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“Me educaron para dejarme la piel”

El valenciano, ex número uno del tenis, campeón de Roland Garros y la Copa Davis, disputará en octubre su último torneo como profesional

Juan José Mateo
Ferrero es manteado ayer por los jugadores del equipo español de la Copa Davis.
Ferrero es manteado ayer por los jugadores del equipo español de la Copa Davis.Alberto Morante (EFE)

Juan Carlos Ferrero (Ontinyent, Valencia; 1980) condujo en 2000 a España hasta su primera Copa Davis, un trofeo largamente ansiado y perseguido sin éxito por sus predecesores, y luego, en 2003, fue el número uno del tenis mundial y ganó Roland Garros. En octubre disputará, en Valencia, su último torneo como profesional.

Pregunta. Dicen que se va un trabajador hasta la obsesión. ¿De dónde viene eso?

Respuesta. Mi padre ha sido una persona muy competitiva en todo: en el trabajo, por ejemplo. Es perfeccionista. Lo cuidaba todo hasta el último detalle en casa. Esa es la educación que he recibido: dejarme la piel en todo lo que hacía. El perfeccionismo me ha hecho ser tan duro en los entrenamientos, no dejar la pista hasta que me salía bien la cosa. Ser tan competitivo viene un poco de ahí.

P. Ser tan perfeccionista también puede ser muy sufrido.

R. Lo es.

P. ¿Por qué?

R. Porque en ocasiones ha sido muy duro. Las derrotas, muchísimas veces, me las he tomado por ese afán de perfeccionismo con mucha más dureza de lo que debería haberlo hecho. Estas cosas son buenas en cierto sentido, En otro, seguro que son malas.

Ser perfeccionista es duro. Me he tomado las derrotas peor de lo debido"

P. ¿Qué adolescente fue?

R. Uno fácil. No di problemas.

P. En aquellos años construyó con sus propias manos las pistas de tierra en las que luego se entrenó. ¿Diría que eso explica en parte su personalidad?

R. Tal vez, sí. Te das cuenta de lo mucho que cuesta hacer las cosas, de lo mucho que cuesta salir de un sitio del que no han salido jugadores habitualmente. Antes, todo el mundo se iba a Barcelona. Cuando nos pusimos el objetivo de hacer la Academia, se hizo todo mucho más complicado. No había infraestructura. Para el gimnasio había que ir a un sitio, para entrenarse a otro... Salir de aquí era mucho más difícil. Por eso siempre tuvimos la idea de que había que entrenarse más, echarle más horas, dedicar más tiempo..., si queríamos llegar.

P. Aquella promesa tuvo ofertas para ir a entrenarse a Barcelona y también a Miami. ¿Qué le llevó a mantener siempre a su lado a Antonio Martínez Cascales, su mentor?

R. La sencillez, la transparencia y la confianza. Son los tres adjetivos que lo definen. Te puedes fijar en mucha gente que va por ahí y que estoy seguro de que entrena por dinero, de que hace muchas cosas por dinero. Es gente que [para conservar el puesto] puede llegar a no decirle al jugador lo que este necesita oír. Toni es una persona que nunca ha hecho eso, que no se ha movido por dinero. Estoy segurísimo de eso. Es muy de valorar. Siempre me ha dicho las cosas que tenía que decirme, no las que yo quería oír. Eso me ha hecho confiar en él en todo momento.

Llegué a pensar en el mal de ojo. Me han pasado un montón de tonterías"

P. “He sido feliz. No tengo nada que reprocharme”, dijo Carlos Moyà cuando se retiró del tenis. ¿Usted?

R. Me he encontrado muy bien. He sido feliz. No ha habido nada que me haya dejado dentro.

P. ¿Pierde al amor de su vida?

R. Seguro. Es difícil que algo me apasione tanto como me ha apasionado el tenis. No es fácil de explicar. Estoy acostumbrado desde pequeño a entrenarme para competir. Solo para eso me entrenaba. Echaré de menos estar en un torneo, levantarme con nervios en el estómago, saber que tengo que jugar un partido, dar el máximo... Eso te pica en el día a día. Te crea las ganas de seguir entrenándote para seguir compitiendo, de ir a los torneos para enfrentarte a los demás, de intentar demostrar que eres mejor.

P. ¿Siente vértigo?

R. Va a ser bastante duro. Estoy seguro de que voy a encontrarme con un vacío grande. Seguro que será difícil de asimilar. Eso hay que pasarlo. Cuando has estado toda una carrera compitiendo y, de repente, te ves con una vida más sosegada, más tranquila, echas lo otro en falta.

Quiero hacer triatlón, lograr el hándicap 1 en el golf... El deportista vive de objetivos"

P. Hará duatlón.

R. Es por mantenerme físicamente. Hago bici y correr me ha gustado de toda la vida… Es por tener un objetivo que marcarme para estar bien físicamente. Los deportistas vivimos totalmente de objetivos. Acabo de terminar de jugar y ya tengo el de mejorar mi hándicap de golf: me he marcado el hándicap 1 y ya me estoy entrenando dos o tres días por semana. También he empezado a nadar porque quiero hacer triatlón. Intento llenar el vacío de la competición con objetivos.

P. Mire al pasado.

R. Mis mayores logros fueron la Copa Davis en 2000 y Roland Garros y el número uno en 2003. Lo más importante.

Estoy seguro de que me voy a encontrar un vacío muy grande. Me faltará la competición"

P. ¿El mayor disgusto?

R. El mayor disgusto ha sido la operación de rodilla. Me marcó. Nunca había tenido nada grave. Estar diez meses lesionado me marcó bastante.

P. ¿Llegó a pensar que le habían echado un mal de ojo?

R. Pues... sí. La verdad es que sí. He llegado a pensar eso. Me han pasado un montón de cosas, tonterías, que no me han dejado jugar. Ya se queda atrás.

P. Cuando empezaba, señaló a Andre Agassi como su tenista preferido.

R. Es con el que más he disfrutado. Entraba en la pista y ya sabía que desde el primer punto estaba a mil por hora. Tenía un estilo muy agresivo, como me gustaba. Ahora, el nivel ha cambiado. Para mí, el mejor, con todos los respetos a Rafa Nadal, al que considero también grandísimo, es Roger Federer.

P. ¿Cuánto queda de El Mosquito en el hombre de hoy?

R. La lucha, la entrega, todo lo que di por este deporte. Esa predisposición a darlo todo. Han cambiado las ganas de ganar y la forma de competir.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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