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Mourinho y el ‘manual de Pekín’

Pese al trabajo del técnico, el Madrid sigue con problemas en el ataque organizado

Diego Torres
Mourinho, durante el entrenamiento de ayer en Valdebebas.
Mourinho, durante el entrenamiento de ayer en Valdebebas.juanjo martín (EFE)

“¡Mou!”, masculló un jugador, “¡saca el manual de Pekín!”. Las risas saludaron la ocurrencia que agitó el vestuario después del empate ante el Valencia, tras la derrota en Getafe, o después de los partidos contra el Borussia. Cuando un futbolista del Madrid habla a hurtadillas, sin que su jefe lo note, del manual de Pekín, ya no necesita explicar a qué se refiere. La expresión ha cumplido un año. Es vox populi en un plantel que recuerda con ella el único punto negro del trabajo de campo de José Mourinho: el llamado “ataque organizado” o “ataque estático”. Recurso útil para abrir defensas cerradas cuando los rivales ceden la iniciativa. Herramienta valiosa para entretener al público del Bernabéu, que esta noche recibe al Athletic deseoso de no volver a ver a su equipo enredarse con la pelota como el día del último partido de Liga en Chamartín, contra el Zaragoza.

Decía Carlos Queiroz que los jugadores del Madrid lo sometían a un examen implacable cada día. En eso, la plantilla no ha cambiado. Igual que hace 10 años, los integrantes del equipo son gente que ha visto mundo, jóvenes atentos, proclives a la parodia mordaz y el juicio sumario. Mourinho sabe que cada vez que comparece en una conferencia de prensa su audiencia más incisiva, aquellos espectadores que nunca debe perder de vista, son sus propios futbolistas. Y una de las conferencias que no olvidan sus futbolistas es la que ofreció el 21 de octubre de 2011. El día que, en víspera de viajar a La Rosaleda, declaró que el Madrid ya no manejaba solamente conceptos de presión y contragolpe sino que además había evolucionado en la elaboración del juego gracias a las jornadas que dedicó específicamente, durante la pretemporada realizada en Pekín.

Al vestuario le preocupa la escasez de goles que no son a balón parado o al contragolpe

“Hemos trabajado el ataque organizado”, declaró el mánager. “Empezamos en Estados Unidos, pero fue en China donde sólo trabajamos movimientos ofensivos y ocupación de espacios. Tenemos que mejorar este aspecto… Vamos mejorando mucho más los movimientos propios de un equipo que juega al ataque organizado”.

Dos años y medio de trabajo a las órdenes del portugués han convencido a los jugadores de que están ante un líder con el don de la oratoria, un entrenador riguroso y hábil para tocar todas las teclas del oficio, pero con algunas carencias a la hora de organizar el ataque. Los muchachos aseguran que en China —concretamente en Pekín y a puerta cerrada— los entrenamientos no escondieron nada extraordinario. “Lo mismo de siempre”, aseguran. Cuando oyeron a Mourinho hablar de aquellas sesiones como de un punto de inflexión se quedaron atónitos. Pasada la sorpresa, comenzaron a echarle humor.

El manual de Pequín no existe. Lo que sí es real es la voluntad del técnico por mejorar el ataque con una metodología que, de momento, no da frutos. Lo que más preocupa al vestuario madridista es la dificultad que encuentra el equipo para llegar al gol de otro modo que no sea en acciones a balón parado, con centros a la olla, o en contragolpes. Contra el Borussia el Madrid marcó los dos goles a balón parado. Frente al Zaragoza, el rival les disputó la posesión (49%), y abrieron el marcador tras un rechace a la salida de un saque de esquina. En campo del Levante se impusieron en dos faltas. “¡Mou debería sacar el manual de Pekín!”, bromean, “pero no quiere”.

Los jugadores, de momento, no observan progresos significativos. Pero en las conferencias de prensa, para consumo público, los responsables técnicos tienen otra versión. “La progresión está ahí”, dijo ayer Aitor Karanka, auxiliar de Mourinho. “No hay más que ver cómo se hizo el año pasado, que se ganó, ¡y cómo se ganó! Ahí están los números”.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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