Luz para un Mundial a oscuras

La mejor generación de jugadores de balonmano de los últimos años tiene un doble reto a la vuelta de la esquina. El primero, conseguir que su Mundial, el primero que se disputa en España en 23 ediciones, a partir del día 11 de enero, lo sea en propiedad. Además, los chicos de Valero Rivera buscarán que quede en la memoria de los aficionados un torneo que hasta ahora ha pasado prácticamente inadvertido.

No son pocos los jugadores, técnicos, directivos o aficionados que lamentan desde hace tiempo, unos en público, otros en privado, la poca repercusión con que ha contado la cita mundialista en España y fuera del país. Ni siquiera en los partidos de la Liga Asobal se ha visto apenas un reclamo y la información para los aficionados extranjeros, según el comentario de varios jugadores y directivos cuyos equipos disputan competiciones europeas o se han tenido que ir a jugar fuera de España, ha sido prácticamente nula.

Una mala planificación y gestión, según unos; un inexplicable escaso interés de los medios, para otros, son algunos de los argumentos que, desde la propia organización, se dan para justificar el escaso eco de la cita. Sin duda la crisis económica, que ha obligado a hacer virguerías a la organización con el presupuesto desde hace mucho tiempo, más del que esperaban y deseaban, ha terminado por dar la puntilla. La sensible rebaja presupuestaria, explica Óscar del Ama, director ejecutivo de Handball 2013 (nombre oficial del Mundial), ha impedido hacer campañas de comunicación masiva, lo que ha llevado a la organización a volcarse en las redes sociales y actuaciones más específicas. “La programación va cumpliendo los plazos marcados. Este último mes es el más duro, ya no hay tiempo para pensar, solo para ejecutar”, argumenta Del Ama. Sobre si todo se ha hecho a última ahora, justifica: “Todo depende del dinero con el que se cuente, el otro riesgo era habernos difuminado en el tiempo”.

Hasta la fecha, según estimaciones de la organización en cifras redondas, se han vendido 100.000 entradas de las 300.000 disponibles. “A partir de octavos, la venta se incrementará, al menos un 45%”, pronosticaba ayer Juan de Dios Román, presidente de la Federación y máximo garante del Mundial. Entre las sedes de la primera fase, además de Madrid, donde España disputará sus partidos (ante Croacia, con las entradas prácticamente agotadas; Hungría, Egipto, Argelia y Australia), la organización destaca la buena, aunque no por imprevisible, acogida en Granollers a Les Experts, franceses, y Sevilla, donde la afición danesa copa prácticamente el 75% de las entradas vendidas. Es Zaragoza, con el grupo menos atractivo de los cuatro, donde más cuesta arriba está la venta de entradas.

La acción más visible en este tiempo ha sido el bautismo de la selección con el apodo de Hispanos, una idea del inquebrantable Javier Fernández, responsable de Comunicación de la Federación, que fue presentada hace pocas semanas. Si antes de los Juegos, el equipo femenino se pintó el rostro y se adueñaron del sobrenombre de Guerreras, en esta ocasión Alberto Entrerríos, Julen Aginagalde, Viran Morros y Víctor Tomás dibujaron sobre su torso la camiseta de la selección, luciendo músculo cual gladiadores. Una forma de llamar la atención, bien recibida por el equipo, una gran familia en la que se palpa que habita el buen ambiente.

Un grupo que se presentó ayer en Madrid y que ansía en saltar ya al 40x20 de la Caja Mágica, y centrarse en lo que tanto desea. Sin presión alguna. Como aseguró el capitán, Alberto Entrerríos: “No hay más responsabilidad por jugar en casa, lo que hay es más ilusión. Ilusión por hacer un gran Mundial en nuestro país y lograr ese ansiado título y para ello no vamos a escatimar una gota de sudor sobre la pista”.