Un Mundial, 23 puntos y muchas suspicacias
Lorenzo y Pedrosa afrontan el penúltimo asalto por el título tras un final polémico en Sepang
Que sean 23 puntos los que separan a los dos mejores pilotos de la temporada en MotoGP a falta de solo dos carreras es un gustazo para el público y, al mismo tiempo, un dolor de cabeza para sus protagonistas. Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa afrontan el penúltimo asalto de la temporada con convicción y dudas. Una mezcla lógica cuando hay un Mundial de motociclismo en juego. Cada uno tiene la convicción de que puede ser campeón, aunque solo el de Yamaha depende de sí mismo, ya que a Pedrosa, de momento, solo le vale ganar y esperar al resultado de su rival, que tendría suficiente con subirse al podio en Australia y Valencia. Pero, además, tanto uno como otro, ven fantasmas donde no los hay.
Lorenzo duda de su moto: cree que desde mitad de la temporada no está a la altura de la Honda, a la que ve muy superior a su M1. No opina lo mismo Pedrosa, que sigue creyendo que cada una tiene sus puntos fuertes –una, la Yamaha, es muy estable y tiene un gran paso por curva; otra, la Honda, tiene una gran aceleración y es la mejor en las rectas– y, en términos generales, considera que ambas dan la talla. El debate, claro, está abierto. Y ninguno dará su brazo a torcer, porque sus argumentos les cubren ante un final de temporada que no sea el deseado.
A Pedrosa, de momento, solo le vale ganar y esperar al resultado de su rival
Por otro lado, el catalán no se libra de los fantasmas. También él sucumbe ante las suspicacias: primero, por cómo se gestionó la salida abortada en Misano, que le costó la carrera; y ahora, por cómo se suspendió la prueba el pasado domingo en Sepang. Con sus críticas Pedrosa ha puesto a Dirección de carrera en el punto de mira: cometió errores en el gran premio de San Marino y permitió el descontrol generado en parrilla que terminó con el catalán saliendo desde el último puesto; pero también el equipo Honda –que tuvo problemas con el calentador del neumático y sacó la moto de la parrilla– es responsable de aquel castigo, algo que ni Pedrosa, ni HRC han asumido. Esta vez, la polémica viene generada por la figura de Loris Capirossi, asesor de seguridad de Dorna, organizadora del Mundial, y por la suspensión de la última carrera, en Sepang, a falta de siete vueltas.
Spies se pierde el final de temporada
Se temió que se hubiera fracturado la clavícula, pero Ben Spies abandonó el circuito de Sepang el domingo pasado con la convicción de que no tenía más que el dolor causado por el traumatismo, al menos, así figuraba en el comunicado del equipo. Pero, finalmente, tuvo que volar de vuelta a los Estados Unidos para pasar por el quirófano y se pierde lo que resta de temporada, un curso nefasto para el tejano, marcado por la mala fortuna. Spies fue intervenido este jueves para reparar una rotura de ligamentos en su hombro derecho. Fue uno de los pilotos que terminó por los suelos en el empapado trazado malayo, resbaladizo como nunca por las fuertes lluvias.
La cirugía fue satisfactoria, según el comunicado de Yamaha. El piloto, que el año próximo correrá en el equipo satélite de Ducati, tendrá que llevar el brazo en cabestrillo al menos durante 10 o 12 semanas. El equipo, por su parte, comunicará en los próximos días quién será su sustituto para la última prueba, en Valencia, el próximo 11 de noviembre.
La lluvia, cada vez más intensa, empezaba a convertir el trazado en un torrente. Pedrosa, magnífico sobre el asfalto empapado, rodaba en cabeza; Lorenzo era segundo, con serios problemas con su neumático, el compuesto más blando, y le perseguían Stoner y Hayden, que recortaban distancia con una facilidad asombrosa. El de Yamaha tuvo un susto y levantó la mano izquierda en señal de auxilio. “Capirossi me había dicho antes de la carrera que si veía que había mucha agua levantara la mano”, explicaría el mallorquín después de la carrera. Pedrosa se enteró este jueves de que el expiloto italiano había aconsejado así a algunos pilotos, entre ellos a Lorenzo y Rossi: “se lo dije a los pilotos top”, se defendía aquel. “Es mentira, a mí no me lo dijo. Además, creo que Loris no debería asumir esa responsabilidad: no es Dirección de carrera”. Tras la prueba, Pedrosa no estaba demasiado convencido de si la suspensión le beneficiaba tanto como podría haberlo hecho de haber parado más tarde: “Creo que podríamos haber aguantado alguna vuelta más, quizá Stoner hubiera cazado a Lorenzo o este podría haberse caído”, elucubraba.
“El motivo por el que se decidió parar la carrera no está influenciado por el hecho de que Lorenzo levantara la mano. De hecho diría que pasó una vuelta y media. Pensamos que era el momento de parar porque había zonas especialmente críticas por donde no se podía seguir: la curva en la que cayeron tanto Crutchlow como De Puniet estaba atravesada por un río de agua que cortaba justo en el punto de frenada”, explica Javier Alonso, miembro de Dirección de carrera y responsable de seguridad de Dorna, que no quiere valorar si Capirossi actuó mejor o peor, aunque, insiste: “Que Lorenzo levantara la mano no influyó. De hecho, somos conscientes de que lo que a él le interesaba era parar la carrera. No es bueno que los pilotos puedan o tengan que levantar la mano porque puede haber intereses”.
“Creo que Dirección de carrera tomó una buena decisión, se estaban cayendo muchos pilotos y la pista estaba peligrosa”, apuntaba Pedrosa. Pero le quedaban algunas dudas: “A mí me quedó claro hace unos años que es la Dirección la que debe decidir cuándo para la prueba y no los pilotos levantando la mano, así me lo dijeron después de la carrera de Brno en 2004, que perdí (fue tercero); tenía entendido, además, que en cualquier caso debía ser el que va primero el que levante la mano, como ha ocurrido siempre. Y me hubiera parecido bien que se sentara a todos los pilotos antes de la carrera en Malasia para advertirles como lo hizo Loris, pero no que se vaya de box en box haciendo sugerencias”, concluyó. Hay un Mundial en juego, 23 puntos de diferencia a falta de dos carreras y muchas suspicacias.
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