tranquila”, añadió Roura, “y no he vivido esta etapa con angustia ni tengo malos recuerdos. Estoy contento. Me siento orgulloso”.

A Roura le ocupa mientras tanto que su equipo no pierda “intensidad ni concentración” en el encuentro ante el Rayo después del esfuerzo del martes en el remonte contra el Milan. A los azulgrana les podría alcanzar con ganar los partidos de casa para recuperar el título de Liga.

El Barcelona no podrá contar con ninguno de sus tres capitanes —Puyol y Xavi están lesionados y Valdés continúa sancionado—, y Roura dará entrada seguramente a jugadores como Thiago, Cesc, Tello, Song y Adriano. El Rayo, por su parte, tiene las bajas de Casado, Javi Fuego y Leo Baptistao. “Nos jugamos el prestigio que nos hemos ganado”, expuso Paco Jémez.

Los servicios médicos del Barça están preocupados por la lesión de Xavi en el bíceps femoral de la pierna derecha, dolencia que no ha impedido su convocatoria para la selección española con su consentimiento. “Ya saben lo que tiene y en la federación lo cuidarán”, aseguró Roura. “La lesión no está curada”, anunció el doctor Pruna. “Los médicos de la selección nos han dicho que no nos preocupemos, que lo mimarán. Espero que no nos lo devuelvan lesionado; nosotros también nos jugamos mucho”. Xavi ha sido convocado para jugar la próxima semana ante Finlandia y Francia.

La llegada de Piqué rebajó a Márquez y Milito, que también tenían buen toque pero menos piernas, e hizo que Botía y Martín Cáceres no cuajaran con el proyecto, sobre todo porque se expresaban en la anticipación y los marcajes, pero se liaban con el pase. Con la obsesión de reforzar la salida del balón, Guardiola fichó al siguiente año a Chigrinski, que tiritó con los conceptos tácticos y el murmulló del Camp Nou, al tiempo que Fontàs y Sergi Gómez, del filial, se quedaron por el camino. Sí que se dio la talla Mascherano como central —llegó como mediocentro, pero la reconversión esporádica de Touré animó el invento—, como también lo hizo Abidal cuando el Barça se desplegó con una línea de tres defensas.

Este año, bien porque se presuponía la recuperación de Abidal; bien porque se entendía que Bartra y Muniesa estaban maduros, el Barça no fichó central. Pero la baja de Puyol descompone a la zaga. “Es un símbolo, un referente y un ejemplo para todos. Perderlo es doloroso para el grupo”, concedió Jordi Roura, técnico en funciones; “pero llevaba tiempo con molestias y había que solucionarlo”. Así lo entendió Ricard Pruna, médico azulgrana: “Las molestias comenzaron en octubre, después del partido ante el Getafe, cuando tuvo una lesión ligamento”. Y añadió: “Podía llegar al final del curso, pero su rodilla podía empeorar”. Recogió el testigo el Doctor Ramón Cugat, encargado de la intervención: “Él quería adelantar la intervención. Es el Carles. Y si le dices que estará bien en cuatro meses, él quiere estar en dos”.

Tiempo, en cualquier caso, que podría crear todo un jeroglífico en la defensa. La capacidad de reconversión de Busquets como la de Song funciona en ocasiones y como emergencia —más extravagante fue reconvertir a Adriano para medirse al Madrid—, del mismo modo que apenas se cuenta con Bartra porque se entiende que pierde la posición con alegría. Piqué y Mascherano tienen los boletos del momento. Pero el calendario es exigente, con la obligación de mantener la ventaja en la Liga y con la Champions ante el PSG a la vuelta de la esquina, y no hay hueco a otra lesión [por eso ya se desliza desde el club que se impone un refuerzo en el puesto para el año que viene]. Sobre todo porque el Barça, sin Puyol o sin el primer pase, como reclamó y logró Guardiola y como extienden Tito y Roura, es menos Barça.

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