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Todos felices en Mestalla

Sin tanta necesidad, el Barcelona suma su segundo empate del curso ante un Valencia que se exprimió

Busquets atropella a Soldado en una jugada.
Busquets atropella a Soldado en una jugada.a. sáiz (ap)

Valdés consoló a Soldado tras el encuentro, feliz el portero de haberle detenido un disparo a quemarropa a poco del final. Símbolo de un partido de guante blanco, exprimido el Valencia para arañar un punto que apuntala la apuesta cada vez más sólida de Valverde. Satisfecho el Barça tras una semana tan extenuante por el compromiso copero con el Madrid. Sin tanta necesidad en la Liga, los azulgrana se frenaron en los últimos metros, neutralizados por un Valencia consistente atrás y salvaje arriba por la presencia inquietante de Soldado. El público ovacionó a Villa en su regreso, aplaudió a Xavi cuando se marchaba y despidió con honores a sus propios jugadores, abrazados a los azulgrana. Todos felices en Mestalla.

VALENCIA, 1; BARCELONA, 1

Valencia: Guaita; Joao, Rami, Ricardo Costa, Cissokho; Víctor Ruiz, Tino Costa; Bernat (Piatti, m. 70), Banega (Canales, m. 64), Guardado (Jonas, m. 86); y Soldado. No utilizados: Alves; Albelda, Barragán y Valdez.

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano (Puyol, m. 55), Alba; Busquets, Xavi (Thiago, m. 91), Fàbregas (Villa, m. 72); Pedro, Messi e Iniesta. No utilizados: Pinto; Alexis, Adriano y Song.

Goles: 1-0. M. 33. Banega. 1-1. M. 39. Messi, de penalti.

Árbitro: González González. Amonestó a Mascherano, Cissokho, Soldado y Guardado.

Unos 48.000 espectadores en Mestalla.

El Barça apenas molestó a Guaita en la primera parte, sin la tensión de otras veces, tal vez fatigado por el clásico copero en el Bernabéu del pasado miércoles. El cuadro de Roura quiso jugar casi siempre al pie, sin apenas profundidad, bien sujeto por el compromiso defensivo de la zaga local, en la que destacó un finísimo Rami en el corte ante las arrancadas de un Messi hibernado.

El Valencia se desplegó con sentido a partir del ancla de Tino Costa y las flechas por los costados de Guardado y Bernat, a pie cambiado el joven interior valenciano, inteligente para exigir a Jordi Alba. Alimentados los dos extremos por unos laterales atrevidos, João Pereira y Cissokho, instigados por Valverde a acompañar el ataque a la mínima ocasión. Se trataba de que mezclara Ever Banega con Soldado, esta vez con los papeles cambiados: el centro desde la derecha del delantero, rechazado de cabeza por Piqué, cayó a los pies del medio argentino a unos palmos del punto de penalti. Su tiro superó raso a Valdés, tapado por un defensa.

El Barça empató pronto, no tanto por su empeño como por el de João Pereira, que atropelló con un rodillazo a Pedro sin ninguna necesidad. El lateral portugués ya había tenido una actitud desafiante con el árbitro, sin venir a cuento, y este le tomó la matrícula. El penalti lo transformó Messi por las bravas: un zurdazo a la escuadra.

Ya en la onda, Messi arrancó el segundo tiempo con un pase en diagonal de 30 metros, espectacular, a Cesc, que disparó fuera ante Guaita. Desatado Soldado, que rompía la línea defensiva azulgrana con cierta facilidad, el choque subió de decibelios. Y Valverde llamó a Canales, calentando en la banda, para incorporarse. Mestalla lo celebró con entusiasmo. Canales entró por Banega, indultado con buen criterio en lo deportivo por el entrenador tras su enésimo retraso a un entrenamiento. Ever respondió con un gol, el primero del curso, y una notable actuación.

Canales es una alegría para los ojos. La estética en cada gesto, como en ese disparo cruzado a media altura que reclamó una palomita impecable de Valdés. La grada disfrutó del envite y premió a uno de los suyos, David Villa, en su regreso con la casaca azulgrana al suplir a Cesc. El Guaje, precisamente, fue clemente ante su exequipo, al cruzar demasiado un remate de primeras a un magnífico centro de Alves.

Exhausto de correr tras el balón, el Valencia llegó fundido al último cuarto. Sin salida de su propio campo. El Barcelona lo notó y aceleró en la zona de tres cuartos. Pero el Valencia latía por el corazón de Cissokho, incansable en las subidas por la orilla izquierda, persistente para robarle la cartera a Piqué y centrar al área. El remate a bocajarro de Soldado lo rechazó el cuerpo de Víctor Valdés, siempre gigante en las acciones de partido. Un encuentro noble y bien jugado marcado por distintas necesidades.

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