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“Hemos reescrito la historia”

Stepanek celebra la primera corona checa desde 1980 y Corretja resume: “Hemos aprendido que podemos ganar donde sea”

J. J. M.
Corretja abraza a Almagro tras la derrota.
Corretja abraza a Almagro tras la derrota.FILIP SINGER (EFE)

Al cerrar el círculo de su vida profesional, el checo Radek Stepanek llora como un niño, arrodillado sobre el cemento verde, y no hay quien pueda consolarle, tampoco sus compañeros de equipo, que por medio de Tomas Berdych tienen que recordarle que se acerque a la red para cumplir con el saludo protocolario a Nicolás Almagro, el hombre al que acaba de derrotar en el quinto partido por la Ensaladera.

“Estoy muy feliz”, dice el checo, a un paso de los 34 años, tras hacer realidad un triunfo que justifica toda una vida dedicada al tenis y que reverdece el historial de su país, que no celebraba la Copa desde 1980, cuando aún era Checoslovaquia. “Es indescriptible, hemos reescrito la historia”, cierra con voz temblorosa el campeón recién coronado. “No hay palabras para describir esto, nada puede ser más bonito que esto”, le continúa el número seis mundial, Berdych, su pareja en la aventura, aún sobre la pista, cuando ya se han posado sobre el cemento verde los papelillos blancos que cayeron desde el techo.

“No entiendo de años de transición, vinimos aquí a ganar”, lamenta el seleccionador español

“¡República Checa!”, grita el presentador para hacerse oír por encima de los aplausos cuando entran los campeones, brazos abiertos, dedos haciendo la señal de la victoria, los triunfadores acunados por su gente. Mientras retumban los altavoces con acordes épicos, el preludio del We are the champions de los Queen que sonará luego, los españoles se acercan a la entrega de trofeos con cara larga, observando el trofeo de reojo.

“No entiendo de años de transición. Vinimos aquí a ganar. No estoy contento”, dice Àlex Corretja, el seleccionador, nada más consumarse la derrota y abrazar a sus jugadores, sin querer parapetarse en su primer año en el cargo o en la ausencia de Rafael Nadal por lesión en esta última cita, manteniendo hasta el final el discurso vacío de excusas que llevó a la selección hasta el cruce decisivo. “Radek sabía perfectamente cómo quería jugar, aunque me pareció que estaba muy cansado al final”, prosigue el seleccionador, cariacontecido. “Hemos aprendido muchas cosas, pero 30 minutos después de la derrota aún necesito algo de perspectiva. He aprendido que podemos ganar vayamos donde vayamos”.

El conjunto español suma siete finales y cinco títulos desde el año 2000

“Hemos luchado hasta el último punto”, dice también Nicolás Almagro, al que la Copa se le escapa de entre los dedos cuando España ya sueña con la hombrada, y que perdió los dos puntos de la final en sus encuentros individuales, por las dos victorias de Ferrer. “Nos vamos con la cabeza bien alta”, se despide el número 11 mundial tras caer ante el número 37. “Radek lo hizo mejor que yo, solo puedo felicitarle y trabajar duro para volver a estar en esta situación de nuevo”, añade el murciano, que eliminó a Stepanek en el último Abierto de Estados Unidos.

“He aprendido mucho, pero necesito pensar, estar más fresco [sobre qué conclusiones sacó]. Luché. Peleé. Hice todo lo que pude”, cierra. “Estamos tristes, por supuesto, pero también orgullosos de haber luchado hasta el final”, valora a su lado David Ferrer, que dio a España sus dos puntos.

España se despidió de Praga con la segunda final perdida en el siglo XXI, que es el de su dominio de la competición, la cuarta derrota en el cruce decisivo en toda su historia. La selección, con siete finales y cinco Ensaladeras desde el año 2000, ya conoce que 2013 será de nuevo apasionante, y que empezará con curvas peligrosas: en primera ronda espera un viaje para visitar al Canadá del ascendente Milos Raonic, un cruce de verdad peliagudo en el intento de reconquistar la corona.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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