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Consecuencias de una confesión

Además de tener que devolver los siete millones de euros ganados por sus triunfos en el Tour, Armstrong podría ir a la cárcel por perjurio

Armstrong, en el podio final del Tour 2001.Foto: atlas | Vídeo: Francois Mor
Alejandro Ciriza

La cárcel y la ruina. La gigantesca sombra de estos dos fantasmas se cierne ahora sobre Lance Armstrong, que en una entrevista concedida a la estrella de la televisión estadounidense Oprah Winfrey confiesa haber empleado sustancias dopantes a lo largo de su carrera. “¡Vino preparado!”, se congratuló la presentadora a través de su cuenta en Twitter, después de dos horas y media de conversación en el domicilio del excorredor tejano, en Austin.

Desposeído por la Unión Ciclista Internacional (UCI) de los siete Tours de Francia que ganó entre 1999 y 2005, Armstrong afrontaría, tras confirmar sus prácticas dopantes, una pena de prisión por perjurio. En 2005, declaró bajo juramento que jamás se había dopado y que no tenía relación alguna con el doctor Michele Ferrari, el médico que según la USADA vertebró toda la trama. La investigación de la USADA desmiente ambas afirmaciones. En Estados Unidos el perjurio es considerado delito penal. Mentir ante un tribunal supone, por lo tanto, la privación de libertad. Bien lo sabe Marion Jones, que cumplió seis meses en la prisión de Texas por mentir bajo juramento a los fiscales sobre una red de dopaje que le permitió colgarse tres oros y dos bronces en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.

En 2005, declaró bajo juramento que jamás se había dopado y que no tenía relación con el doctor Ferrari, vertebrador de la trama

Armstrong se enfrentaría además al desmoronamiento económico de su imperio. Según el artículo 1.2.073 de la máxima instancia del ciclismo, deberá devolver los premios obtenidos durante el periodo en el que fue despojado de sus resultados. Es decir, desde el 1 de agosto de 1998. De esta forma, el tejano perderá los 6,7 millones de euros que se adjudicó por sus triunfos sobre el asfalto, desglosados en los días que vistió de amarillo (83), los triunfos de etapa (22) y los absolutos (siete) en la ronda francesa. También la cuantía que percibió por sus victorias y su participación en otras carreras. Por ejemplo, el Tour Down Under australiano, que le reclama 1,5 millones por competir haciendo trampas en tres ediciones, las de 2009, 2010, 2011.

Marion Jones cumplió seis meses de cárcel por mentir ante el juez

En la lista de acreedores de Armstrong, de 41 años y que negó durante una década que se dopase, también figura SCA Promotions, la aseguradora que le reportó 5,5 millones por sus laureles en el Tour, y el diario británico The Sunday Times. Denunciado por difamación en 2004 por Armstrong, el rotativo contrademandó el pasado mes de diciembre y exige ahora la devolución de los 1,2 millones que le tuvo que pagar por un delito de injurias. Irónico, el periódico pagó una publicidad en forma de carta abierta en el Chicago Tribune, elaborada por el periodista que investigó el caso Armstrong durante años, David Walsh, en la que figuraban las diez preguntas que le gustaría que Winfrey realizara a Armstrong.

Se enfrenta a una larga lista de acreedores, la pérdida de patrocinios y también delitos por intimidación

El alud para él no se detiene ahí. También le han dado la espalda sus patrocinadores. Uno de ellos la marca Nike, que hace tres meses anunció la ruptura del multimillonario contrato que vinculaba a ambos desde hacía 16 años. Un divorcio que, según la revista Forbes, podría costar al excorredor la pérdida de 38 millones. Otras firmas comerciales como Trek, Oakley, Anheuser-Bush y Honey Stinger siguieron la misma senda de la fábrica de Oregón, que no obstante mantuvo su nexo con Livestrong, la fundación que creó el tejano en 1997 tras superar un cáncer de testículos. Una alianza, representada en una pulsera de goma amarilla y tuvo un enorme éxito de distribución, que ha generado ya alrededor de 61 millones de euros. Con una fortuna personal cifrada en los 100, puede perder cerca de 150 millones por la retirada de sponsors, batallas judiciales y reembolsos.

Por si todo esto fuera poco, el norteamericano puede enfrentarse a un delito de intimidación de testigos. Un episodio que apunta a que presionó e insultó a los gregarios que le acompañaron durante su estancia en el Motorola, el US Postal o el Discovery Channel, y que colaboraron en la investigación llevada a cabo por la USADA.

Presa de su propia mentira, a Armstrong le aguarda un futuro espinoso.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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