“Mi aspecto actual dice más de lo que es María de Villota”
La piloto de F-1, probadora de Marussia, sufre secuelas permanentes tras el accidente que estuvo a punto de quitarle la vida en julio, pero desea seguir ligada al mundo del motor
Con una chaqueta azul y un parche del mismo color en su ojo derecho, María de Villota (1980, Madrid) apareció en el Consejo Superior de Deportes para hablar de su recuperación del accidente a los mandos de un F-1 que sufrió el pasado mes de julio mientras iniciaba unas pruebas aerodinámicas en el aeropuerto de Duxford, Cambridge, para la escudería Marussia. “Recuerdo la primera vez que me vi en el espejo. Mi madre me acercó en silla de ruedas y esa vez no tenía tapado el ojo. Me quedé aterrada, pero me impactó más verla a ella. Dije: ‘Quita bicho’ como una broma, pero pensé: ‘¿Quién me va a querer así?”, relató la piloto; “ahora, sin embargo, cuando me miro al espejo mi aspecto actual me dice más de lo que es María de Villota”.
César Casado, jefe del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital La Paz de Madrid, acompañó a la piloto durante la comparecencia, la primera desde que sufriese el accidente. A través de una presentación en Powerpoint, que incluía una reconstrucción tridimensional del cráneo de la piloto tras el accidente, el galeno expuso las lesiones que sufrió De Villota. “María sufrió fracturas craneales, faciales y orbitales. Necesitará prótesis y ha perdido el olfato. Quedan secuelas graves, muchas de ellas permanentes que pueden conllevar otras secuelas psicológicas”, enumeró Casado frente a la piloto, que escuchaba sosegada, tan serena como al hablar de lo que ha pasado y de lo que le queda por superar.
María sufrió fracturas craneales, faciales y orbitales. Necesitará prótesis y ha perdido el olfato". César Casado, jefe de Cirugía Plástica del hospital de La Paz
Aquel siniestro, sobre el que en la rueda de prensa se solicitó que no se efectuasen preguntas, puesto que la investigación continúa abierta, le ha arrebatado a De Villota la posibilidad de mantenerse como la única mujer en la fórmula 1, su gran pasión. “Al despertar se me acercó un cirujano y me dijo: ‘Te hemos salvado la vida, pero has perdido el ojo’. Yo le dije: ‘Usted necesita las dos manos para operar; yo soy piloto y necesito los dos ojos para conducir”, detalló la madrileña. “Así pensaba al despertar, pero me he ido dando cuenta de que veo más que antes. Antes solo veía la fórmula 1. Ahora veo que estoy viva”, comentó De Villota, que ha cambiado su melena rubia por un cabello platino rasurado.
De Villota, que asemejó sus operaciones con las pruebas que tuvo que superar para entrar en la F-1, agradeció en varias ocasiones el apoyo de su familia, de la que varios miembros se emocionaban en la sala, y de quienes forman el mundo del motor, en especial el de los pilotos: “Siempre quise su respeto y no lo he tenido en la pista, no he podido tenerlo en el semáforo verde. Pero estoy feliz de tenerlo aquí fuera”, señaló.
De Villota es la hija de Emilio, un piloto de F-1 en la década de los setenta que cuenta con la participación en dos grandes premios en su expediente. Para llegar a la cima y lograr el puesto como piloto de pruebas de la escudería Marussia ha dibujado una dilatada carrera tras el volante de un monoplaza que transcurre desde la fórmula 3 y el paso también por la fórmula Superleague, aunque no consiguió ningún podio de relevancia. “De momento me centro en las operaciones que me quedan, pero voy a estar en tres bandos: en el del motor, porque lo llevo en el ADN (pretende seguir enseñando a conducir en la escuela de su padre); en el de los enfermos, en el que me encuentro, y en el de la mujer”, concretó la madrileña; “ahora sí tengo un impedimento físico para pilotar un F1, antes no. Creo en la mujer en el mundo del motor”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.