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Carreras de pena

Con la sanción recibida en Spa, Grosjean se suma al club de los pilotos que alguna vez han recibido el castigo de no correr

O. PUIGDEMONT
Grosjean abandona el circuito de Spa, tras su accidente el domingo
Grosjean abandona el circuito de Spa, tras su accidente el domingoDIMITAR DILKOFF (AFP)

En la fórmula 1 ocurre algo parecido al fútbol, un deporte en el que el árbitro se encarga de analizar lo que ocurre sobre el césped entre los dos equipos para tratar de mediar entre ellos y que el juego se desarrolle según las normas establecidas en el reglamento. En la mayoría de los casos, cuando el colegiado sanciona cualquier acción, la reacción inmediata por parte del infractor, que puede ir desde la protesta a la aceptación, permite extraer una primera lectura acerca de si la intervención del juez ha sido justa, o no.

Ese protocolo también es aplicable a la fórmula 1. Prueba de ello es la actitud que Romain Grosjean ha demostrado esta última semana, después del desguace que montó el domingo pasado en Spa, en una “temeraria maniobra”, como la definieron los comisarios de la FIA, con la que se llevó por delante a Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Checo Pérez. Como castigo por aquello, Grosjean fue penalizado con una carrera de suspensión y en Monza será sustituido por Jerome d’Ambrosio, una decisión que el francés aceptó sin llegarse a plantear la opción de apelar. “Cuando eres piloto, no hay nada peor que impedirte correr. Respeto la decisión de los comisarios y pido disculpas a todos los damnificados”, dijo Grosjean. Su equipo, Lotus, aún fue un poco más allá, y por boca de su máximo responsable operativo, Eric Boulier, llegó a reconocer que este descanso puede ser incluso positivo para el último campeón de la GP2. “Estoy seguro de que Romain habrá aprendido la lección”, consideró Boulier.

El caso es que Grosjean es el último integrante de esa lista de pilotos que, por culpa de una acción considerada irresponsable por los estamentos arbitrales del certamen, deberá ver por televisión como otro se sube a su coche. Aunque no le sirva de consuelo, este chaval de aire desenfadado puede echar un vistazo a la lista de pilotos que en los últimos años han tenido que quedarse en tierra en un momento dado, y verá que muchos de ellos son personajes ilustres que después de aquello consiguieron hazañas mucho más importantes con las que ser recordados.

Ricardo Patrese fue declarado principal causante del accidente que le costó la vida a Ronnie Peterson en 1978

La naturaleza de las infracciones que pueden resolverse con la suspensión de uno o varios grandes premios son de todo tipo. El pionero fue Ricardo Patrese, que en 1978 fue declarado principal causante del accidente que le costó la vida a Ronnie Peterson, precisamente durante el Gran Premio de Italia, y excluido de la siguiente cita, en los Estados Unidos. En 1989, Nigel Mansell recibió la misma pena al dar marcha atrás en los talleres en el transcurso del Gran Premio de Portugal.

No obstante, si en la historia de la F-1 ha habido una temporada especialmente prolífica en este tipo de condenas esa fue la de 1994. Michael Schumacher fue sancionado en Spa con dos carreras, porque su Benetton no cumplía las especificaciones técnicas que se ajustaban al reglamento una vez que los comisarios lo analizaron al concluir una prueba que dominó de principio a fin. Su Benetton B194 iba tan pegado al suelo que rozaba el asfalto, circunstancia que, según los técnicos de la escudería, explicaría que el fondo plano del prototipo fuera rebajando su grosor con el paso de las vueltas hasta más allá de los límites permitidos. Ese mismo año, a Eddie Irvine se le dejó fuera de la parrilla en Aïda (Gran Premio del Pacífico), al considerarle responsable de un accidente en la primera parada del calendario, en Brasil. Su escudería, Jordan, decidió recurrir, aunque al Tribunal de Apelación no le gustó esa reacción y endureció la pena, fijándola finalmente en tres carreras. Mika Hakkinen tampoco pudo correr en Hungría después de causar un accidente en el arranque del Gran Premio de Alemania, en el que se formó una melé en la que terminaron apilados hasta diez bólidos.

En 2006, la FIA fue más allá y le retiró la superlicencia –el documento imprescindible para poder correr en F-1–, al japonés Yuji Ide, como consecuencia de un accidente que tuvo lugar en Imola, y en el que estampó su Super Aguri contra el Toyota de Christijan Albers.

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